España derrota a Inglaterra con un golazo de Mario Gaspar
Una fantástica diana del lateral encarrila la victoria de la Roja ante una Inglaterra de paso
Un cero a cero suelen ser dos bostezos. Casi lo fue en Alicante hasta el tramo final, de no ser por una oda de Mario, un chico del Villarreal que le ha cogido gusto a lo de golear con la selección -dos partidos, dos goles- y Cazorla tras la mejor trenza del equipo en toda la noche. Ambos animaron el cotarro y rescataron el partido que iba para la nadería. Un guiño merecido para España, que al menos puso más arte y empeño que Inglaterra, que aun en estas fechas estuvo de veraneo por Levante. Tampoco le da para mucho más, hace siglos que solo deslumbra su escudo, la mística. Con un goteo, sin exquisiteces, sin necesidad de un partido redondo, la Roja dejó a los ingleses en la cuneta sin que estos tuvieran dictado alguno. Resulta curioso que España mejorara cuando fulminó a sus dos delanteros de inicio. Entonces jugó mejor y embocó. Es su camino, lo ha sido desde que hizo cumbre en 2008.
España, 2 - Inglaterra, 0
España: Casillas; Mario Gaspar, Piqué, Bartra (Azpilicueta, m. 82), Alba; Busquets (Koke, m. 78); Thiago (Cazorla, m. 25), Iniesta (Nolito, m. 46), Cesc; Alcácer (Pedro, m. 74) y Diego Costa (Mata, m. 63). No utilizados: Sergio Rico; Nacho, De Marcos, San José y Morata.
Inglaterra: Hart; Walker, Jones, Smalling (Cahill, m. 85), Bertrand; Carrick (Shelvey, m. 90), Delph (Dier, m. 63); Lallana (Alli, m. 63), Barkley (Rooney, m. 72), Sterling; y Kane. No utilizados: Butland; Stone, Gibbs y Clyne.
Goles: 1-0. M. 72. Mario Gaspar, de gran chilena a pase de Cesc. 2-0. M. 83. Cazorla.
Árbitro: Paolo Mazzoleni.
José Rico Pérez. 25.300 espectadores.
Con algo de ánimo y de ahínco, España puso más goles que fútbol. Uno, el de Mario, no fue un gol, fue un golazo, el tanto de su vida, un remate de cuchara, en caída, de espaldas a portería, impredecible. Es el tercer lateral derecho de España, por detrás de Juanfran y Carvajal, pero está iluminado y desde Alicante ya es el primer defensa en 95 años de historia de la selección que anota en sus dos primeros bautizos. Mario es otro más de la factoría de laterales que han emergido en el fútbol español, al que en tiempos de bonanzas le costaba un mundo dar con un futbolista para las orillas defensivas. A la maravillosa fábula de Mario se sumó Cazorla con otro buen gol, relevo de Thiago a los veinte minutos. El jugador del Bayern, señalado como el mejor clon posible de Xavi, no acaba de sacudirse su maldición con las lesiones.
Hasta avanzado el segundo acto, España jugó a poco e Inglaterra, a nada. Un día en la oficina, sin más. Los ingleses, al sol; los españoles, de paso. Puro trámite, otro más en estos amistosos tan amistosos, cruces en un calendario saturado, una mala cuña en una temporada con mucha tralla por delante, con la Eurocopa a un siglo. Quiso Vicente del Bosque probar a España como nunca, con dos delanteros, dos tipos de área, Diego Costa y Paco Alcácer. En esto del fútbol uno más uno a veces resta. Le ocurrió a la Roja, alérgica como es a los arietes. Lo suyo es otra cosa, el grial está en la pelota, toma y toma, al pie, dame y te doy, sin prisas.
Con dos lanzaderas, el equipo se precipitó más de la cuenta, como si se viera obligado a dar carrete a los puntas. Una estrategia contracultural que dejó en la nadería a los dos atacantes y al resto de la tropa, que quiso ser lo que nunca fue y difícilmente alguna vez será. No en estos tiempos, tras años de privilegiar el criadero de centrocampistas. Visto el desatino, no fue casual que la España que arrancó con dos delanteros acabara sin ninguno, con Pedro y Nolito, jugadores que no anidan en el área. Cabe subrayar que entre Costa y Alcácer, ni un mero pase entre ambos. Sin arietes, el equipo se reconoció.
Si España se contradijo con su alineación, Inglaterra fue cristalina. Una selección plana, tan costumbrista en todo que lo mejor de sí misma está en los archivos del tesoro de este juego. Patentaron sus reglas, el vocerío anglosajón les da caché y son tan puristas que hasta mantienen una vieja esencia: los chicos de Roy Hodgson se alinean numéricamente, del uno al once, como toda la vida hasta que el fútbol dejó de ser un placer para convertirse en un deber mercantil. Para tradicionalistas, nadie como los británicos, a los que el reloj se les detuvo hace tiempo. Son lo de toda la vida y juegan como toda la vida, lo misma da una generación que otra, la vieja Inglaterra no tiene nada de nueva, mucho eco, y mucho turista embriagado. De fútbol, ni hablar, ni una nota. Una simple excusa para la juerga.
Ante la ramplonería rival, los chicos de Del Bosque tuvieron poca respuesta. Nadie le discutió el control del choque, porque al frente no hubo quien se encarara, pero al equipo le faltó chispa hasta el último trecho. La que hace unos cursos perdió Diego Costa, otra vez fuera de juego, extraviado. No hay forma de que pille el hilo, ni hay quien se lo pille. Año y medio después ni hay Diego ni hay Costa, solo un cuerpo extraño. Relevado a la hora del partido, por décima vez se fue por la gatera, sin que nadie le encontrara para jugar de espaldas, tampoco en carrera. Nolito, agitador tras el descanso, tuvo más vuelo. El andaluz ejerce de microondas, es revoltoso, pica como una avispa. Un regate por aquí, un culebreo por allá. Con él, la Roja fue otra. Llegaron los goles, amainaron los abucheos a Piqué y hasta Casillas tuvo motivos para brindar: ha logrado dejar la puerta cerrada con España en 100 partidos. Detalles a puntualizar en un encuentro sin mayor chicha que el golazo de Mario y el tesón español.
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