La metamorfosis de Rakitic
El medio del Barcelona, epicentro del juego en el Sevilla, conquista el Camp Nou en un año y medio gracias a su ejercicio solidario
Iván Rakitic (Möhlin, Suiza; 27 años) fue el primer capitán extranjero del Sevilla desde que lo fuera en su día Maradona, ya de capa caída con su sugerente barriga pero no con su liderazgo ni con sus pies como demostró con esa pelota de papel sobre la línea de fondo. El centrocampista croata —nacionalizado por los orígenes de su padre— no tiene ese talento superdotado sobre el tapete, por más que gobernara el fútbol del Sevilla, pues todos jugaban para él, catapulta y punto final porque hace dos cursos firmó 15 dianas y 18 asistencias de gol. Méritos que le valieron para firmar por el Barcelona, donde se le exigió no perder su personalidad aunque sí parte de su juego porque debía adaptarse al contexto sin pisar tanto el área para entregarse al juego colectivo. De rey a sirviente con la confianza ciega de Luis Enrique y de la plantilla. “Es normal, se entiende y se trata de ayudar al equipo”, explica Rakitic, que se presupone participará del duelo de esta noche en Copa ante el Athletic (21.30 C+ Partidazo / 1-2 en la ida); “en cada equipo tienes un rol diferente, pero lo más importante es entenderlo y tirar hacia delante, aunque luego se quiera tener un rol especial dentro del grupo”.
No es casualidad que en casi cada encuentro Rakitic sea quien más kilómetros completa, aunque pronto se le quede la cara roja por el esfuerzo. Y eso que antes de cada partido come hidratos y se bebe de cinco a seis litros de agua. “Mi mujer dice que cambio de aspecto, que me quedo como más chupado… Pero sí, acabo agotado”, cuenta el futbolista. “No para de correr. Es una verdadera máquina”, intercede su compañero Piqué. Para ello, se cuida a más no poder. Resulta que cada dos o tres meses revisa un programa individualizado de trabajo que realiza en su casa, extra a lo que ya hace en la ciudad deportiva del Barcelona. “Siempre intento trabajar más. Mucho más”, admite, al tiempo que también reconoce que cuando se lo permite el calendario disfruta de unos buenos partidos de pádel y de tenis, incluso de baloncesto.
Cada dos o tres meses revisa un programa individualizado de trabajo que realiza en su casa, extra a lo que ya hace en la ciudad deportiva
Luego, claro, aprovecha para pasar tiempo con su mujer y su hija Altea, feliz porque dentro de unos meses vendrá una hermanita a la que todavía no le han puesto nombre. Aunque para desconectar no es raro verle pasear por Gavà Mar con sus dos perros: Bruno, un labrador de cuatro años y medio; y Enzo, un pomerania de apenas un año. O aprender un poco más de catalán, idioma con el que ya se defiende y que sería el octavo en su repertorio junto al castellano, inglés, italiano, francés, alemán, alemán suizo y croata.
En un curso y medio, adaptado del todo a la ciudad y al equipo, Rakitic ha cambiado en parte su concepción del fútbol. Antes, atacaba; ahora, hace de todo. Así lo explican sus números, con 80 recuperaciones en la Liga. Lo que sale a 4,2 por partido, solo por detrás de Busquets (6), Piqué (5,7) y Alba (5,6), aunque lejos de los registros goleadores de antaño porque suma dos en Liga y otros dos en la Champions, también cuatro asistencias en la temporada.
El comodín de Messi
“Al final mucha gente no lo ve, pero robar un balón también te llena de satisfacción porque supone hacer un trabajo que puede provocar una oportunidad para marcar goles”, señala; “no es lo mismo, pero es una alegría y me gusta porque eso ayuda al equipo. Así que seguiré intentándolo”. Jauja para el costado de Alves y Messi, focalizados con frecuencia en el ataque y despistados más veces de la cuenta en defensa. “Si hay que hacer 5.000 metros, pues se hacen porque si jugamos para Leo es porque se lo ha ganado y trabajado. También cubro a Dani porque a veces es otro extremo. Y si con eso vuelvo a ayudar al equipo, pues ya está bien”, conviene, aunque también asegura que trabajar en defensa no le quita su “voluntad de atacar cuando se pueda”. Y tal es la incidencia de Rakitic en el equipo, que en la Liga sólo se ha perdido un encuentro —ha disputado 16 de titular (11 completos) y tres de suplente— y fue por un problema muscular en el gemelo. Luis Enrique, entonces, fue diáfano: “Su lesión nos trastoca los planes por el nivel que tiene”.
Para Rakitic la transformación es un proceso amable. “Si no disfruto en el mejor club del mundo, no lo haré nunca”, advierte. Y, competitivo como es, le encanta pertenecer al Barcelona por los títulos y las copas, también por el intercambio de camisetas en Europa, todo trofeos que acumula en una habitación de su casa. “Es mi mini museo”, asegura satisfecho; “porque allí se ve reflejado todo lo que hago en mi trabajo”.
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