Así ganó el Atlético al Bayern
Los rojiblancos bloquearon el centro del campo obligando al Bayern a llevar el juego a la banda y ahí sus extremos naufragaron
"Cualquiera de los que entra desde el banquillo es igual o mejor que los que salen del campo". Lo dijo Simeone en sala de prensa después de derrotar al Bayern de Múnich (1-0) gracias a un memorable gol de Saúl, y lo dijo seguramente dentro del vestuario antes de que comenzara el partido. Lo dijo no solo porque lo cree, sino porque esa era la manera de mantener en tensión a un equipo que aunque quisiera dar la imagen de contenido, debía considerar a todos los rivales por igual. Porque de hacerlo así no sería necesario ponerle cara a ninguno y al superar a uno los demás caerían detrás. Ocurrió, no sin sufrimiento, y gran parte de culpa tienen los números.
Correr o correr bien. El Bayern, fiel a su planteamiento base, trató de amasar la posesión de la pelota (68% a final de partido) para a partir de ella ir encajando sus piezas sobre el campo. Sin embargo, para cuando puedo hacerlo, el Atlético ya dominaba el marcador. Con un esquema contenido, un 4-3-3 con Javi Martínez y Alaba de centrales, Coman y Costa en las bandas y Lewandowski de referencia en ataque, la idea alemana pasaba por estirar el campo para poder acceder desde dentro. Sin embargo, el Atlético dio la vuelta al argumento obligando a que los extremos fueran los encargados de llevar el peso del ataque. Los convirtió en elemento principal y no en un recurso y eliminó el factor sorpresa de un ataque que resultó inoperante por el gran marcaje de los laterales Filipe Luis y Juanfran. Para ello hubo que correr, - más de 118 kilómetros en total-, pero no necesariamente persiguiendo al rival, sino obligándole a moverse por espacios controlados.
Ceder la pelota, pero eligiendo hasta dónde. Gabi, Augusto y Saúl marcaron una línea en centro del campo a partir de la cual el césped se embarraba. Dejaron tocar a Thiago y Vidal con cierta libertad hasta que alcanzaban la parcela de los tres cuartos. Era el punto caliente de la presión, el lugar en el que el Bayern tenía que deshacerse una y otra vez de la pelota y desde donde el Atlético arrancaba sus contragolpes. Los números reflejan que el jugador del Bayern que más contacto tuvo con la pelota durante todo el partido fue Lahm -recibió 90 pases-, seguido de Alaba (85) y Javi Martínez (67). Ni rastro de algún centrocampista. Xabi Alonso apenas interactuó en 45 ocasiones, mientras que del lado contrario Filipe Luis (25) y Koke (23) marcaron el mejor registro del Atlético.
Pase fácil, pase innecesario. Los jugadores del Bayern intercambiaron la pelota entre sí en 729 ocasiones. 628 de esos pases llegaron a su destino (el 86%). El Atlético hizo lo propio 219 veces, 145 de ellas con éxito (66%). Sin embargo, de todo ese trasiego el Bayern solo logró generar ocho ocasiones de peligro más que los rojiblancos (19 por 11) y obligó a Oblak a intervenir en siete ocasiones por cuatro de Neuer. "En Múnich me conformaría con hacer las mismas ocasiones. El Atlético es un equipo que no concede nada", aseguró Guardiola después del partido. Tras el gol de Saúl, la mejor ocasión rojiblanca fue para Torres que envió el balón al poste en un contragolpe. En el caso del Bayern, un zapatazo de Alaba desde 40 metros golpeó el larguero. Dos ocasiones que reflejan que tipo de jugadas permitieron desarrollarse ambos equipos.
Defender sin faltas. "Son un equipo muy agresivo", dijo Bernat. "En la primera parte ellos han llevado el partido a las disputas", se sumó Javi Martínez. El Atlético cometió siete faltas y solo vio una tarjeta amarilla (Saúl). El Bayern realizó once y vio cuatro tarjetas (Douglas Costa, Vida, Benatia y Neuer). Es un recurso habitual tildar al Atlético de equipo feroz y excesivamente agresivo cuando en realidad es un comportamiento mucho menos inflamado de lo que pudiera parecer. Consciente Simeone de que el juego aéreo del Bayern era un arma peligrosa -sin Godín la defensa quedaba además notablemente mermada-, instruyó a sus jugadores de que se solidarizasen en la presión con la idea de arrinconar a los futbolistas del Bayern en lugar de derribarlos. Augusto patinó por el suelo, Gabi y Koke emplearon su fortaleza lumbar para enredar a los medios del Bayern y Filipe y Juanfran enfilaron sus uno contra uno como un reto físico que exigía más colocación que agresividad.
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