El Madrid cae ante el Khimki y abraza las dudas en la Euroliga
Los de Laso, presos de la ansiedad y castigados por Rice, firman su cuarta derrota en europea, la octava en los 16 partidos de este curso, y se complican el acceso al top-16
La ansiedad y las dudas pudieron con la mística y la fiabilidad del Madrid en su pabellón. Esta vez no hubo milagro y el campeón cayó ante el rocoso Khimki, liderado por la genialidad de Tyrese Rice (18 puntos y 8 asistencias), certificando así su entrada en un atolladero. Llegaban los blancos a la 6ª jornada de la primera fase con más exigencias y apreturas de las previstas después de sus tres derrotas a domicilio ante Khimki, Fenerbahçe y Estrasburgo –que pudieron ser cuatro si Carroll no hubiera embocado in extremis el triple que sirvió para rendir al Bayern en el Barclaycard Center- y quedaron situados en la cornisa de la competición. El presumible margen de maniobra del campeón para afinar su puesta a punto quedó acortado hace semanas, en buena medida, por la peor secuencia defensiva del equipo en la era Laso (casi 85 puntos en contra por partido) y se esfumó tras un nuevo patinazo ante el conjunto ruso. “Ya hay muy poco margen. Llega el final y solo pasan cuatro equipos. Tenemos que trabajar, bajar el culo atrás y pasarnos más la pelota en ataque”, resumió Llull con rictus de ecce homo tras el partido.
Real Madrid, 82-Khimki, 85
Real Madrid: Llull (13), Carroll (10), Rudy Fernández (9), Reyes (10) y Ayón (14) -quinteto inicial-; Sergio Rodríguez (17), Thompkins (7), Maciulis (-), Nocioni (-) y Taylor (2).
Khimki: Rice (18), Koponen (6), Monia (11), Honeycutt (2) y Davis (9) -quinteto inicial-; Dragic (4), Shved (13), Todorovic (4), Augustine (12) y Vyaltsev (6).
Parciales: 22-24, 20-20, 21-22 y 19-19.
Árbitros: Pukl (SLO), Viator (FRA) y Pastusiak (POL). Eliminado Koponen por 5 faltas.
Barclaycard Center: 9.310 espectadores.
Semejante currículo animó al Khimki de Kurtinaitis y Jenaro Díaz a escarbar en las dudas madridistas con su lujoso repertorio. La tropa de Rice, Koponen, Honeycutt, Shved, Augustine y compañía desplegó toda su artillería desde el salto inicial y, superado los minutos de tanteo, abocó al Madrid al papel de perseguidor. Los pentacampeones comenzaron con un pobre 1 de 7 en triples en los primeros seis minutos (que prolongaron hasta el 3 de 14 al descanso y el pésimo 9 de 30 al final) y, ante la falta de fluidez en ataque y de aplicación en defensa, apenas pudieron agarrarse al rebote como argumento para contener a su enemigo.
Mediado el segundo cuarto, los de Laso cortocircuitaron ante el aro ruso y tan solo consiguieron anotar una canasta en juego durante cinco minutos. El parte de daños de ese tramo se saldó con un parcial de 3-11 que dejó el marcado en 27-37 a los 15 minutos. Un triple de Sergio Rodríguez rompió la racha y otro de Rudy Fernández estrechó la distancia en un santiamén (37-39, m. 18), pero, para entonces, Rice ya se había apropiado del libro de instrucciones del partido. El ogro de la enciclopedia reciente del Madrid, verdugo de los blancos en la final europea de 2015 en Milán al frente del Maccabi con una exhibición de playground que decantó el duelo en la prórroga, se apropió de la pelota y del ritmo y anunció el comienzo de una exhibición.
Con la pareja Felipe-Ayón como sustento y las piernas de Llull como impulso, el Madrid esprintó para no perder la rueda del Khimki antes del descanso (42-44). Sin embargo, a la vuelta de la caseta Rice se disfrazó de prestidigitador y artificiero para protagonizar otro demarraje visitante (52-60, m. 25), con 11 puntos del base estadounidense en apenas cinco minutos. Al campeón le tocaba remangarse de nuevo ante la dificultad y fue Ayón el que opositó a héroe de la resistencia coleccionando al mismo ritmo puntos (14) y rebotes (15). “Todo lo que hagamos no vale de nada si atrás no estamos. ¡Atrás, atrás!”, bramaba Laso antes de afrontar el último cuarto (63-66). Como hiciera ante el Bayern (cuando los blancos remontaron una desventaja de 10 puntos en los últimos cuatro minutos), el técnico recurrió al vigor de Taylor para competir con la dureza del Khimki, pero ninguno de sus jugadores fue capaz de contener la agitación febril y atinada de Rice. Ganó el Khimki y el campeón, que podría acabar la jornada como último de su grupo, se adentró en un laberinto de ansiedad y dudas.
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