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Cristiano Ronaldo, el rey de la noche

El portugués explota la incompetencia de los centrales y los volantes del Wolfsburgo con una exhibición de liderazgo

Cristiano lanza la falta del tercer gol.Foto: atlas | Vídeo: FRANCISCO SECO (APF) / ATLAS
Diego Torres

El coro de Saint Martin in the Fields entonaba el himno de la Champions y la cámara recorría la fila del Madrid cuando el plano se detuvo en Cristiano Ronaldo. El ídolo sincronizó con la producción una mirada épica y un gesto de asentimiento. El cutis terso, humectado, las cejas delineadas, el pelo recién cortado y peinado conformando una facha como de museo de cera, compusieron la imagen más cuidada de los 22 jugadores sobre la cancha. Cristiano preparó hasta el último detalle. Estilístico y futbolístico. Habló con todos sus compañeros. A todos les hizo un gesto. A todos les transmitió su certeza, especialmente a Marcelo y a Ramos, con quien intercambió los últimos guiños. El hombre había resuelto hacerse cargo del equipo en el día más importante de la temporada. Había decidido que la remontada llevaría su firma. Respondió en consecuencia.

Había dicho Zidane que lo que le convenía al partido era “paciencia”. La cuestión era determinar el límite. ¿Dónde acaba la prudencia y comienza la temeridad? ¿En qué movimiento? ¿En qué pase? ¿Qué sentido tiene la paciencia en una noche de pasión? Los libros de historia dirán que sucedió en el minuto 16. Hasta entonces el Madrid no había conseguido más que un remate a la salida de un córner, que Ramos cabeceó alto. Poca cosa. Solo tanteo y retracto. Hasta el minuto 16. Hasta que Dani Carvajal, el más enérgico de los madridistas, aprovechó un error en un saque de banda rival, progresó, y metió un centro a la espalda de Dante y Naldo. Ninguno de los centrales del Wolfsburgo tuvo flexibilidad para girarse, ni agilidad mental para vigilar otra cosa que la trayectoria de la pelota. Ninguno despejó. El portero, Benaglio, no llegó. Cristiano los sorprendió a todos en el segundo palo. Un toque y gol.

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El 1-0 fue el hermano gemelo del 2-0. Solo los separó un minuto. Esta vez el centro cayó con un córner. Lo lanzó Kroos y Cristiano volvió a sorprender a sus marcadores. Esta vez el burlado fue Guilavougui, otro bigardo atlético e incompetente. El francés saltó a destiempo. Midió mal. Cristiano lo hizo a la perfección. El gol fue el resultado del contraste entre un maestro y un diletante del juego aéreo. El reloj marcó el minuto 17. El rey de la noche corrió con los brazos en cruz como impregnándose del aliento delirante de la hinchada. La lluvia no apagó el volcán. La eliminatoria estaba empatada. El autor había sido el más predecible. El mismo que marcó los goles decisivos a la Roma en octavos de final. El mismo que metió el gol decisivo en el último clásico. El que que sumó así 45 goles en esta temporada. El máximo realizador de Europa.

Cristiano se llevó los índices a las sientes. Recordó a sus compañeros que convenía conservar la cabeza fría. Durante la siguiente hora de partido el juego se congeló. Salvo en dos intentos, el Wolfsburgo no pudo salir. Modric abrió las hostilidades rompiendo la línea. Luiz Gustavo lo interceptó a dos metros de la media luna del área. El árbitro señaló falta. Cristiano ejecutó. La barrera se abrió con un escorzo de Naldo y la pelota entró por el hueco. Fue el gol 16 de Cristiano en una temporada de Champions. A uno de su récord de la campaña 2013-2014, el año de la Décima.

El héroe lo celebró corriendo hacia la esquina donde se ubica su palco personal. Señaló a su familia, metida en el cubo de cristal, comiendo, festejando. Quizás se lo dedicó a su hijo, Ronaldo Júnior. Todos sus colegas le abrazaron. El Bernabéu le ovacionó: “¡Ronaaaaaaldoooo, Ronaaaaaaldoooo…!”.

Así acabó la eliminatoria que, a priori, parecía menos disputada de los cuartos. Así se desenredó el embrollo de Wolfsburgo, consecuencia de una cadena de errores del Madrid bien explotados por su rival. Cuando el árbitro pitó el final, el hombre del hat trick cayó al suelo y estiró los brazos y las piernas como desmayado, o como abrazando la tierra. Pepe y Modric fueron los primeros en acudir a abrazarlo, agradecidos.

“Como goleador e icono nuestro se merecía una noche mágica”, dijo Ramos, mientras se marchaba al vestuario. “Para aquellos que dudaban, él se reivindica”.

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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