Bienvenido señor Messi
El delantero reaparece en el Camp Nou en un partido a la carta. El Barcelona, lanzado por su tridente, golea a la Roma y se mete como primera de grupo en octavos
Luis Suárez sigue marcando goles, bonitos y feos, siempre a punto y resolutivo, en partidos fáciles y difíciles, y Neymar continúa exhibiendo su excelente surtido de gestos técnicos, al inicio y al final de cada encuentro, tan desequilibrante en el regate e inalcanzable en la carrera como impreciso desde el punto de penalti, errático ante Szczesny. Ambos mantuvieron su cartel de figuras la noche en que después de dos meses reaparecía Messi en el Camp Nou. Ningún futbolista calza mejor en el juego azulgrana que el 10. El club es tan afortunado como el futbolista, ayer titular y capitán, líder de un Barça que goleó al Roma.
Acabó tocando muy bien el Barça sin Messi, como ya se vio en el Bernabéu, y fue todavía más equipo con Messi. La diferencia es que la Roma no es el Madrid. Los italianos, diezmados por las lesiones de sus extremos, dimitieron de manera escandalosa ante un adversario en plena forma, muy serio desde la alineación —solo faltaba Iniesta—, ya clasificado como líder para los octavos de la Champions. La noche hubiera sido redonda si no hubiera sido por la lesión de Sergi Roberto y el penalti fallado por Neymar. El tridente regresó con un marcador de impacto: 6-1.
Barcelona, 6 - Roma, 1
Barcelona: Ter Stegen; Alves, Piqué (Bartra, m. 57), Vermaelen, Alba; Rakitic, Busquets (Samper, m. 46), Sergi Roberto (Adriano, m. 64); Messi, Luis Suárez y Neymar. No utilizados: Bravo, Mathieu, Iniesta y Munir.
Roma: Szcesny; Maicon, Manolas, Rüdiger, Digné; Pjanic (Uçan, m. 75), Keita, Nainggolan (Iturbe, m. 46); Florenzi (Vainqueur, m. 58), Dzeko y Falqué. No utilizados: De Sanctis, Leandro Castán, Torosidis y De Rossi.
Goles: 1-0. M. 15. Luis Suárez. 2-0. M. 18. Messi. 3-0. M. 44. Luis Suárez. 4-0. M. 56. Piqué. 5-0. M. 60. Messi. 6-0. M. 76. Adriano.
Árbitro: Cüneyt Çakir (Turquía). Mostró tarjeta amarilla a Piqué, Alves y Vainqueur.
Camp Nou. 71.433 espectadores.
El Barça se divirtió con la Roma. Jugó fácil y alegre, tan cómodo que anduvo por el Camp Nou como Pedro por su casa, la cancha abierta de portería a portería, sin noticias de la Roma. Las ocasiones caían sin parar y al poco de cumplirse el cuarto de hora ya ganaban los azulgrana por 2-0. Hubo un momento en que se levantó un hincha de tribuna y preguntó: ¿Quiénes son los blancos? No parecían un equipo de fútbol porque ni jugaban ni pegaban, tampoco defendían y menos atacaban, ni siquiera protestaban al trío arbitral, concentrado exclusivamente en decidir si había o no fuera de juego en cada ataque del Barcelona.
A Busquets, siempre serio y muy puesto como medio centro, incluso se le escapó la risa después de poner dos pelotas de gol en dos minutos, ambas para Messi. No atinó entonces el 10. No había planteada más cuestión que sincronizar el pase y el desmarque para enfrentar a Szczesny. La conexión llegó cuando Neymar se vistió de centrocampista y profundizó para Alves, asistente del liquidador Luis Suárez: 1-0. El segundo llegó poco después en una combinación deliciosa del uruguayo con Messi, un tuya mía que acabó el argentino con una vaselina saludada por Alves. A nadie se le ocurrió negar el gol al 10.
Espantada al inicio, destensada después y siempre relajada por el empate del Bayer con el Bate, resultado que avala sus opciones de clasificación, la Roma se convirtió en un adversario invisible para el Barça. Aunque su presión era alta, su fútbol no tenía agresividad, mucho menos intensidad, inocua en el frío Camp Nou, que solo se irritó como ya es costumbre cuando sonó el himno de la Champions, momento en que la rechifla se mezcló una jornada más con las estelades, siempre numerosas en el estadio del Barça. La falta de tensión competitiva acabó por destemplar al plantel de Luis Enrique.
Piqué tomó una tarjeta y más tarde fue amonestado Busquets. El ritmo bajó, disminuyó también la velocidad de la pelota, ya nadie jugaba al espacio ni se ajustaban los envíos de los medios con las recepciones de los delanteros y el partido se puso tonto, cosa que convenía a la Roma. Nada distrae, sin embargo, a Suárez. El ariete cazó a la media vuelta un remate incontestable tras un rechazo a tiro de Neymar y puso el 3-0. Nada atemperó la voracidad del tridente, que siguió repicando en el marco de Szczesny, ya con Samper en el campo en el sitio de Busquets.
Hubo tiempo de sobras para que Piqué marcara el gol que perseguía desde el Bernabéu antes de ser sustituido ante el clamor de la hinchada; también para que Ter Stegen sacara un brazo de gigante a un tiro de Falque y le parara un penalti a Dzeko; no faltó tampoco un segundo gol de Messi, precedido de un virguería de Neymar —un control con la espuela—; y se vio incluso cómo el 10 se replegaba hasta su área para tirar a Iturbe antes de que apuntara a la meta del Barcelona. Solo faltó el gol de Neymar, invitado por Messi a tirar un penalti que el brasileño falló, neutralizado por el portero y remachado después por Adriano.
No hay manera de meter un penalti en la portería del Gol Norte, y tampoco resulta sencillo mantener el marco propio a cero —Dzeko acabó por batir a Ter Stegen— detalles que apenas tuvieron peso en un partido relajante para el Barcelona y marcado por la reaparición a la carta del 10. Bienvenido señor Messi.
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