Murray, un escollo con trampa para Nadal
El escocés, que dice sentirse "apagado" y es claramente inferior en el cruce particular (16-6), barrió al español hace un año en la final de Madrid. Es el obstáculo en las semifinales
Necesita Rafael Nadal un empujón, una inyección anímica que despeje definitivamente su mente y valide el trabajo arduo que está llevando a cabo desde hace meses. Porque el esfuerzo, innegociable siempre para él, sigue ahí, mayor si cabe, pero todo extra suele requerir de recompensa para no bajar los brazos en un momento u otro. Y en Montecarlo, marco de la primera cita sobre arcilla europea este curso, se le presenta al español (6-1 y 6-4 a Stanislas Wawrinka, en 66 minutos) una magnífica oportunidad para lograr un botín de oro, el de un Masters 1.000, que se le resiste desde 2014.
Entonces mordisqueó en la Caja Mágica su penúltimo gran trofeo –un mes después vendría el noveno Roland Garros–, así que ahora, de repente, se encuentra ante un escenario de lo más atractivo. Cayó a las primeras de cambio Novak Djokovic; cedió contra pronóstico ayer Roger Federer (3-6, 6-2 y 7-5 ante Jo-Wilfred Tsonga), otro peso pesado; e irrumpe hoy (13.00, Canal+ Deportes2) en la senda del español Andy Murray, que ha ido avanzado sobre la arena del Principado a trancas y barrancas, aunque en su último compromiso propinó un severo castigo (6-2 y 6-0) a Milos Raonic, pupilo de Carlos Moyà.
No atraviesa por su mejor momento el de Dunblane, de 28 años. Padre primerizo desde el pasado 9 de febrero, reconoció recientemente que se encuentra “desinflado” y “apagado”, y que le cuesta encontrar consistencia en la pista. Sin embargo, es un escollo con trampa. Nadal (16-6 a favor en el particular con el británico) le batió en su último careo (Masters de Londres: 6-4 y 6-1), pero no puede fiarse un ápice de un hombre que ya no solo domina el registro de la pista rápida, sino que también se sabe desenvolverse sobre la arena. De hecho, el año pasado fue el que le negó al de Manacor en la final de Madrid (6-3 y 6-2) ese título que tanto necesita. Celebró además un segundo título sobra arcilla, en Múnich.
"Estoy feliz por cómo jugué", destacó Nadal tras deshacerse de Wawrinka, cuyo comportamiento en el primer set fue reprochable, por dejadez y malos modos. "Jugué, defendí y me moví bien. Cuando tuve la oportunidad intenté tomar el control de los puntos con mi derecha, pero también lo hice con mi revés", precisó. "Lo más importante para mí es que en los dos últimos Masters 1000 que pude competir (no cuenta Miami) estuve en dos semifinales. Es algo que necesito. Es algo que me da confianza. Llevaba un tiempo persiguiendo esas cosas", apostilló el balear.
Mientras, con un mosqueo que no ocultó ante los periodistas, Wawrinka abandonó el MonteCarlo Country Club con una protesta. Durante el partido reclamó al juez de silla más silencio, puesto que los comensales que saboreaban sus platos en los palcos anexos a la pista, dijo, le desconcentraron. “Yo me pregunto si esta gente viene a comer o a ver tenis. No creo que hayan visto mucho tenis. Creo además que bebieron mucho alcohol”, recriminó el suizo, ganador del torneo en 2014. Ahora, esa inscripción corresponderá a Nadal, Murray, Tsonga o Gael Monfils, que desbancó al catalán Marcel Granollers y se medirá a su compatriota (15.30, C+D2) por la otra plaza en la final.
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