Adiós cruel de España a los Juegos
La selección de balonmano vence a Suecia (25-23), pero se queda a un gol de ir a Río. Un gol de penalti a falta de cinco segundos acaba con las opciones. No faltaba a una cita olímpica desde hace 40 años
España venció a Suecia (25-23), pero no cumplió la premisa. Necesitaba una renta definitiva de tres goles y se quedó a solo uno, en lo que supuso un adiós cruel y doloroso a los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro. El desenlace fue de lo más funesto, puesto que a falta de cinco segundos para el final, los Hispanos tenían el objetivo en la mano, las tres dianas de renta. Sin embargo, Guardiola interrumpió un lanzamiento de Andreas Nilsson y los árbitros señalaron los siete metros. Desde ahí, Ekberg no falló, y en la imposible, un zambombazo de Maqueda desde el centro del campo, a falta de dos segundos, repelió el pelotazo el portero Mattias Andersson.
SUECIA, 23-ESPAÑA, 25
Suecia: M. Andersson (Appelgren); Gottfridsson (3), K. Andersson (2), Kallman (3), Ekberg (5, 4p.); L. Nilsson (6, 2p), Nielsen (2); Olsson, Stenbacken, Konradsson, Karlsson, Pettersen, Zahrisson (1), A. Nilsson (1). Lanz.: 17/33. Pen.: 6/8.
España: Pérez de Vargas (Corrales); Gurbindo, Sarmiento (5), Ugalde (2), Morros, G. Guardiola, A. Dujshebaev; Maqueda (4), Pedro Rguez., R. Entrerríos (3), Aginagalde (2), Cañellas, Antonio García, Baena, Rivera (9, 6p.). Lanz.: 19/34. Pen.: 6/7.
Marcador: 2-3, 4-6, 7-7, 9-8, 10-9, 11-12; 14-14, 17-17, 18-20, 20-23, 23-25.
Árbitro: Nachevski y Nikolov (MAC). Excluyeron a Olsson, Petersen, Nielsen y K. Andersson (dos veces) por Suecia y a Aginagalde, Morros y Dujshebaev por España.
12.000 espectadores en el Malmoe Arena.
Adiós por tanto al sueño de Río, a una opción más de medalla para España. Por primera vez en 40 años, la selección masculina de balonmano -tres bronces en los últimos 20, 11 metales en las dos últimas décadas entre las principales competiciones- no competirá en una cita olímpica. La última vez que se ausentó fue en los Juegos de Montreal, en 1976. Estuvieron muy cerca los Hispanos, pero no podrán acompañar al equipo femenino, que sí logró el pasaporte el pasado mes de diciembre.
El escenario demandaba la gesta. Esta vez no valía ni desconexión ni paréntesis alguno, entre otras cosas porque Suecia es de esos equipos que a la mínima que le dejas aprieta y no te deja respirar. Así que la puesta en escena fue muy diferente a la de los dos pulsos previos, ante Eslovenia e Irán. Manolo Cadenas apostó de inicio por la frescura, por varios hombres que se han ganado los minutos a pulso, caso de Dujshebaev o Gurbindo, y especialmente Ugalde y Sarmiento.
Varios pesos pesados del equipo no están finos, así que fueron los teóricos teloneros los que tiraron del carro en el primer periodo. Fue Sarmiento, central del Barcelona, quien dio el primer paso al frente. El canario explotó al máximo los aclarados y percutió desde todos lados y en todo tipo de formatos. Le costó a Suecia atarle y España fue poco a poco recuperando sensaciones, aspecto esencial para tener opciones ante una situación límite como la que afrontaba.
La defensa fue más robusta y la primera línea hiló con claridad, pero enfrente emergió un inmenso Mattias Andersson, soberbio de pies y brazos. A los siete minutos (2-5) alcanzó por primera vez España la diferencia pretendida, esos tres goles que concedían el pasaporte a Río, pero a Suecia no se le disparó el pulsómetro y fue erosionando progresivamente hasta equilibrar el electrónico y adquirir ventajas de uno o dos goles, que supieron neutralizar con temple los Hispanos.
El control de la ansiedad era clave, el no dejarse llevar por un ambiente desatado y que invitaba el desenfreno, al cuerpo a cuerpo, con todo el graderío teñido de amarillo y banderolas suecas. Mente fría, control, timing. Lo tuvo España y se marchó al intermedio con un 12-11 favorable, con buenas vibraciones y media hora de fuego cruzado, tensión, litigio arbitral. De argucias lícitas La circunstancia propia de un mano a mano con un puesto olímpico en juego.
La intensidad creció y Jonas Kallman tuvo que enfilar el vestuario apoyado en los médicos tras recibir un tremendo balonazo que le golpeó en la sien. Pero conforme aumentó la temperatura, se enfrió el marcador. Durante varios minutos permaneció intacto el 17-17, en buena parte gracias a las paradas del jovenzuelo Mattias Andersson (38 años), y sobre todo al enredo del juego. Se multiplicaron los agarrones, los brazos a destiempo. Golpes y brega a más no poder.
Buscaron las cosquillas a Maqueda, tan necesario para descerrajar puertas blindadas como las de Suecia, y apareció el zurdo del Vardar. El problema es que el perímetro contrario también apareció por primera vez Kim Andersson, decisivo un día atrás con el gol de la victoria nórdica frente a Eslovenia. 19-21 a falta de ocho minutos y el sueño de Río tan cerca… o tan lejos, porque aún quedaba todo un mundo por delante y muchas cuestiones que discutir.
El desenlace fue taquicárdico y para ambos y cruel para España. El coraje de Raúl Entrerríos en la penetración, un latigazo de Maqueda y un paradón de Pérez de Vargas a un lanzamiento de Lukas Nilsson desde los siete metros enseñaron el camino (21-25). Limó luego Kim Andersson con esa zurda portentosa desde media distancia (22-25) y el partido llegó al clímax, en el que los jueces le escamotearon a España cuatro segundos de cronómetro, recuperados después con las protestas pertinentes y obligatorias. Entonces Guardiola trastabilló el antebrazo de Nilsson y el destino quedó en manos de Ekberg y los reflejos de Gonzalo. Acertó el sueco, con una frialdad descomunal, y el Malmoe Arena entró en combustión. Suecia estará en Río y España no.
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