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Cuatro goles de todos los colores

El Barcelona firmó tantos de lo más variopintos ante el Madrid, con la presión, la contra o la posesión como registros exitosos

Messi, Iniesta y Sergi Roberto celebran el tercer gol del Barcelona.
Messi, Iniesta y Sergi Roberto celebran el tercer gol del Barcelona.Juanjo Martín (EFE)

El Barcelona selló en el Bernabéu una victoria histórica. Puede que sea cierto lo que sostienen los jugadores del Barça y que el triunfo en Madrid no sentencie   la Liga —no ha terminado aún ni la primera vuelta—, pero el barcelonismo sabe que Luis Enrique tiene razón: el 0-4 “sabe a gloria”. Eso dijo tras el encuentro el asturiano, ese que como jugador y vestido de blanco vivió un 5-0, una manita que estuvo cerca de repetirse el sábado. Y eso que lo logró sin Messi, que apenas jugó media hora y lo hizo sin acelerar, más participativo desde el eje que resolutivo en el área rival. “A veces no sale, pero esta vez sí, salió bien”, reconoció el entrenador, satisfecho porque su equipo cuadró una goleada de colores, variopinta como pocas, bien espectacular.

El primer tanto fue para la hemeroteca porque todos los futbolistas de campo a excepción del portero participaron. Inició la jugada, antes de lesionarse, Mascherano desde el centro de la defensa. A partir de ahí, Alba, Neymar y Piqué mezclaron en campo propio hasta cruzar la divisoria. Momento en el que Rakitic, Iniesta y Busquets se entendieron para trasladar el esférico a la derecha, donde apareció Alves, que leyó el movimiento en diagonal de Sergi Roberto en la zona de tres cuartos. Control orientado, conducción breve y pase en profundidad al desmarque y carrera de Luis Suárez, que con el exterior del pie definió al palo contrario. Un total de 37 pases, el récord de la temporada en la Liga. Puro estilo azulgrana que rebate a la teoría de que el equipo de Luis Enrique no elabora sino que se define por la contra. Visto lo visto en el Bernabéu, el Barça es un Pantone de colores y registros, como así lo expresaron también los otros tantos. Juega a la carta.

Bronca al doctor azulgrana al estilo Mourinho

Le sucedió a Mourinho durante el primer partido de la Premier cuando la doctora del Chelsea, Eva Carneiro, el 8 de agosto, saltó al campo contra el Swansea (2-2). Asistió a Hazard y el entrenador portugués reprochó violentamente su trabajo, con insultos, por entender que su atención estaba de más. El equipo se quedó con nueve jugadores sobre el campo y el entrenador montó en cólera, de tal manera que la doctora fue despedida. El sábado, en el Bernabéu, pasó algo parecido.

Alves tuvo que ser retirado tras recibir un codazo de Cristiano Ronaldo y lo hizo por la banda izquierda, junto a los banquillos, al otro lado de su zona natural. El enfado de Luis Enrique fue monumental porque el brasileño tardó en regresar al campo y cuando lo hizo le costó volver a su lugar de trabajo, en la banda derecha de la zaga. A diferencia de lo sucedido con Mourinho y aunque se sepa que el portugués es uno de los ídolos del asturiano, no habrá sanción o por lo menos no ha trascendido que el enfado con el doctor Ricard Pruna haya pasado a mayores.

Obsesionado con la presión, Luis Enrique mandó a sus huestes al área rival, ajeno a cualquier miedo, del mismo modo que adelantó de forma valiente la línea de la defensa casi hasta el centro del campo. Pero el fútbol se coció en la casa del Madrid y allí, cerca del área de Keylor Navas, apareció Iniesta ante las narices de Varane y se vio a Busquets perseguir a Kroos, cuando lo normal es que el de Badía recule y se meta entre los dos centrales. No pasó eso en el Bernabéu porque el Barcelona se estiró, lo que le dio sus réditos como se explicó en el segundo tanto. Sacó desde atrás el Madrid, de Keylor Navas a Modric, que corrió con el balón hasta que la presión de Luis Suárez le devolvió la pelota al Barça. “Estaba previsto”, dicen en el cuerpo técnico. El balón lo gana Busquets, que adelantado como se le requería —siguió órdenes tácticas, una idea surgida en los kilómetros de bicicleta que hace el técnico—, tocó de primeras como es su costumbre cuando tiene el esférico en el campo adverso. Así se activó Rakitic y este se la cedió también con diligencia a Iniesta, que con un recorte ganó el espacio para conducir el esférico y provocar a dos defensores rivales, que saltaron a la vez. Pase del 8 a la izquierda, a Neymar, y gol del Barcelona.

Renunció desde la pizarra Luis Enrique a jugar con Munir o Sandro, apostando por Sergio Roberto, más físico, más técnico, más del gusto del conjunto que le garantizó “trabajo y control”, como contó después. Y Sergi Roberto respondió a las mil maravillas, hasta el punto de que también participó en los dos últimos goles, siempre con un ataque posicional del Barça con rupturas desde la segunda (o tercera) línea.

El Barcelona, en el tercer tanto, salió con la pelota jugada por la banda derecha, donde tocaron y jugaron Alves y Sergi Roberto hasta que Neymar cayó hacia dentro como falso punta para recibir el cuero. Pasó hacia atrás el brasileño para Rakitic, que, con aceleración, se la entregó a Iniesta, dispuesto a atacar desde el perfil izquierdo. Así, combinó de nuevo con Neymar, que se la devolvió de tacón para el zapatazo del capitán, para el gol que certificaba la marca Barça. Fútbol de posición, posesión, toque y llegadas, ADN azulgrana.

El cuarto gol sí fue más similar al tercero, con Sergi Roberto de nuevo como palanca porque subió el esférico por el costado para luego repartirlo de Messi a Alves y viceversa. El baile del Barcelona era abrasivo y Leo quiso participar del festejo. Por eso, se marcó una retahíla de recortes entre tres rivales, un caracoleo en toda regla, y después levantó la cabeza para atender a la nueva ruptura de un falso delantero centro que en esta ocasión fue... ¡Jordi Alba! Y el lateral, de primeras, tocó para la carrera de Luis Suárez, que prolongó el momento de la definición y batió a Navas cuando este ya estaba vencido.

Pudo marcar más goles el Barcelona —aunque el Madrid también porque Bravo, excelente, sacó al menos tres manos espectaculares—, pero de tan entonado que estaba y ante las facilidades que le ofreció el contrario, se las ingenió para tocar casi siempre hasta la cocina rival. Le faltó, pues, disparos desde media distancia, una pequeña tara en este curso porque en la Liga no se ha estrenado en esa suerte a pesar de los 29 tantos que contabiliza. Sí que lo logró Rakitic en Europa ante el Bate. Es un registro que le falta dentro del abanico de juego y goles que tiene, tal y como demostró en el Bernabéu.

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