El exitoso plan de Simeone para los derbis

“Esto es lo que somos”. Lo dijo Simeone al acabar el partido ante el Madrid —su 19º derbi como entrenador rojiblanco—, después de lograr la tercera victoria consecutiva en el Santiago Bernabéu, la séptima con él en el banquillo. La confesión dice más de lo que parece. El Atlético es lo que es, porque es lo que el entrenador quiere que sea. Y lo es de una manera recurrente, basta echar la vista atrás para confirmarlo.

En el episodio del sábado se dieron situaciones que se han repetido de manera regular en los últimos enfrentamientos. Entre ellas la que tiene que ver con el apartado de la posesión. Ante el equipo de Zidane, el Atlético sólo tuvo la pelota de su lado el 29% del tiempo, un espacio breve en apariencia, aunque suficiente para poner en práctica el plan de Simeone. El Atlético remató ocho veces ante Keylor Navas, cuatro fueron a portería, y en un contragolpe encontró el gol. Lo hizo Griezmann, el segundo jugador rojiblanco que más veces entregó con éxito la pelota (37) —sólo superado por Gabi con 38—, algo que pudo hacer gracias a la presencia estática de Fernando Torres en la punta del ataque. Esa libertad permitió al francés acercarse al centro del campo para apoyar la salida del balón y complicar su marca a la defensa del Madrid.

En el derbi de la primera vuelta, con Rafa Benítez en el banquillo blanco, la pelota fue del Atlético el 45% del tiempo. En el 1-2 y el 4-0 de la temporada 2014-2015, con Ancelotti, el 44 y 35%, y en el 0-1 y el 2-2 de la 2013-2014, el 38 y el 40%. Nunca ha resultado imprescindible para los rojiblancos dominar el balón para lograr su objetivo. Sin embargo, su fortaleza en el centro del campo, —donde siempre ha plantado a cuatro centrocampistas, llegando a ser cinco a la hora de defender—, le ha servido para anular las transiciones del Madrid y evitar que el partido subiera de velocidad.

Nunca ha resultado imprescindible para los rojiblancos dominar el balón para lograr su objetivo

En todos los derbis hay un futbolista rojiblanco que debe multiplicarse para lograr ese objetivo. El último en hacerlo fue Koke. En el anterior le tocó a Griezmann, y en la temporada pasada Raúl García y Arda Turan fueron reclutados para la causa. Sin Carrasco, lesionado, las pocas armas ofensivas del Atlético pasaban por presionar la salida de balón desde la posición de ataque, tarea de Torres, anteriormente de Mandzukic, para recortar el espacio a recorrer en caso de recuperar la pelota. Acotar los espacios es indispensable para agrandar la presión y generar más errores, fuente de creación para un equipo contragolpeador por definición.

Recurrir a los laterales

Controlar la subida de los laterales y elegir el momento para hacerlo es otro de los patrones que se describen en el argumentario de Simeone. Tanto Filipe Luis como Juanfran midieron sus incorporaciones al ataque en el Bernabéu, aunque sí lo hicieron para ensanchar el campo y obligar a los jugadores del Madrid a abandonar la zona central del campo.

La notable inferioridad en la posesión del Atlético no propició, sin embargo, el aumento en el volumen de faltas. Hicieron menos que el Madrid, 13 por 14, computaron las mismas en la anterior visita al Bernabéu, 11, y estuvieron notablemente por debajo hace dos temporadas, 19 por 22.

“Fue un partido muy pensado y nos llevamos una victoria justa. Tomamos con naturalidad ganar en el Bernabéu”, remató Simeone. Y es así. Su planteamiento sigue mostrándose efectivo y sin fecha de caducidad.