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Un médico español manda en el Middlesbrough

Luis González Lago trabaja en el equipo de Segunda que, entrenado por Karanka, eliminó al Manchester United de la Copa de la Liga

Carlos Arribas
Aitor Karanka da instrucciones a su plantilla antes de la prórroga contra el Manchester United el miércoles.
Aitor Karanka da instrucciones a su plantilla antes de la prórroga contra el Manchester United el miércoles.Darren Staples (REUTERS)

En el fútbol inglés hay dos jefes médicos españoles. Uno es Francisco Biosca, que manda en el Chelsea desde hace años; el otro el Luis González Lago, que llegó este verano al Middlesbrough de Aitor Karanka, el equipo de moda esta semana, un segunda que ha eliminado al Manchester United de la Copa de la Liga.

“Sí, un segunda, pero con unos medios, estructura e instalaciones de los que muy pocos equipos de la Primera española pueden presumir, quizás solo Real Madrid, Barça y Atlético. Tienen dinero y se lo gastan donde importa”, dice González Lago, médico del deporte inquieto, curioso y viajero, un culo de mal asiento que ha llegado vía un curioso laberinto de destinos al frío norte de Inglaterra, donde el frío mar del Norte azota, donde media docena de futbolistas españoles se buscan la vida y a veces, como el portero Mejías, quien detuvo los penaltis decisivos para matar al equipo de Louis van Gaal en un Old Trafford lleno a reventar, como en todos los partidos, reducido al silencio.

Su primer destino, recién terminada la especialización en la Complutense de Madrid, fueron Los Angeles Lakers, el equipo de la NBA en el que estuvo un año de aprendiz antes de regresar a España, donde, compaginándolo con su consulta en una clínica, fue sucesivamente médico del equipo olímpico en los Juegos de Seúl, Barcelona y Atlanta, diez años responsable médico de la federación de gimnasia y un año en el Real Madrid de baloncesto. Paralelamente, y antes de trabajar para el Ciudad Real y el Atlético de Madrid de balonmano, donde se hizo maestro en el dominio de las técnica de reparación mediante inyecciones plasma rico en plaquetas, factores de crecimiento, bolas de cristal y otros métodos en boga, operó a todo tipo de deportistas, a algunos, como al ciclista Pablo Lastras (28 fracturas en su carrera, 10 operaciones), tantas veces que conoce casi mejor que el propio corredor las cicatrices de sus 28 fracturas y de las 10 operaciones a que se sometió para tratarlas. “Y cuando se acabó el balonmano me salió una oferta de Abu Dabi, del Baniyas FC, donde he resistido dos años”, dice González Lago. “Al final, sobre todo para mi mujer, la vida se hacía durísima en los Emiratos. Hice la maleta y este verano me volví a España”.

Si su destino actual es el Middlesbrough, cuarto en la Championship (así se llama la Segunda inglesa), a un punto del ascenso, la presencia de Karanka, un compatriota, como entrenador nada tiene que ver. “Llegué de carambola. A Aitor le conocí solamente en la última de las varias entrevistas de filtro que me hicieron”, dice. “En España recibí un par de ofertas desoladoras, pero no tenía prisa por ir a ningún sitio. En estas estaba cuando un masajista inglés que conocía de los Emiratos me dijo que había una vacante en el Boro y que si le dejaba, enviaba mi currículum. Le dije que adelante, pero sin darle importancia, así que me quedé sorprendido cuando a las dos semanas empezaron a llamarme. Me llamaron varias veces y después de unas cuantas entrevistas me contrataron”.

En Middlesbrough, ciudad azotada por la crisis de la siderurgia y las acerías, González Lago disfruta de su ciencia, de su equipo, de la pasión inglesa por el fútbol, de su hinchada solidaria, del mismo sueldo que en Abu Dabi y también de su poder. “Si hay algo de lo que huyen los ingleses es de tomar decisiones”, dice. “Así que las tomo yo todas en las dos áreas que coordino, la propiamente médica y la de la preparación física”.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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