La obra maestra de Djokovic
Con 11 títulos, 82 victorias y solo seis derrotas, el número uno firma una temporada estratosférica y abre el debate: ¿Es la mejor de un tenista en todos los tiempos?
Quizá transmita menos que Rafael Nadal o Roger Federer, o tal vez sea una cuestión de empatía, por aquellos años de juventud en los que tuvo más de un patinazo con compañeros y público, el peaje de su antigua socarronería. El caso es que hoy día, sobre una pista de tenis, sea del material que sea, Novak Djokovic no tiene quien le haga sombra. El serbio, de 28 años, se proclamó campeón de la Copa de Maestros al vencer en la final celebrada en el O2 de Greenwich a Federer: 6-3 y 6-4, en una hora y 20 minutos. Nole, de esto modo, elevó su quinto cetro de las Finals tras los obtenidos en 2008, 2012, 2013 y 2014.
Venció el serbio y puso el broche a una temporada casi perfecta, que en el fondo destapa un panorama y un futuro demasiado planos, o, si se prefiere, una incógnita sumamente atractiva, según se mire y quién la mire: ¿Quién podrá con el todopoderoso Djokovic? La respuesta, hoy día, es obvia. Nadie. El serbio, que hasta hace pocos años vivía más pendiente del show que de materializar las posibilidades de su tenis, ha ido dado virajes en los últimos tiempos hasta hallar una fórmula prácticamente infalible. Una receta que le convierte en toda una quimera.
Tal vez sea esa dieta a base de gluten que comenzó hace cinco años, que le concede una anatomía a prueba de bombas, fibrosa a más no poder y elástica como la de un X-Men; o, tal vez, sea la conjunción que formó con Boris Becker en diciembre de 2013, entonces su tercer preparador en cuatro años, tal vez; o, tal vez, por qué no, acaso sea su matrimonio con Jelena Ristic, desde julio de 2014 Señora Djokovic, su pareja desde hace ocho años, y la posterior llegada del pequeño Stefan, por el que el papá Nole bebe los vientos. Quién sabe.
Su éxito responde al crecimiento en doble sentido, personal y deportivo, a la paz interior. A la estabilidad
Probablemente, la conclusión más acertada sea hablar de un todo, de algo tan sencillo y complicado a la vez como es la madurez. Un crecimiento en doble sentido, personal y deportivo, la paz interior. El producto de la estabilidad. No deja de ser paradójico que Djokovic la haya encontrado en la pista de la mano de Becker, de todo menos lineal, pero así es, porque el alemán le ha aportado muchas soluciones tácticas y técnicas. Un trabajo complementado por la labor de su otro técnico, Marian Vajda, eslovaco, su consejero y escultor desde la infancia.
“No recuerdo a ningún jugador que haya conseguido la misma actuación en un año”, admitía Becker en una entrevista concedida al diario L'Èquipe, antes de la Copa de Maestros, en la que además reconocía que el proceso ha costado lo suyo.
“No fue fácil, porque ya ganaba antes con otro estilo. Pero pasaba horas en la pista. A los 22 años, todavía... pero ahora ya no es posible. Todo nuestro trabajo ha consistido en que acepte evolucionar”, exponía. Volcánico antes, Djokovic es ahora un iceberg macizo, sin fisuras, centrado mentalmente y profesional hasta el extremo. Sobre la pista ha encontrado un punto casi perfecto. No se va nunca del partido y compite como una locomotora a todo trapo, sin economizar energías pero minimizando su estancia en los partidos. Es pura eficacia. Este año, su cosecha abre un interrogante. Tres Grand Slams, 11 condecoraciones y un balance de 82-6 en triunfos y derrotas; récord de puntos en la historia de la ATP: 16.785. ¿Es la mejor temporada de un jugador en todos los tiempos?
No recuerdo a nadie que haya hecho algo así en una misma temporada" Boris Becker
En cuanto a cifras, no: el 2006 de Federer se resume en tres majors, 12 títulos y 92-5, o el 1974 de Jimmy Connors en tres grandes, 15 trofeos y 93-4. Sin embargo, por contexto y categorías, todo es relativo. Algunos remiten al 2011 del propio Nole, cuando ganó tres grandes y 10 trofeos, con un 70-6; otros apuntan al 2010 de Nadal, con tres grandes, siete cetros y 71-10; y si se va hacia atrás, en 1984, aparece John McEnroe con dos Grand Slams, 13 títulos y 82-3. Todo es relativo; eras, rivalidades, circunstancias. Lo que está claro es que el 2015 de Novak Djokovic ha sido portentoso.
Un 2015 estratosférico
Este 2015 ha sido el gran año de Novak Djokovic. El serbio ha estrechado el margen con los más fuertes de la historia a base de números. Al final de la temporada, deja un balance de 82 triunfos, seis derrotas y 11 títulos en los 16 torneos en los que ha participado.
Tres grandes. El número uno ganó en Australia, Wimbledon y Nueva York. Tan solo se le escapó Roland Garros. Ahora suma ya 10 majors.
Seis Masters 1.000. Venció en Indian Wells, Miami, Montecarlo, Roma, Shanghai y París-Bercy. En los otros dos que disputó, Canadá y Cincinnati, alcanzó la final.
Iguala a Lendl y Sampras como 'maestro'. Con sus cinco coronas (2008, 2012, 2013 y 2014), se queda a una de Federer y se sitúa a la par que Ivan Lendl (1981, 1982, 1985, 1986 y 1987) y Pete Sampras (1991, 1994, 1996, 1997 y 1999).
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