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El Celta es un regalo para la vista

Un gol de Nolito pone de acuerdo el marcador y el juego ante un limitado Sporting

Nolito celebra el gol ante el Sporting.
Nolito celebra el gol ante el Sporting.MIGUEL RIOPA (AFP)

La necesidad era del Sporting, pero el fútbol fue casi todo del Celta. Y, aunque no siempre ocurre así, al final el marcador se puso de acuerdo con las sensaciones. Bastó un gol muy de Nolito, un futbolista que impone tanto respeto en el área que ningún rival se atrevió a encimarle cuando arrancó desde la izquierda buscando el lugar y el momento adecuado para el remate. Fue una de las muchas oportunidades del Celta, que recuperada la estabilidad tras una etapa muy convulsa, vuelve a parecerse al equipo que entusiasmó al comienzo de Liga.

Hubo un momento de la temporada, cuando el viento soplaba a favor, en que Abelardo se atrevió a juntar a jugadores como Halilovic, Ndi, Jony y Sanabria, cuatro jóvenes sin experiencia en Primera, pero mucho fútbol en sus botas. Hasta que los resultados y alguna lesión le llevaron a recuperar la versión más esforzada del Sporting, esa que le permitió ascender contra todo pronóstico.

Berizzo no tiene esas dudas porque el Celta sabe a lo que juega desde hace unos cuantos años. Así que, invariablemente, el entrenador argentino pone a los buenos, que pese a su condición de club vendedor son unos cuantos. Sobre todo del centro del campo hacia arriba, donde Orellana, Iago Aspas y Nolito se juntan para inventar todo tipo de combinaciones.

Desde el primer pitido de Mateu Lahoz, el Celta se adueñó del balón y redujo al Sporting al papel de esforzado secundario ante su afición. Berizzo ya no tiene a Krohn-Dehli, ni a Augusto Fernández, ni siquiera a Marcelo Díaz, pero pone a once jugadores que dominan todos los registros. Sobre todo los de asociarse con el balón siempre a ras de césped para llegar al área contraria. Wass y Radoja aseguraban una salida limpia del balón y el equilibrio defensivo. Los cuatro de arriba, el resto.

Milagrosamente, el Sporting alcanzó el descanso sin daños por la falta de remate vigués. Orellana, Aspas y, sobre todo, Nolito se procuraron un puñado de oportunidades, que se quedaron en nada. Toda la destreza para llevar el balón al área, se evaporaba a la hora de la verdad. El Sporting, con pocos recursos y menos atrevimiento, se las ingenió para agenciarse alguna llegada, sobre todo por la facilidad de desborde por su banda izquierda de Isma López y Jony. Un centro desde esa zona encontró a Sanabria totalmente solo en el punto de penalti, pero su cabezazo se marchó por encima del larguero.

La segunda parte iba por el mismo camino hasta que Nolito dejó de una pieza a Cuéllar, enfadado porque ningún compañero se lo pusiera un poco más difícil al andaluz. Curiosamente, la jugada llegó un minuto después de que Berizzo hiciese un cambio conservador, Pablo Hernández por Iago Aspas. Abelardo, a la fuerza ahorcan, empezó a soltar a sus estiletes ofensivos y el Sporting llegó más al área viguesa, pero no mejor. Tuvo alguna oportunidad en el arreón final, pero fue todo muy forzado, con poco fútbol. Muy lejos de un Celta que alegra a la vista.

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