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El triunfo del patito feo

Hernández, el futbolista más discutido del Celta, decide el partido de Anoeta con un golazo en los minutos finales

Pablo Hernandez (centro) celebra su gol con Guidetti y Wass.
Pablo Hernandez (centro) celebra su gol con Guidetti y Wass.ANDER GILLENEA (AFP)

Suele ocurrir que en todos los equipos hay un patito feo, un futbolista que suscita críticas y censuras por encima de los demás. A Pablo Hernández le pasa algo de eso en el Celta, donde en ocasiones chirría su rol, el de futbolista espigado y proclive a la pausa en medio de una prole de frenéticos bajitos. Para colmo le trajo Berizzo desde su club de procedencia. En definitiva: es un sospechoso habitual que en Anoeta se ganó la absolución gracias a un golazo que le dio los tres puntos a su equipo en los instantes finales del partido, un varapalo para la Real Sociedad, que ni a la quinta ganó en su feudo y que se fue entre reproches a su entrenador. David Moyes se queda en el alambre.

Real Sociedad, 2-Celta de Vigo, 3

Real Sociedad: Rulli; Zaldua, Mikel González, Íñigo Martínez, Yuri Berchiche; Prieto, Illarra, Bergara (Castro, m. 89), Zurutuza (Bruma, m. 56); Vela y Agirretxe (Jonathas, m. 84). No utilizados: Oier Olazabal, Diego Reyes, Rubén Pardo, Canales.

Celta: Sergio Álvarez; Hugo Mallo, Sergi Gómez, Fontàs, Jonny; Wass, Radoja, Hernández; Orellana (Madinda, m. 89), Iago Aspas (Guidetti, m. 82) y Nolito (Planas, m. 90). No utilizados: Néstor, Drazic, Bongonda y Señé.

Goles: 1-0. m. 10, Agirretxe; 1-1, m. 16, Iago Aspas; 2-1, m. 36, Agirretxe; 2-2, m. 55, Iago Aspas; 2-3, m. 88, Hernández.

Árbitro: Fernández Borbalán. Amonestó a Radoja, Hernández y Jonny.

Anoeta. 19.297 espectadores

Hernández fue el invitado final a un banquete que parecía reservado a los delanteros. Brillaron dos abanderados de diferente condición, ambos susceptibles de recibir una oportunidad con la selección, donde todavía no se han estrenado. Los goles, a pares, de Agirretxe y Iago Aspas adornaron un bello espectáculo futbolístico, algo previsible cuando el Celta está por medio, siempre proclive a abrir los partidos. La Real Sociedad se apuntó a una fiesta que acabó en tablas y con ambos goleadores, sustituidos por sus técnicos, en el banquillo para dar relevo a Jonathas y Guidetti, dos cotizados puntas que deben esperar turno ante el producto nacional.

El partido fue ameno. Al equipo que prepara Berizzo le adorna una cualidad propia de los equipos de entidad: sale a jugar con la misma intención tanto de visitante como de local. Puede parecer tan encomiable como en ocasiones contraproducente, pero en el fútbol la fidelidad a una idea suele ofrecer más premios que castigos. El Celta parte siempre con la intención de buscar la meta rival y sufre cuando el juego se vuelca hacia la propia, sobre todo si se le buscan determinadas cosquillas. La Real apuntó desde bien pronto al centro al área y la búsqueda de la espalda de los zagueros del Celta. Por ahí avisó Zurutuza con un buen golpeo que remató Vela cerca del palo. Fue una advertencia, un prólogo al primer gol de Agirretxe, que exploró con éxito tras Fontàs y remató como los mejores delanteros, abajo, donde duele.

La desventaja le dolió al Celta, que más allá de sus problemas atrás había comenzado dominador. Pero empató casi de inmediato en una pillería de Iago Aspas, que desvió con la punterita un chut aparentemente inocuo de Radoja. Igualó el marcador, pero con el paso de los minutos bajó su producció ofensiva. Menos vistosa en el manejo, la Real tomó el mando antes del descanso a base de pujanza, la que exhibió Yuri Berchiche para bajar del cielo un balón en la medular, conducirlo y regalar un centro a Agirretxe para que este exhibiera su primer toque en el área y adelantase de nuevo a su equipo.

El Celta había perdido el hilo. No dejaba de encontrar a su gente de ataque ni de mostrarse desinhibido, pero estaba desajustado atrás, sufridor porque percibía que la Real necesitaba poco para hacerle daño. Empató lo sucientemente pronto como para no agobiarse por la desventaja, en otro gol de Aspas tras monumental centro de Wass. Pareció entonces que el partido no podía acabar en ese empate a dos, tal era el trajín. Tuvo más cerca el triunfo el Celta, con Aspas primero y muy al final con Guidetti, pero el que le dio el triunfo con un golpeo de exterior a la escuadra desde treinta metros fue Hernández, para muchos el héroe más inesperado.

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