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¿Cómo se adaptarán los nadadores a las finales nocturnas de Río?

En Brasil las medallas se disputarán entre las 10 y las 12 de la noche; Gregorio Paltrinieri y Mireia Belmonte, entre otros, tienen su propio plan para acostumbrar el cuerpo a esos horarios

Eleonora Giovio
Fred Vergnoux y la nadadora Mireia Belmonte el pasado verano en Barcelona.
Fred Vergnoux y la nadadora Mireia Belmonte el pasado verano en Barcelona.ALEJANDRO GARCÍA (EFE)

A las 10 de la noche un nadador suele estar dormido ya. O ir camino de la cama después de un día extenuante en el que el despertador ha sonado entre las 6 y las 7.30 y ha pasado entre cuatro y ocho horas en la piscina. A las 10 de la noche en Río 2016 empezarán las finales: las medallas se disputarán entre esa hora y la media noche. La italiana Federica Pellegrini colgó en su Instagram pequeños vídeos de sus intentos de tirarse a la piscina a las 10 de la noche. Su compatriota Gregorio Paltrinieri, campeón del mundo de 1.500, ha hecho una prueba de una semana cambiando todos sus horarios para adaptarlos a Río. “Y no lo voy a volver a hacer hasta que estemos allí porque tirarse siete meses así es un estrés inútil”, cuenta el italiano al otro lado del teléfono.

La selección inglesa (que a las 18.30 ya ha cenado…) viajará a Río un mes antes y llevará a cabo una aclimatación progresiva para ir acostumbrando el cuerpo poco a poco (con cambios horarios de 15 minutos cada día). La selección alemana se ha entrenado durante tres semanas con los horarios de los Juegos y ha comprobado que los tiempos de la primera semana eran pésimos y que sus nadadores iban muy lentos por las noches. “El cuerpo está hecho para rendir al mediodía, no por la noche”, dice Fred Vergnoux, el entrenador de Mireia Belmonte que en Río quiere nadar seis pruebas. Las semifinales serán, precisamente, entorno a la una.

Simulaciones de nueve días

“Hemos diseñado un plan de ataque con simulaciones de unos nueve días para ver qué significa estar al 100 % a la una de la tarde y volver a estarlo otra vez a las 11-12 de la noche. Queremos ver cómo afectan esos horarios al rendimiento, al nivel de sueño, a la recuperación y a la comida”, explica Vergnoux. Durante esas simulaciones (la primera en abril) la rutina de Mireia cambiará por completo. Si normalmente se levanta a las 6.30, se entrena entre 7 y 11.30, come a las 13 horas, vuelve a entrenarse entre 13.30 y 19.30 y cena a las 20, retrasará todo unas 3 horas. Es decir, entrará a la piscina a las 10, comerá a las 16 horas y terminará la jornada a las 22.30.

A las 2 de la madrugada, el fisio tendrá que estar a mil y lo mismo el encargado de analizar los datos biomecánicos de las pruebas. Va a ser un trabajo de equipo” FRED VERGNOUX

“Cambié los horarios durante una semana el pasado mes de noviembre. Yo normalmente estoy en la piscina entre 9 y 11 y entre 17 y 19. Esa semana retrasé todo para nadar mis kilómetros diarios entre las 13 y las 15 horas y entre las 21.30 y 23.30. Me acostaba sobre las 2.30 de la madrugada y me levantaba a las 10. Se me hacía raro salir de casa para ir a la piscina cuando ya era noche cerrada… Una vez que coges el ritmo te acostumbras rápido y el cuerpo se adapta. El problema es otro…”, relata Gregorio Paltrinieri.

Tapones y antifaz

El problema es que la Villa Olímpica suele ser un bullicio a las 7 de la mañana. “El físico lo acostumbras… Es a ese contexto al que no te vas a acostumbrar. Para poder despertarme a las 10 en la Villa tendré que llevar antifaz y tapones e intentar hacer mi vida porque todos los demás atletas irán a un ritmo normal”, cuenta Paltrinieri.

“Nosotros ya hemos pedido a la Federación que en la Villa Olímpica nos busquen las habitaciones en los pisos más altos para alejarnos todo lo posible del ruido”, confiesa Vergnoux que, igual que Paltrinieri es contrario a hacer vida diaria con los horarios de las finales de Río. “No vamos a hacer toda la preparación con el timing de la competición porque es un poco ir contra natura”, explica el entrenador de Mireia recordando que los españoles, en cuanto a horario, tienen una pequeña ventaja porque hacen todo más tarde que el resto de los europeos.

Tú puedes retrasar tus horarios y acostumbrarte... El problema es que la Villa Olímpica suele ser un bullicio a las 7 de la mañana" GREGORIO PALTRINIERI

Hay otro aspecto a tener en cuenta y no sólo es que las finales sean tan tarde, sino que los medallistas se acostarán unas cuantas horas después de la medianoche. “Entre la ceremonia, los encuentros con la prensa y los controles antidoping, puedes acabar en la cama tranquilamente a las 4. Para mí, que sólo nado una final (1.500) no es un problema, pero imagínate nadadores como Mireia Belmonte que igual nadan cinco…”, afirma Paltrinieri.

Lo sabe Vergnoux. “A las 2 de la madrugada, el fisio tendrá que estar a mil y lo mismo el encargado de analizar los datos biomecánicos de las pruebas. Va a ser un trabajo de equipo”, explica recordando que en los Juegos de Pekín las finales fueron por las mañanas y hubo unos cuantos récords del mundo. Todo es cuestión de acostumbrarse.

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Sobre la firma

Eleonora Giovio
Es redactora de sociedad especializada en abusos e igualdad. En su paso por la sección de deportes ha cubierto, entre otras cosas, dos Juegos Olímpicos. Ha desarrollado toda su carrera en EL PAÍS; ha sido colaboradora de Onda Cero y TVE. Licenciada en Ciencias Internacionales y Diplomáticas por la Universidad de Bolonia y Máster de EL PAÍS.

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