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Guillermo Barros Schelotto: “Boca está por encima de cualquier contrato”

El entrenador de Boca Juniors repasa su carrera y analiza el momento de su equipo

Juan I. Irigoyen
Guillermo Barros Schelotto, en un partido en La Bombonera.
Guillermo Barros Schelotto, en un partido en La Bombonera. EITAN ABRAMOVICH (AFP)

No es simpático ni lo intenta, sin embargo jamás pierde la cordialidad. Pero, sobre todo, Guillermo Barros Schelotto (La Plata, Buenos Aires; 1973) tiene carisma. Se crio en el sufrido Gimnasia y Esgrima de La Plata, para luego convertiste en uno de los máximos ídolos de la historia de Boca Juniors. Rechazo ofertas para jugar en Europa y, antes de retirarse en Gimnasia en 2011, ganó todo con el Columbus Crew de la MLS. Comenzó su carrera como entrenador, junto a su hermano mellizo Gustavo, en Lanús, con el que conquistó a la Copa Sudamérica en 2013, y, tras un fugaz paso por el Palermo de Italia, hoy se sienta en el banquillo de La Bombonera.

Pregunta. ¿No se aburre de su hermano?

Respuesta. Para mí es más un amigo que un hermano. Íbamos al mismo colegio, tenemos el mismo grupo de amigos, la misma profesión. Mi relación con él es diferente de la que tengo con mis otros hermanos. Y el hecho de haber estado toda la vida juntos genera mucha confianza a la hora de trabajar. Con solo una mirada reemplazamos mucho tiempo en conversaciones que pueden generar desgaste. Pero yo no lo elegí para trabajar conmigo porque es mi hermano, sino porque consideraba que iba a ayudar y mucho en el cuerpo técnico.

P. ¿Tienen diferentes roles en el cuerpo técnico?

R. Es el mismo para los dos, pero es algo que tenemos con todo el equipo técnico, porque con Ariel Pereyra pasa lo mismo. Cualquiera puede dar su opinión sobre cualquier cosa. Quizá yo puedo tomar la posta en alguna decisión, pero siempre es analizada y consensuada con ellos dos. Y puedo ser criticado tanto por Gustavo como por Ariel del mismo modo, porque con Ariel nos conocemos desde que tenemos 14 años. Las entrevistas y este tipo de cosas son la única parte diferente en nuestro trabajo, en el resto somos los tres iguales.

Guillermo y su hermano, Gustavo, en el clásico ante River.
Guillermo y su hermano, Gustavo, en el clásico ante River. JUAN MABROMATA (AFP)

P. Después de varios intentos, se sentó en el banquillo de La Bombonera.

R. Esta vez podía. Las otras veces que me habían llamado estaba como entrenador de Lanús y, en su momento, consideré que, más allá del interés y de las ganas de dirigir a Boca, tenía que respetar la palabra que le había dado a la gente de Lanús. Y ahora se dio así. No lo esperaba, imagínese que el año lo arranqué como técnico del Palermo.

P. ¿Qué pasó en Italia?

R. No me dieron la licencia para ser entrenador. Me dijeron que tenía que tener cinco años de experiencia y yo tenía tres años y medio. Me pidieron que haga un curso de un año y medio mientras dirigía, pero era imposible hacer el curso y entrenar. Al final, sólo estuve cuatro partidos. El club quería que siguiera haciendo de entrenador con otro cargo, pero yo me sentía incómodo. La Ley me decía que no podía estar, entonces elegí renunciar a pesar de perder la oportunidad de dirigir en Europa.

P. ¿Europa es una cuenta pendiente?

R. Cuando me fui de Gimnasia, el club del que soy hincha y en el que era mi sueño de niño jugar allí, pensé: “Para irme de aquí me tengo que ir a un lugar superlativo”. Y Carlos Griguol, mi técnico de entonces en Gimnasia, me dijo: “Si te vas de Gimnasia es para jugar en Boca o en el Bayern”. Al final jugué 10 años en Boca y las oportunidades que tuve de ir a Europa no fueron el Real Madrid o el Barcelona. Con esto no quiero decir que yo merecía ir a jugar a estos equipos, pero si no tenía esa oportunidad prefería quedarme en Boca.

Me hubiese gustado que me entrenara Klopp. Cuando veía a jugar al Borussia Dortmund, me encantaba

P. ¿Por qué?

R. Por lo que significa Boca, por la competencia que te da. Estás permanentemente en la pelea del título local y de la Copa Libertadores. Y esa exigencia profesional está por encima de cualquier contrato. Tampoco es que en Boca ganaba mal, pero evidentemente en Europa se gana más.

P. ¿Ahora que es técnico, piensa en la experiencia que le hubiese significado ser entrenando por un europeo?

R. Me dirigieron dos entrenadores europeos en Estados Unidos y me abrieron la mente, tanto en la táctica como en el sistema de juego y la exigencia. Tuve a un entrenador alemán [Siegfried Schmid] y a un polaco [Robert Warzycha]. Pero si hubiese jugado en Europa, seguramente podría haber sido entrenado por los mejores. Y, seguramente, hubiese aprendido mucho más, sin dudas.

P. ¿A quién le hubiese gustado tener de entrenador?

R. En líneas generales, a todos nos hubiese gustado que nos entrene Guardiola o Mourinho.

La picardía es mover una pelota rápido y eso forma parte del juego

P. Estilos muy diferentes, ¿no?

R. Son dos entrenadores que alcanzaron lo máximo a través de distintos caminos. Pero un intermedio, me hubiese gustado que me entrenara Klopp. Cuando veía a jugar al Borussia Dortmund, me encantaba.

P. ¿Su Boca tiene un estilo de juego similar al Borussia Dortmund?

R. Sí. Presión arriba, tener siempre gente adelantada y abierta. Presionar todo el partido es difícil y también es difícil hacérselo entender al jugador, pero esa es nuestra idea.

P. ¿Bielsismo?

R. Me entrenó en la selección argentina casi tres años. Es un tipo muy exigente y que trabaja con mucha honestidad. Sus equipos buscan siempre atacar y juega de la misma manera durante los 90 minutos.

P. ¿Cómo analiza el superclásico del pasado domingo?

R. El clásico se puede analizar solamente hasta el minuto 10, que fue cuando le sacaron la roja a Pablo Pérez. Después de la expulsión cambió todo lo planificado. Pero el equipo tuvo coraje y jugó del mismo modo a pesar de tener un jugador menos.

P. ¿Qué pierde Boca sin Gago?

R. Sin Fernando perdemos el pase en el tiempo mínimo cuando se recupera la pelota y se pasa al ataque. Su ausencia se va a notar mucho, pero el equipo debe responder ante cada situación adversa que se le presente y esta es una más.

P. ¿Usted fue un símbolo de la picardía en el fútbol, en que hubiese cambiado su estilo de juego sin esa característica en su personalidad?

R. No lo sé, yo jugaba naturalmente así. Siempre. La picardía es mover una pelota rápido y eso forma parte del juego. Y el fútbol siempre debe ser entendido como un juego.

P. ¿Cómo fue la experiencia en Estados Unidos?

R. Fue muy buena a nivel cultural; a nivel intelectual, excelente; y a nivel deportivo fue buena también. Fuimos campeones, ahora la liga está creciendo muchísimo. Los recuerdos como cuatro años muy lindos.

P. Si se cruza con Obama, ¿le reconoce?

R. Estuve dos veces con él. Cuando fuimos campeones con el Columbus Crew en 2008 (recibió el premio al MVP de la temporada) y cuando estuvo en Argentina en marzo. Ni le pregunté si se acordaba, me daba vergüenza. Seguramente me iba a decir que no.

P. ¿Es muy difícil ser hincha de Gimnasia?

R. No, para nada. El otro día uno de mis hijos vino a la cancha y le pregunté: ¿Qué te pareció? ¿Sos de Boca o de Gimnasia? “Del Lobo”, me contestó; “los de Boca cantan todo el partido, pero los de Gimnasia se tiran a la cancha”. Y Gimnasia es todo sentimiento. Nunca tuvo un título oficial y el hincha se basa en el hincha para ser seguir al equipo. Y encima, los vecinos ganan todo, creo que estamos peor que el Espanyol con el Barcelona.

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Sobre la firma

Juan I. Irigoyen
Redactor especializado en el FC Barcelona y fútbol sudamericano. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS. Ha cubierto Mundial de fútbol, Copa América y Champions Femenina. Es licenciado en ADE, MBA en la Universidad Católica Argentina y Máster de Periodismo BCN-NY en la Universitat de Barcelona, en la que es profesor de Periodismo Deportivo.

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