Contador se queda a 4s de su tercera París-Niza
El espectacular ataque del escalador de Pinto en el col d’Éze hizo temblar al líder Thomas, quien resistió
En el col d’Éze que cae a plomo sobre Niza, en los pequeños cols que le rodean y que dan sentido tradicionalmente a la última etapa de la París-Niza, encontró Alberto Contador desde muy joven el terreno ideal para el ciclismo que le gusta, el de ataque y emboscada, el de juego de equipo, el de estrategia a largo plazo. En 2006, la tercera vez que lo asaltó, y solo tenía 23 años, una curva mal trazada en el descenso, el roce de un pedal contra el asfalto, le privó de una victoria que le consagraría un año más tarde, prólogo también de su primer Tour, y también en 2010, la última vez que Contador corrió, y ganó, la carrera en la que conoció y amó el gran ciclismo. Entonces peleaba y derrotaba a ciclistas más veteranos que él, a Rebellin, Pellizotti o Cadel Evans; en 2016, el veterano es él, y los jóvenes aún le temen.
Al col d’Éze, a los pequeños cols explosivos que le preceden, regresó fiel el domingo Contador, 33 años ya cumplidos, con ánimo guerrero y el deseo de ganar por tercera vez la carrera que anuncia la primavera en Francia, objetivo del que se quedó a 4s, los que le faltaron para aniquilar definitivamente la resistencia del galés Geraint Thomas, que había comenzado el día con 15s de diferencia a su favor en la clasificación general.
El ánimo guerrero y el estilo de Contador son previsibles y conocidos, y también causan pavor porque, pese a que todos los rivales saben lo que va a hacer, dónde lo va a hacer y cómo lo va a hacer, inevitablemente terminan convertidos en perseguidores ansiosos. Después de lanzar a dos Tinkoff por delante, Kiserlovski y Trofimov, Contador comenzó a demoler a Thomas y a su poderoso Sky mediada la etapa, en la ascensión a la côte de Peille, a casi 50 kilómetros del paseo de los Ingleses donde en Niza termina siempre la carrera. Atacó allí el escalador de Pinto y enlazó con sus compañeros en vanguardia, con los que llegó a tener casi un minuto de ventaja. Thomas gastó medio Sky en la persecución, que terminó al pie del col d’Éze, donde el mejor peón del español, el escalador polaco Rafal Majka, le lanzo el sprint cuatro veces, los cuatro ataques que necesitó para romper, a un kilómetro de la cima, la voluntad del galés tenaz. Se fue Contador con Porte y alcanzaron al belga Wellens, el que quedaba de la primera fuga (y el que les ganó la etapa), mientras a su espalda, Sergio Henao, el último de los del Sky que le quedaban guiaba contra la desesperanza al rodador británico, quien solo pudo respirar, seguro de conservar el maillot amarillo, cuando tuvo a la vista al grupo del español espectacular que volvió a ser leal a su estilo y a su col más querido de Niza.
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