El Atlético pasa por encima de un Valencia débil y desorientado
Los de Simeone, con goles de Jackson y Carrasco, controlan el partido con ráfagas de buenas combinaciones
Sin apenas concesiones, con ese aire de equipo fiable que procesa el juego con tanta sencillez como estajanovismo, con ráfagas de buenas combinaciones, el Atlético pasó por encima de un rival tan deshilachado como desorientado. Lo hizo durante casi todo el partido, aunque disimuló algo el resultado el gol de Álcácer de penalti. El Valencia se fue del Calderón con una de las peores actuaciones en que se le recuerdan. Ha perdido contundencia este proyecto, que no hace mucho era una fotocopia de su rival de anoche. Pero sobre todo parece haber perdido la fe en su entrenador. Es difícil comprender qué pretendía Nuno con Parejo y André Gomez abiertos a las bandas y con Enzo Pérez y Danilo al mando en el medio. Ni tuvo una salida buena de balón, ni sorprendió con sus dos jugadores más creativos tan orillados.
Atlético, 2 - Valencia, 1
Atlético: Oblak; Juanfran, Giménez, Godín, Filipe Luis; Carrasco (Óliver, m. 69), Gabi, Tiago, Koke; Griezmann (Correa, m. 82) y Jackson (Torres, m. 59). No utilizados: Moyá; Gámez, Savic y Saúl.
Valencia: Jaume; Cancelo, Santos, Mustafi, Gayá; Parejo (Bakkali, m. 55), Enzo Pérez (Piatti, m. 80), Danilo, André Gomes; Santi Mina; y Rodrigo (Alcácer, m. 30). No utilizados: Yoel; Barragán, Orbán y Javi Fuego.
Esa extraña disposición del Valencia, le entregó el mando del juego al Atlético. Fue Tiago el que marcó todo el despliegue local, ante el partido nació táctico. Bien colocado, dándole lustre a la salida de la pelota hacia los costados, el mediocentro luso fue la primera piedra sobre la que se agarró el Atlético. Enseguida se dio cuenta de que a la espalda de Parejo y a la de André Gómes había mucho que explorar. Por ahí se movió Jackson para hacerle una dejada a una llegada de Koke, que obligó a Jaume a su primera gran parada. En esa nebulosa en que la han introducido entre el mercadeo y Nuno al equipo ha emergido un portero. No se sabe quienes son los jefes en la sala de máquinas, no está claro si el delantero es Negredo, Alcácer o Rodrigo, que fue el elegido en esta ocasión hasta que se lesionó y tuvo que ser reemplazado por Alcácer. Lo que sí es seguro es que al menos, el equipo ha encontrado un guardameta.
La inestabilidad le emergió al Valencia en toda su extensión cuando mejor estaba. Rodrigo había hecho un par de movimientos buenos y parecía que el partido podía virar a una batalla más igualada. A la media hora, un pelotazo grosero de Godín acabó en gol. Primero fue Mustafi el que dudó y falló en el despeje. Después, Santos encadenó una patada al aire que dejó a Jackson Martínez cara a cara con Jaume. Lo superó con un toque de interior calmado, engañando al meta sobre su desesperada media salida. Estuvo sereno el colombiano en la definición y este segundo partido consecutivo marcando le puede venir bien. Empiezan a encontrarle más sus compañeros. Empieza a compartir mejor los espacios con Griezmann y eso es clave para el crecimiento futuro de lo que parece la pareja definitiva en ataque.
También comienza a percibirse un asentamiento mayor de Carrasco. Un extremo se ha colado en el once de Simeone. Desde que llegó, el técnico argentino siempre había preferido jugar con interiores que con centrocampistas que manchen las botas de cal. Carrasco es una flecha en las conducciones, temible cuando puede dar dos pasos ya con el balón controlado y acelerar. Su gol fue toda una obra. Un eslalon culminado con un remate raso y cruzado con la derecha. El chico rinde mejor a la izquierda que a la derecha. Se ve menos limitado teniendo la salida hacia adentro.
El tanto pareció finiquitar definitivamente al Valencia, que entró al segundo tiempo con el mismo desquicie que con el que entró a la caseta. Parejo fue el que más síntomas dio del desnorte generalizado. Perdido en la banda de falso interior, nunca se encontró a gusto. Sufrió mucho porque percibió que era responsable de un agujero defensivo y no lograba conectarse al partido con su mejor virtud, la de generar juego a base de mucho contacto con la pelota. Su codazo a Carrasco en una jugada sin trascendencia en la banda fue la señal definitiva de que estaba fuera del partido. Así también lo entendió Nuno, que le sentó al momento, aunque en realidad lo había anulado él mismo con esa extraña posición.
No mejoró mucho el Valencia, sometido a más errores defensivos. Ante ese panorama, Simeone también empezó amover el banco. Sentó a Jackson y a Carrasco, que poco antes le había dejado un gol claro a Griezmann tras robarle la cartera a Cancelo. Entraron Torres y Óliver, con la doble intención de matar a la contra uno y dormir el partido el otro desde la posesión. El plan se vio trastocado con un penalti inocente de Godín a Mustafi. Alcácer engañó a Oblak, pero el tanto no generó una gran reacción del Valencia. Tiago y Juanfran pudieron aumentar la cuenta de este Atlético, que está a una jornada de concluir esos complicados diez primeros partidos de Liga pegado al Barça y a tiro del Madrid.
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