Luis Suárez, un depredador majestuoso
El uruguayo desangra al Dépor con cuatro goles y tres asistencias. Este curso suma 49 tantos en 48 partidos
Ante la crisis de resultados, insistir en el estilo; ante la falta de puntería, balones a Luis Suárez, un depredador del área como pocos. El Barcelona dio un paso adelante para disipar dudas de la mano del delantero uruguayo, majestuoso en Riazor con tres pases de gol y cuatro dianas, una actuación para ganar espacio en el libro de las plusmarcas: suma 49 tantos en 48 partidos jugados esta temporada, los mismos con los que culminó en 2010 su última campaña completa en el Ajax. Mientras enfilaba el camino de los vestuarios se quitó importancia: “Sirvió para conseguir los tres puntos en un momento difícil y a nivel grupal es lo que suma y cuenta”.
Suárez supera, con cuatro partidos de Liga y una final de Copa para engrosar su récord, los goles que logró Ronaldo Nazario en su monumental año en Barcelona (1996-97). Lejos quedan los 73 en 60 partidos de Messi en 2012, pero vuelve a la carrera por el pichichi, de la que se había descabalgado porque no marcaba en Liga desde el pasado 6 de marzo en Eibar. Con todo, más allá de la exhibición del charrúa resta la colectiva porque anotar ocho goles en un partido no ocurre todos los días.
Históricamente no siempre el Barcelona respondió a sus malos momentos insistiendo en una idea de fútbol. Ahora ni se discute sobre eso, no hay virajes y sí un sustrato importante por más que no siempre aparezca la excelencia, que en la inmensa mayoría de profesiones suele estar en las antípodas de lo cotidiano. “Somos seres humanos y no máquinas. Podemos cometer errores, pero estamos más juntos que nunca y sabemos que ganar la Liga depende de nosotros. Este partido es una buena señal”, concluyó el nueve culé.
Suárez aclaró el panorama para el Barcelona en un partido en el que el Deportivo acabó como un queso gruyère, con agujeros que permitieron incluso que una galopada y gol de Bartra le dejase al desnudo e incluso que Neymar se aliviara de otra actuación mejorable con el tanto que cerró la goleada. El uruguayo opacó a todos, incluso a Messi. Marcó de inicio tras un saque de esquina en el que Sidnei pidió falta por un agarrón. Visto el resultado parece hasta grotesco considerar si esa acción tuvo influencia en el partido, más que nada porque nada varió el Deportivo cuando se vio en desventaja, esforzado en defender con nueve hombres y descolgar dos, desafortunado en dos opciones de Borges para empatar, finalmente superado y cabizbajo, despedido entre división de opiniones de una afición que solo ha festejado un triunfo desde el parón navideño.
Le hizo sangre el Barcelona al Deportivo, que sufrió su derrota más dura en Primera División. 0-7 había ganado el Barcelona en la temporada 1955-56 en Riazor y 12 años antes había caído 7-0 en campo del Espanyol. En 1982, cuando estaba en Segunda, el Málaga le endosó un 8-0 en La Rosaleda y hace poco más de un año el Real Madrid se llevó un 2-8 del estadio coruñés, un marcador que lastró el devenir de Víctor Fernández en el banquillo gallego. En la galería de los horrores blanquiazul ya figura el partido de ayer y un uruguayo que no perdona. “El Barcelona siempre es peligroso, si lo necesita te mete siete y si no, ocho”, dijo el pasado lunes el delantero local Lucas Pérez.
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