Dos pinceladas de Ibrahimovic retratan al Chelsea ante el PSG
Una asistencia y un gol del sueco desarman los pocos recursos de los de Hiddink
Murió el partido con bastantes minutos que jugar y sin que el París Saint-Germain firmase una exhibición y ese es el peor síntoma que retrata al Chelsea, que desde que en diciembre llegó Guus Hiddink para reemplazar a Mourinho se ha ido sosteniendo en una precaria tranquilidad sin más derrota que la sufrida en Paría la ida de los octavos de final de la Liga de Campeones. Cayó también en la vuelta, lo que delata que el equipo no está para alardes a ese nivel, dominado por un PSG aseado, pero que al tiempo mostró algún borrón y se llevó el triunfo en dos apariciones, una asistencia y un gol de Ibrahimovic, que no precisó de grandes carreras para dejar su sello.
Dos maniobras dieron sendos respingos al partido. La primera de Ibrahimovic le valió al PSG concretar con un gol sus buenas intenciones iniciales porque partieron sin temores ni mayores precauciones para defender su mínima ventaja de la ida (2-1) con el balón en los pies. Tocó y tocó el equipo de Blanc hasta que apareciesen los espacios, buscó superioridades con agregaciones como la de Di María, que en ataque abandonó la cal para entrar en la circulación de la pelota desde posiciones más centradas. No le importó al PSG dejar baldía la derecha de su ataque y sí encontrar soluciones para manejar el esférico y esperar que alguien apareciese en esa zona. Fue justamente Ibrahimovic el que cayó en la acción que valió un bello gol rematado al otro lado del área por Rabiot para dar por buena tanta permuta.
Varios errores del PSG
Iba un cuarto de hora de partido y el Chelsea estaba pasando un mal rato. Se suponía que la pelota no iba a ser suya, pero también se aguardaba que la codicia por la remontada le ayudase a tramar una presión más incisiva. El PSG se sintió cómodo, pero entonces cometió varios pecados. El primero de ellos olvidarse de la portería rival y abandonarse a un rondo sin profundidad. Y en esa tesitura llegó un segundo error: encadenar varias pérdidas en sectores sensibles. Despistarse en la circulación de la pelota es lo peor que le puede ocurrir a un equipo que se enfrenta al Chelsea, que recupera y golpea. Y para eso nadie mejor que el sanguíneo Diego Costa, que tantas veces criticado y hasta denostado dejó un gol de delantero de verdad, un recurso para desembarazarse de Thiago Silva y culminar una centelleante acción de Willian y Pedro, el resultado de la enésima desatención del PSG en el cuidado de la pelota antes de atravesar su propia medular.
El gol del empate mostró donde estaba el camino de la eliminatoria. El PSG se empeñó en allanarlo, al Chelsea le faltaron recursos para explotarlo. No el de Diego Costa, que hizo un partido irreprochable y marcó su undécimo gol en quince partidos con Hiddink. Con él quizás haya que medir la munición para no siempre use bazooka cuando lo aconsejable en ocasiones es emplear el sable, pero pocos con su capacidad para ir a la guerra. Y el Chelsea justamente en esta ocasión necesitaba contundencia ante la esgrima de los galos. En esas andaba Costa, desquiciando y agitando, hasta que el físico le marcó el límite y tras una hora de litigios se tuvo que ir al banquillo.
La noticia supuso para el París Saint-Germain una anestesia tras dolor de muelas. Mientras la asimilaba le sostuvo Trapp en el canto del cisne londinense, un doble remate de Willian y Hazard al que respondió el meta con sobriedad y solvencia. Sin Costa el PSG no cambió el paso, pero no lo precisó para resolver la eliminatoria, tan solo esperar el error del rival. Lo cometió Azpilicueta, que despistó la marca sobre Di María en la continuidad de un saque de esquina y dejó un latifundio a su espalda. El argentino encontró terreno para percutir y sacar un centro raso que remató Ibrahimovic para sentenciar. Porque quedaban más de veinte minutos por delante, pero no hubo respuesta del Chelsea, sin noticias de Hazard, demasiado vulgar antes de irse de nuevo lesionado, tampoco de Fàbregas, con apenas un par de apuntes de Willian, con menos fútbol que millones.
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