Los Pumas afirman su estilo demoliendo a la potente Irlanda
La paliza al XV del trébol sitúa a Argentina como una referencia de juego dinámico y una amenaza para Australia en las semifinales del próximo domingo
Por momentos, durante el Argentina-Irlanda, Cardiff pareció Durban, sede hace apenas dos meses de la primera gran hazaña albiceleste, cuando los Pumas mostraron al mundo con su primer triunfo ante Sudáfrica su gama de recursos, su valentía, su terrible contragolpe.
El ala Juan Imhoff, que se convirtió aquel día en el único jugador en la historia que anotaba tres ensayos a los Springboks en un partido, sacó a relucir sus propulsores para derrumbar a Irlanda (43-20), lo mejor que ha ofrecido el Seis Naciones los dos últimos años, con otras dos marcas. El fruto de Argentina, que empezaba su andadura en la élite como esa delantera aguerrida capaz de aguantar una hora al rival, lo ha recogido su trasera y su fiable banquillo. Cuando se midan el domingo en semifinales a Australia, los otros adalides sureños del juego dinámico y a la que vencieron por primera vez en 2014, lo harán con la denominación de origen del hemisferio sur.
Desde que arrancara en 2012 su participación en el Rugby Championship, el Cuatro Naciones del sur, midiéndose anualmente con Sudáfrica, Nueva Zelanda y Australia, todo ha cambiado en el rugby albiceleste. “El crecimiento ha sido muy grande. Entonces nos desnudaron y a partir de ahí empezamos a construir. Competir todos los años con los mejores exige un nivel de perfección, hasta que te acostumbras y parece algo normal”, dice su técnico, Daniel Hourcade. El Mundial ha concedido la hegemonía a este estilo dinámico del hemisferio sur, titular de las cuatro plazas de las semifinales. “Para ganar necesitamos arriesgar, les pedimos a los jugadores algo que son capaces de hacer”.
IRLANDA, 20-ARGENTINA, 43
Irlanda: Rob Kearney; Tommy Bowe (Luke Fitzgerald, m.13), Keith Earls, Robbie Henshaw, Dave Kearney; Ian Madigan, Conor Murray (Eoin Reddan, m.70); Cian Healy (Jordi McGrath, m.51), Rory Best (Richardt Strauss, m.66), Mike Ross (Nathan White, m.51); Devin Toner, Iain Henderson (Donnacha Ryan, m.71); Jordi Murphy (Rhys Ruddock, m.70), Chris Henry, Jamie Heaslip.
Argentina: Joaquín Tuculet, Santiago Cordero, Matías Moroni (Jerónimo de la Fuente, m.68), Juan Martin Hernández, Juan Imhoff, Nicolás Sánchez, Martin Landajo (Tomás Cubelli, m.53); Leonardo Senatore (Facundo Isa, m.51), Juan Martin Fernández Lobbe, Pablo Matera, Tomas Lavanini, Guido Petti (Matías Alemano, m.60), Ramiro Herrera, Agustín Creevy (Julián Montoya, m.56), Marcos Ayerza (Lucas Noguera, m.68).
Árbitro: Jerôme Garcès (Francia).
Ensayos: Fitzgerald y Murphy para Irlanda; Tuculet (2) e Imhoff (2) por Argentina.
Golpes de castigo: Madigan (2) por Irlanda; Sánchez (4) por Argentina.
72. 316 espectadores en el Millennium Stadium de Cardiff.
La forma en que Argentina desbordó a Irlanda desmiente cualquier tópico defensivo del pasado: la albiceleste ha superado la barrera de los 40 puntos en cuatro de sus cinco partidos. Su apertura Nicolás Sánchez se ha confirmado como ejecutor del plan de Hourcade y como un pateador realmente eficaz. En el nudo de un encuentro que sus compañeros resolvieron con dos ensayos en los primeros diez minutos y otros dos en el tramo final, ahí estuvo Sánchez para dar equilibrio en la hora sin ensayos. Su pie mantuvo a Los Pumas por delante ante la acometida irlandesa, que rozó el empate en una patada marrada por su apertura, Madigan.
Podría esgrimir Irlanda las bajas por lesión de su capitán, Paul O'Connell, y de su 10 habitual, Jonathan Sexton. No lo hizo su técnico, Joe Schmidt: “Sabíamos que iba a ser duro y esperábamos que Argentina saliera fuerte, pero una cosa es anticiparlo y otra es tener una solución para ello. Jugar en el Rugby Championship les va a hacer realmente fuertes. No sé si ya les queda mucho por mejorar”. El técnico neozelandés recordó que el equipo de la Unión Argentina de Rugby competirá el próximo año en el Super Rugby, el mejor torneo de clubes del mundo, frente a escuadras sudafricanas, neozelandesas y australianas.
En la Liga de los mejores
Una actuación tan categórica legitima la decisión del grueso de la selección argentina de dejar sus clubes en el extranjero para unirse al equipo, creado para fortalecer a la selección creando una suerte de vestuario nacional. También supone un paso hacia la profesionalización de las competiciones locales y aporta una salida en el país a los jóvenes que despunten. Los que ya volvieron, como Tomás Lavanini, el segunda línea que se marchó a Nueva Zelanda a entrenar con los Chiefs, están más que curtidos en esa innegociable intensidad de las potencias del sur.
El triunfo da por cumplido el objetivo de Los Pumas en este Mundial: jugar los siete partidos, como en 2007, cuando terminaron terceros derrotando a Francia. Si aquello supuso optimizar al máximo su juego de delantera y la pierna de Juan Martín Hernández, el triunfo ante Irlanda es la promesa de un gran futuro.
En un torneo que ha demostrado la imparable hegemonía del hemisferio sur, imponiendo su estilo sobre el pausado y bruto norte, tan amoroso del músculo, Argentina puede presumir de pertenecer a él. Diego Armando Maradona, que bajó al vestuario argentino tras la victoria ante Tonga, se comprometió a acompañarles en Twickenham si su equipo alcanzaba las semifinales. Los Pumas se encargaron ayer de recordarle su promesa.
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