El mejor golpe
El error de Rossi no fue tanto tirar a su rival ayer como iniciar hace una semana una campaña de llantos
En un pasaje de la autobiografía de Agassi, el tenista explica cómo se convirtió en uno de los mejores restadores de la historia. Su padre, el tirano Mike, le decía que en su época de boxeador quería que su rival le diese su mejor golpe. De esta forma, si al recibirlo seguía manteniéndose en pie, y el rival sabía que había dado su mejor golpe, “acabas arrancándole el corazón”. El padre de Agassi convirtió a su hijo en un pequeño boxeador: si el mejor golpe del rival era el drive, le hacía dar tantos drives hasta que comprobaba que con él no le iba a hacer daño. Y si su fuerte era el saque, en el tiempo de los bombarderos Courier, Sampras e Ivanisevic, se la devolvía más potente para que se pensasen si querían servir tan fuerte.
Ir contra el punto fuerte del rival: meterle una ampolla en la mente, lo llamaba el padre de Agassi.
Lo que ha pasado esta semana entre Rossi y Márquez puede explicarse de esa forma. Rossi recordó que Márquez tenía pósters de él en casa: lo dijo para apuntalar que no se entendía la falta de respeto hacia él en la pista, pero probablemente los pósters fuesen la explicación. El error de Rossi no fue tanto tirar a su rival ayer como iniciar hace una semana una campaña de llantos: Marc me entorpece, juega conmigo, quiere que el Mundial lo gane Lorenzo. Pero a estas alturas Rossi sabe que el mejor piloto de la historia lo es con todas las consecuencias: todos te quieren matar, todos quieren tu cabeza en su bandeja, todos quieren ser el que te retiró. Pedir que le dejen en paz para batirse solo con Lorenzo, y pedírselo al actual campeón del mundo, es tan ingenuo que hay que circunscribirlo en una guerra psicológica. Si era su mejor golpe, Márquez entró en esa guerra en Sepang hasta que Rossi no aguantó más.
Un cascarrabias
“Arráncale el corazón”, le diría el padre de Agassi. Márquez se ha ido a por él en la pista como Rossi lo hubiera hecho a los 20 años con la última leyenda. Los interiores, el espectáculo y la provocación: el genio de Rossi amenazado mientras se juega un título por alguien que hace las mismas cosas que él. Su reacción ha sido la de un cascarrabias que no sabe quitarse un mocoso de encima. Como si el Agassi crepuscular, harto de que se diviertan a su costa, le tirase la raqueta a la cabeza a Federer. La pataleta y el capricho del genio se entienden como parte de un piloto de excesos; el victimismo y la queja como propios de un hombre asustado.
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