La gran noche de Lucas Hernández
El joven defensa francés ha convencido a Simeone por su templanza y fiabilidad
"Este es mi sueño desde pequeño y voy a seguir peleando por él". Con estas palabras, pronunciadas en un perfecto castellano a pesar de haber nacido en Marsella (Francia) hace 20 años, se despachó Lucas Hernández en la zona mixta del estadio Vicente Calderón, después de que su equipo hubiera eliminado al Barcelona en los cuartos de final de la Champions. Con el pelo encerado -la gomina hace tiempo que salió de muchos vestuarios, especialmente del Atlético-, se paró a analizar lo ocurrido en el campo, consciente de que los focos que le alumbraron ayer descubrieron a un jugador desconocido para muchos, pero que en el vestuario rojiblanco y en la pizarra de Simeone siempre ha contado con un hueco especial.
Insistí mucho en que se quedara y menos mal que lo hizo" Diego Simeone
"Su partido me pone muy contento. Insistí mucho en que se quedara y menos mal que lo hizo. Para ustedes, según las cuentas que hacen, Lucas sería el cuarto central por detrás de Godín, Giménez y Savic, y ahí lo tienen, habiendo disputado los 180 minutos de una eliminatoria contra el mejor equipo del mundo", aseguró Simeone tras el encuentro. Lo cierto es que el argentino quedó encantado con el comportamiento del canterano durante la pretemporada, especialmente por su versatilidad, ya que su complexión física (183 centímetros y 76 kilos) unido a su perfil zurdo (junto a Filipe Luis, Saúl y Griezmann completa el póker de zurdos de una plantilla de 22 jugadores) le han permitido luchar por un puesto tanto en el eje de la defensa, como en el lateral izquierdo. De hecho, la salida de Siquieira al Valencia en el mercado de invierno estuvo avalada por Simeone ya que contaba con Lucas para esa posición.
Sin embargo, las lesiones de Giménez y Savic -el montenegrino parecía recuperado para el partido de ida pero se volvió a lesionar durante el entrenamiento previo al partido-, colocaron a Lucas en el escenario más comprometido para un futbolista que hasta ese momento solo había disputado 517 minutos repartidos en nueve partidos entre Liga, Copa y Champions. Ya en el primer asalto de Barcelona Lucas dio pistas de los motivos por los que ha convencido a Simeone. Muy preciso en el pase, apenas cometió errores de transición y se mantuvo firme por alto. Se centró en acompañar a Godín en el cambio continuo de marca, aunque le tocó principalmente ocuparse de Neymar. El brasileño llegó a retarle en un cara a cara, pero el defensa no le apartó el rostro. Ayer, en el Calderón, sus números dijeron mucho más: no cometió ninguna falta, le hicieron una, realizó cinco pases (uno a corta distancia, tres a media y uno a larga) y todos llegaron a su destino con éxito, lo que le valió alcanzar el 100% de efectividad y ser el jugador más preciso del Atlético.
El público le brindó una ovación cuando en un mano a mano con Messi el francés le rebañó la pelota tras haber permanecido inmóvil a los giros continuos de cintura del argentino. Estiró la pierna izquierda y se hizo con el balón sin derribarlo. "Desde el trabajo le llegó la fe", le alabó Simeone. Lo cierto es que con Lucas el Atlético maneja un dibujo algo más equilibrado en defensa, ya que Godín se ubica en el perfil derecho, dejando que sea el francés quien proteja el lado izquierdo, lo que permite al equipo combinar por la banda de Filipe Luis hacia donde habitualmente descarga el juego Lucas al tratarse de su perfil natural.
A pesar de que Savic ya se encontraba en perfecto estado para el partido de ayer, Simeone lo mantuvo en el banquillo hasta el minuto 90 de partido. Sustituyó a Augusto Fernández ("Lo pasó mal en la segunda mitad, ya estaba muy cansado y necesitábamos un perfil más alto y físico", se justificó Simeone) y se ocupó de defender el resultado ante el vendaval azulgrana. Pero Lucas siguió en su sitio, un lugar del que hoy por hoy, y conociendo a Simeone, parece complicado que vaya a despegarse. Sus dos noches de Champions hablan por él.
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