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Tom Dumoulin retorna al rosa

Victoria del especialista Ulissi en el primer final escarpado del Giro, que volvió a Italia

Carlos Arribas
Ulissi ataca hacia la victoria de etapa en via Fortino.
Ulissi ataca hacia la victoria de etapa en via Fortino.CLAUDIO PERI (EFE)

Como si no pasara el tiempo, no se moviera, como si dos días duraran lo que duran dos años o 12 años, el Giro regresó a Italia, a la Calabria del Jónico al Tirreno y sus costas tan escarpadas, y en su regreso volvió Tom Dumoulin a vestirse de rosa, como hace tres días, Diego Ulissi, un habitual, volvió a ganar una etapa, como hace dos años y como hace uno también, y Damiano Cunego, que ya ni es el Principito rubio que ganó el Giro cuando tenía 22 añitos, ni el Jim Morrison del ciclismo que dijo querer ser ya en 2004, se vistió con el jersey azul de mejor escalador al pasar el primero por el San Pietro, un tercera pegado al mar sobre el que cae a pico desde 400 metros.

Los acantilados y las cuestas, que tanto deleitan la vista y en los que tanto disfrutan los pequeños escaladores y los ciclistas que piensan en la general pues son lugares de ataques y emboscadas, son veneno para los músculos enormes y rápidos del sprinter veloz, los del apolíneo Marcel Kittel, de rosa hermoso, que se apartó a un lado dejando paso a los dueños legítimos de la general, a los hombres Giro que quieren llegar de rosa a Milán dentro de dos semanas y media: a Dumoulin, que aún vive de su contrarreloj inaugural, a Valverde, que bulle en las cuestas empinadas, a Nibali, feroz en los descensos, al torpe Zakarin, a Chaves que siempre sonríe, diminuto, y hasta a Urán y a Landa, a los que costó un poco más entrar en el grupo de los buenos, pues la primera cuesta vertical del Giro —la subida de la calle Fortino para ver el mar espléndido antes de bajar a la playa donde la meta— sirvió también para empezar a ver detalles pequeños que permitan la capacidad de los aspirantes. Se movieron, pegados uno al otro, como bailarines, Nibali y Valverde, y midieron la velocidad de reacción, y su capacidad, de los rivales, y sonrieron como el químico poco antes de gritar Eureka al ver que la reacción prevista en sus fórmulas se hace líquido o gas. A Amador, que cree que volverá a ser cuarto como el año pasado, le hizo daño, por ejemplo, y no pudo enlazar, lo que sí que consiguió, con esfuerzo, Landa.

A Ulissi, el especialista italiano que queda de una modalidad tan italiana, el corredor de sus clásicas cortas y rompepiernas, de chispa rápida y pólvora fugaz, la cuesta del Fortino le sirvió de trampolín. Escapado con otro Lampre en un buen grupo desde unos kilómetros antes, desde cuando el comienzo de los subibajas hizo izar la bandera blanca a Kittel y a los equipos de los sprinters y la cabeza del pelotón se plagó de atacantes, Ulissi llegó al pie del fortín con poco más de medio minuto de ventaja que supo administrar decidido tanto en la subida por el camino estrecho, como en el largo descenso por túneles y anchas carreteras, como en los kilómetros de costa llanos hasta la meta, que cruzó con 5s de ventaja sobre Dumoulin, quien atacó a por su maglia rosa, y su compatriota Kruijswijk, y 6s sobre el primer grupo, liderado por Valverde el rápido, quien quedó cuarto, a unos metros de 4s de bonificación.

La revelación Jungels

Es la quinta victoria de etapa en cuatro Giros diferentes del corredor de Cecina, en la Toscana donde comenzó a correr en imitación del ídolo de la región, Paolo Bettini, a quien quiere parecerse. Joven de talento precoz, Ulissi, de 26 años, destacó más que en ninguno en el Giro de 2014, el de Nairo Quintana. Ganó entonces una etapa con un final en repecho tendido, su especialidad, y ganó también en las montañas de Romaña que rodean San Marino, y hasta quedó segundo en la contrarreloj de los vinos Barbaresco y Barolo que hizo grande y de rosa a Rigo Urán. Después, se retiró, enfermo, antes de descubrirse que había resultado positivo en un control antidopaje al encontrarse grandes cantidades del antiasmático salbutamol en su orina. En 2015 cumplió sus meses de sanción y volvió ganador de nuevo.

La única cara nueva del día de los retornos en Calabria fue la del luxemburgués Bob Jungels, debutante de 23 años, a quien debe el rosa Dumoulin, pues fue su persecución ardua en el llano lo que acercó a los favoritos a Ulissi. Segundo en la general se coloca Jungels, que además viste de blanco joven.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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