Celta y Betis suman hacia la meta
El empate deja a ambos equipos muy cerca de sus respectivos objetivos
Si el final de Liga fuese una competición de atletismo sería una de esas series de 1.500 metros en las que los competidores apuran hasta la meta sin parar de mirar atrás y a los costados salvaguardando su plaza, enfocados hacia los salvadores cuarenta puntos. Parece seguro que esa cota, quizás al final valga con algo menos, garantice la permanencia en Primera División. El Betis corrió en Vigo hasta la meta tal y como lo hicieron en esta jornada Las Palmas o Eibar, pero en la recta final le pasaron y se quedó sin dos puntos que le obligarán a seguir corriendo. Pero tiene la bandera de cuadros a la vista, como el Celta su pasaporte europeo.
El Betis se vio en problemas porque de inicio no tuvo la capacidad para mantener el control de la pelota, pero pronto sintió que era una cuestión de tiempo, que si resistía el partido viraría y le daría algún respiro. Era una cuestión de aliento porque el Celta salió al campo como si no hubiera mañana, con las líneas arriba, entregado a una presión que hubiese requerido siete pulmones por cabeza para mantenerse durante noventa minutos. Apretó los dientes el Betis, se encomendó a la solidez de Adán y a la falta de puntería celeste, al paso de los minutos. Tuvo la fortuna además de que justo cuando comenzaba a ver la luz encontró un gol que le ayudó a asentarse y a que el rival perdiese el hilo, que mostró que el Celta es mucho menos cuanto más atrás le exigen.
Un pase profundo de Dani Ceballos generó un incendio en la zaga del Celta, no lo aprovechó Rubén Castro, pero el desequilibrio ya estaba creado y de él se aprovechó Montoya que fue a la segunda jugada con fe sin tanta ternura como Cabral o Planas, que penaron por su falta de contundencia y permitieron que el diestro lateral izquierdo entrase no ya hasta la cocina sino que abriese la puerta del horno, con el balón en el primer palo y medio gol para que lo empujase a la red Ndiaye. El Celta palideció, sintió la incomodidad de que tanto esfuerzo y dominio le reportase desventaja tras tan solo una acometida del Betis. Para los andaluces fue uno de sus goles que ayudan a creer. Cundió entonces el desconcierto y Joaquín hurgó en la herida con un disparo al palo, una rosca que puedo tener efectos demoledores sobre las aspiraciones locales. Todo, de nuevo, tras otra belleza de Dani Ceballos, un clarividente.
Ocurrió entonces lo habitual en el Celta, que va y viene de los partidos, toma un segundo aire y se activa. Regresó al partido, volvió a exigir a Adán en una aparición de Nolito y se encontró con la obligación de hacer dos cambios por lesión en la recta final de la primera parte. Salieron de refresco al campo Marcelo Díaz y Iago Aspas, dos titulares que Berizzo guardó de inicio porque andaban entre algodones. Y ahí, superado el ecuador del partido, algo se activó en el Celta para jugar como si en lugar de tener tres cuartos de hora por delante quedasen apenas tres minutos. Tomó riesgos innecesarios y se quedó sin regreso a su área tras pérdida en un sorprendente “all in” en el que obvió las vigilancias en defensa. Puso todas las cartas sobre la mesa el Celta, que sufre además si los hombres más adelantados no se ajustan para presionar la salida del rival. Y si enfrente hay alguien que sabe que hacer con la pelota la zozobra está servida. Ceballos es uno de esos tipos con categoría para manejarla.
Pudo culminar el Betis ante la impaciencia celeste. Tuvo el segundo Rubén, libre para galopar desde su propio campo y plantarse ante la meta local para enviar en el mano a mano la pelota mansa junto al palo. Cuando al final, ya con el empate en el marcador, quiso culminar otra acción con similar final fue Cabral el que sacó bajo palos. Se apresuró el Celta, que va siempre al límite, muchas veces carente de equilibrio, pero sobrado de codicia. Apretó y mereció premio siquiera por insistencia, también porque el árbitro asistente propició que a Guidetti le anulasen un gol por un fuera de juego que no lo pareció en la acción inicial de Nolito. Marcó Hernández en una acción en la que Adán no respondió como en las que salvó en la primera parte, se desató el Celta a te un rival que ya no tenía argumentos para asustarle porque además en cuanto quiso ajustarse más en defensa Juan Merino al primero que miró para llevar al banquillo fue a Ceballos, el único que le daba salida.
Con extremos y llegada en aluvión por el centro, sin ofrecer tregua, el Celta apuró sus opciones. Se topó con un Betis firme, que entendió cada vez mejor el partido con el paso de los minutos y se llevó un punto pleno de esfuerzo.
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