Las faltas, un antídoto ante el Barça

Desde que llegara Johan Cruyff al banquillo del Barcelona a finales de la década de los 80, la posesión de la pelota resultó una imposición. No fue raro que con el tiempo aparecieran jugadores más técnicos que físicos que entregaban el esférico con diligencia y precisión. O futbolistas menudos que se definían al primer toque porque desde niños debían desprenderse del balón antes de tiempo para evitar las tarascadas rivales. Ahora, no se ha perdido la escuela del passing game azulgrana, expresada en Iniesta, Messi y Busquets, capaces de circular el cuero a una velocidad hipersónica como de aguantarlo, del mismo modo que anteriormente también lo hacía Xavi. Ocurre, sin embargo, que los contrarios entienden las patadas o los agarrones como un buen método para detener el fútbol del Barça. El Espanyol, que sacó un empate, fue el último ejemplo de otros tantos.

“Un partido normal”

No se contaron en el derbi de Cornellà entradas con intención de hacer daño —quizá una de Diop sobre Suárez con los tacos por delante—, por más que alguna fuera subida de tono y reincidente. “Fue un partido normal, de tarjetas amarillas”, expone el presidente del Espanyol, Joan Collet,  iracundo por lo que entiende como una campaña “de la maquinaria nacionalbarcelonista”.Y abunda: “Igual condiciona al árbitro en el partido de Copa —se miden en octavos—, pero es una vergüenza y mentira”. El colegiado, en cualquier caso, no detuvo los topetazos del Espanyol, que cometió 22 faltas (el rival que más frente al Barça junto con Las Palmas), por las 10 en las que se quedaron los azulgrana. “En el fútbol se permite el contacto. Luego hay que generar a través del juego”, replicó el técnico Luis Enrique. Aunque el equipo convive con las faltas porque recibe 16,1 por partido, el segundo que más por detrás del Valencia (18) y lejos del Madrid, que se queda en 13,5.

Todos los rivales del Barça han alcanzado los dos dígitos en faltas cometidas. El Getafe, el que menos, se quedó en 10. Algo que no cumple el equipo azulgrana —en siete encuentros no pasó de la cifra—, porque amasa casi siempre el balón y no lo necesita. Así, no es de extrañar que sea el que menos faltas ha cometido en total (163) y el Espanyol el que más (347), seguido por el Eibar (301). Las estadísticas se reafirman también con las cartulinas amarillas; el Barcelona es el que menos ha visto (27), por las 66 del Levante y 63 del Espanyol, líderes en la tabla.

Para Galca, entrenador del Espanyol, era capital la intensidad en la medular para que los delanteros no se pudieran girar. Neymar y Messi recibieron cuatro faltas y al menos el 10 quedó difuminado ante la maraña de hombres por su zona. Pero a Leo poco le importa porque cuando se le pregunta sobre las patadas que recibe, ni atiende: “No sé, no me acuerdo de eso”. Lo mismo opinaba Pep Guardiola: “Si nos hacen faltas, la culpa es nuestra por no pasar más rápidamente el balón”. Y de forma similar se expresó Luis Enrique: “La fórmula para evitar a los equipos que juegan al límite es meter una ocasión para llevar el partido a donde quieres”.

Aunque también hay un aspecto positivo en la acumulación de faltas recibidas; las que se dan en el área. Y el Barça, con nueve, es el que más penaltis ha disfrutado, seguido por el Madrid (5). Ocurre que la pena máxima es la peor de sus suertes, toda vez que ha fallado cuatro (dos Messi y dos Neymar). Pero esa es otra historia.