Ganar es más fácil que gobernar
No hay más debate hoy en el barcelonismo que el de la necesidad o no de reforzar la plantilla
Antes del partido del miércoles contra el Betis, el equipo ofrecerá a su afición los cinco títulos ganados en 2015; defenderá el liderato de la Liga que comparte con el Atlético, a pesar de contar con un partido menos, el que tiene pendiente contra el Sporting, aplazado por el Mundial de Clubes; y es el favorito para superar la ronda de octavos de final en la Copa del Rey, contra el Espanyol en enero, y en la Champions, en febrero ante el Arsenal.
Messi es el máximo favorito para ganar el próximo 11 de enero el Balón de Oro. La renovación de Neymar “va bien” —palabra del jugador— por más recados que reciba su padre desde Manchester y Madrid, y Luis Suárez ha dicho que ninguna oferta millonaria le moverá del Barça. Busquets, mientras, parece tan a gusto que incluso juega los partidos amistosos con Catalunya sin mediar parte médico de sus últimas molestias con el Barcelona. Y, una vez traspasado Pedro, ningún suplente, y mucho menos Adriano, se quiere ir del Camp Nou.
Acaso se puede esperar una queja de Ter Stegen por no jugar ningún partido en Japón
El entorno parece más ocupado por las noticias del Bernabéu, y muy especialmente sobre el futuro de Benítez, que de los contratos de patrocinio que la directiva azulgrana no acaba de cerrar ni siquiera con Catar. Incluso han dejado de llegar noticias de los juzgados por los múltiples pleitos abiertos en el club cuando antes abrían las páginas de los periódicos cada viernes o lunes después de la jornada liguera o de la Champions. Hay una quietud sorprendente en un club sobresaltado como el Barça.
Acaso se puede esperar una queja de Ter Stegen por no jugar ningún partido en Japón. Y poca cosa más hay prevista en el Camp Nou. Insisten los jugadores, los directivos y el técnico que quedan objetivos muy importantes por afrontar: ningún equipo ha revalidado por ejemplo el título de la Liga de Campeones y hay especial interés por desmentir que ganar el Mundial de Clubes acostumbra a tener fatales consecuencias, como se constató con Guardiola y el año pasado con el Madrid.
No hay más debate hoy en el barcelonismo que el de la necesidad o no de reforzar una plantilla que a partir del 4 de enero, después de la apertura de la ventanilla de la FIFA, incorporará a Arda Turan y Aleix Vidal. Luis Enrique quiere un delantero capaz sobre todo de jugar por la banda izquierda y sustituir a Neymar. Al técnico le gusta Nolito y no descartaría tampoco repescar a Denis Suárez. El problema es que la junta no quiere gastarse ni un euro porque necesita cumplir el presupuesto por exigencias de unos estatutos retocados a su gusto desde los tiempos de Rosell.
El poder de Messi, Luis Suárez y Neymar no es solo disuasorio con los rivales sino también para el propio Barcelona
Hay directivos, sin embargo, que coinciden con muchos socios y opinadores en que no conviene fichar a nadie, tampoco a un atacante, por más que cada vez que miran al banquillo constatan que el Barça es seguramente el equipo que dispone de menos suplentes solventes de cuantos aspiran a ganar la Copa de Europa. El poder de Messi, Luis Suárez y Neymar no es solo disuasorio con los rivales sino también para el propio Barcelona.
Los azulgrana sobrevivieron dos meses sin Messi y también han sabido jugar sin Neymar. Así que a Luis Enrique no le será fácil convencer a Bartomeu de que conviene un 9, un 11, o si se quiere en términos barcelonistas un Larsson. El reto del entrenador es favorecer la competitividad del colectivo sin que se desencadenen los egos de las figuras del Camp Nou.
“El elogio debilita”, reitera el técnico, a quien hace un año se le caía el mundo por su desencuentro con Messi en Anoeta. A partir del partido con la Real, el próximo rival del Madrid, nació el tridente que ha llevado al equipo a la cima del mundo, de manera que el mayor peligro del Barça es el propio Barça. Asegura el dicho que ganar es más fácil que gobernar; si es así, este es el mayor desafio del Barcelona.
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