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La Juventus nunca se rinde

El equipo italiano, basado en el cerrojo y las contras, tira de alma para igualar la diferencia de dos goles ante un Bayern de juego abrasivo

Jordi Quixano
Sturaro, en el remate que supuso el empate.
Sturaro, en el remate que supuso el empate.GIUSEPPE CACACE (AFP)

El amor por el balón no pudo con la pasión por el resultado. Ni el Bayern, que gobernó el duelo de pe a pa, sometió a una Juve que no entiende de rendiciones. Le bastaron unas pocas contras validadas por la enclenque zaga alemana para igualar un partido que parecía decidido, una desventaja de dos goles que ahora deja abierta la eliminatoria.

Bastaron 30 segundos para entender el encuentro, con dos equipos extremadamente respetuosos con sus creencias. El Bayern jugó el balón de costado a costado, se cobró metros hasta el balcón del área y tras una pérdida, la Juve ejecutó el contragolpe mediante un pelotazo con sentido desde la defensa hacia la carrera de Mandzukic, que disfrutó de un uno contra uno ante Kimmich pero lo desperdició al rematar de primeras y ofrecerle manso el balón a Neuer.

Expresó pues el equipo de Guardiola una vez más su predilección por el buen trato de la pelota, por la paciencia en la composición. Una propuesta dulce a ojos de los estilistas que chocó ante la primitiva de la Juve pero también atractiva para los que anteponen la necesidad de abrochar su portería para encomendarse a la contra ocasional.

Es la Juventus un equipo con alma y con callo, capaz de sufrir porque le sobra solidaridad en sus filas, con coberturas multiplicadas. Así lo demostró Pogba con sus piernas elásticas y sus ayudas a Evra, que se las tenía con Robben, y así lo remarcó Marchisio con sus movimientos de socorro sobre Lichtsteiner para contener a Douglas Costa. Por lo que atados los extremos, al Bayern le quedaron dos rampas de ataque: las llegadas de los laterales y las contras. Avisó primero Lahm al filtrar un pase a Lewandowski que Müller, reñido con el balón, no supo sentenciar. Y se subrayó el capitán al abrir para un Robben que, desafinado en la volea, no completó. También Bernat se presentaba por la izquierda para surtir de centros estériles ante la robusta zaga bianconera; y hasta pisaba área para efectuar un remate mordido que por poco no se le atraganta a Buffon.

No surtía efecto el ataque al abordaje del Bayern porque la Juve defendía con 10 jugadores por detrás de la pelota, sin complejos. Hasta que el equipo bávaro encontró también en la contra la receta del éxito. Primero fue Robben el que profundizó por la derecha hasta sacar un centro al segundo palo, a la llegada de Costa, que prolongó al área chica. El esférico rebotó en la zaga y Müller hizo las paces con el balón para festejar su gol. Y después, Lewandowski condujo para abrir a Robben, que sacó a relucir su característico recorte hacia dentro y el látigo para sacar un chut secó a la red.

Pero la Juve no sacó la bandera blanca, orgullosa como es. Y se ensañó con Kimmich, un medio reconvertido a central que se perdía con la línea. Y, en una contra, un mal despeje suyo fue resuelto por Dybala a gol. Vitaminas de ilusión para los italianos que se refugiaron en Pogba —no atinó en su disparo desde fuera del área— y en Morata, que revolucionó el choque. Así, tras mezclar con Mandzukic, sacó un centro para la llegada de Sturaro, que puso la bota y el empate a tiempo. Por lo que la Bestia empató con la Bella.

Pellegrini se la juega ante el Dinamo de Kiev

El Manchester City está fuera de la Copa inglesa (cayó goleado 5-1 ante el Chelsea) y a seis puntos del líder en la Premier. Esta noche ante el Dinamo de Kiev (20.45, beIN Sports), Manuel Pellegrini se juega toda la temporada —la última en el City— a la carta de la Champions, donde el técnico chileno nunca ha pasado de los octavos con los citizens. "Son 180 minutos, la eliminatoria no acaba aquí", argumenta el entrenador del City, el equipo que más se ha gastado en fichajes desde 2008, mil millones de euros.

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