La obra cumbre de Messi
El 10 marca la diferencia en un partido muy bien jugado por el Celta y el Barça y presidido por un penalti indirecto que transformó Luis Suárez
El Celta es un equipo encantador, seguramente el que mejor le juega al Barça, tanto da que el partido se dispute en Vigo como en el Camp Nou. Tampoco importan sus alineaciones, por más futbolistas que le falten a Berizzo. La actuación colectiva de los celestes fue de nuevo tan irreprochable como el monólogo de Messi. El argentino lideró una función memorable del Barça. No hay antídoto contra el 10, protagonista de una obra majestuosa, porque convirtió en jugada de gol cada una de sus intervenciones: marcó de falta (1-0), como Koeman o si se quiere Kubala; asistió a Luis Suárez (2-1) y habilitó a Neymar antes de que volviera a rematar el 9 (3-1), igual que Maradona, y se vistió de Cruyff en la ejecución del penalti que le hizo Jonny en el 4-1.
Hartos ya de fallar Messi y Neymar el tiro desde los 11 metros —seis de 14—, el argentino tocó la pelota para la llegada del uruguayo y sorprender a Sergio Álvarez. Más o menos como Cruyff y Jesper Olsen en el Ajax-Helmond de diciembre de 1982. Los barcelonistas se recrearon después de aguantar la afrenta del orgulloso Celta. No pareció una falta de respeto sino una respuesta al escario por las penas marradas y un lujo acorde con el momento dulce de juego que vivía el Barça. No hay jugador más serio que Messi.
No llora el Celta; tampoco se abandona, siempre reconocible en la cancha por su ideario, incluso cuando en la alineación no figuran los centrales ni los delanteros titulares, remendado sobre la marcha por Berizzo. El plan es irrenunciable: la presión alta, la intensidad máxima y duelos individuales en las distintas zonas del Camp Nou. Jugó con la grandeza de siempre a pesar de contar con futbolistas menores o menos conocidos en la Liga.
A los azulgrana les escoció la derrota en Balaídos. No acostumbran a ser condescendientes, y menos ahora que el Madrid se ha liberado con Zidane y no cede el Atlético. Insistieron mucho, corrieron más y buscaron el desequilibrio a partir de las aceleraciones de un excelente Iniesta y de Messi. A la velocidad, sin embargo, le faltaba precisión, como se vio al poco de empezar en un tiro de Neymar tapado por Sergio. Igualmente determinante fue Bravo cuando le sacó un remate a Planas.
Los porteros mandaron durante un rato hasta que compareció Messi. El 10 transformó una falta directa desde unos 30 metros, perpendicular al poste izquierdo del arco del Celta, con un disparo potente y colocado que superó la barrera y se coló junto a la escuadra de Sergio Álvarez. A buen seguro que es uno de los mejores goles a balón parado de Messi, más templado y atinado que Neymar. El brasileño se mostró tan generoso como errático en la toma de decisiones y en el chut al marco del Celta. El equipo celeste, de todas maneras, tampoco atiende al marcador, ni siquiera cuando el rival es el Barcelona. Así que siguió dale que te pego, resistente, valiente y desafiante, punzante desde el costado de Beauvue, atento a cualquier desatención del Barça. Y encontró la recompensa en una imprudencia de Alba, que enganchó la pierna de Guidetti cuando se iba en dirección contraria a la de Bravo. El árbitro pitó el primer penalti de la Liga en contra del Barça y el ariete no perdonó la ingenuidad de Alba.
Neymar espabiló en la reanudación con un regate prodigioso al que Suárez no supo dar continuidad porque su tiro dio en el palo izquierdo de Sergio Álvarez. Los azulgrana le dieron más continuidad al juego, fueron más regulares y constantes, obsesivos en desgastar y reventar al Celta. Los celestes, sin embargo, no aflojaban, sino que su solidaridad defensiva fue tan extrema como la afrenta de Guidetti.
No hay, sin embargo, un futbolista más indesmayable que Luis Suárez. El uruguayo se apoyó en Messi, excelso en el pique del cuero para superar a la zaga, y remató a bote pronto a la red para igualar en el pichichi con Cristiano Ronaldo: 21. La mayor implicación de Neymar y la entrada de Aleix Vidal y Rakitic permitieron respirar al Barcelona a pesar de que Gudetti y Wass ponían en aprietos la inestable defensa del Barcelona.
La pugna duró hasta que volvió Messi, excelente con su diagonal, asistente de un virguero Neymar, que se deshizo del portero para tocar la bola al segundo palo, donde apareció la puntera de Suárez. El gol tuvo un efecto terapéutico para los azulgrana y cerró el choque para el Celta. Neymar afinó, persistió Suárez —máximo artillero: 23— y se superó Messi, ahora con un penalti indirecto rematado por el 9 en el maldito gol norte del Camp Nou. La contienda se acabó con dos tantos más que encumbraron al tridente y coronaron la exhibición del Barça tras una hora excelente del Celta. No hay quien pare a Messi, jugador, goleador, asistente, más futbolista 10 que nunca, cuando se pone a jugar, y menos en el Camp Nou.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.