“Nadie pensaba que la carrera de Valentino sería tan longeva”
Jeremy Burgess fue durante 13 años el mecánico que le preparaba la moto a Rossi, hoy es un admirador más que espera que logre su décimo título mundial
Hubo un tiempo en que Jeremy Burgess (Adelaida, Australia; 62 años) era casi tan famoso como el piloto al que le montaba la moto, Valentino Rossi. Hoy es un jubilado feliz, que ha perdido diez kilos desde que dejó MotoGP, que juega mucho al golf, y al tenis en verano, matiza. “Hago todo eso que no había podido hacer durante los últimos 30 años, como pasar más tiempo con la familia, que siempre está bien. Tengo 62 años, así que me quedan unos diez para disfrutar de la vida, tengo que aprovecharlos”. Ha pasado el fin de semana en Phillip Island, junto a Wayne Gardner y Mick Doohan, pilotos con los que también trabajó, para atender ejercer de relaciones públicas a petición de los organizadores del gran premio. Y para ver a su chico. Pocos conocen tanto a Rossi como él.
Pregunta. ¿Pensó que volvería a ver alguna vez a Rossi peleando por el Mundial?
Respuesta. Cualquier cosa es posible, pero la verdad es que pensaba que las probabilidades ya eran muy pocas, sobre todo porque han pasado seis años desde que ganara su último Mundial. También creo, sin embargo, que habíamos olvidado lo especial que es. Ahora nos está refrescando la memoria.
P. No es el más rápido este año, pero es el mejor haciendo otras cosas, por ejemplo en la gestión de la carrera. ¿Cómo decide siempre bien cuándo y cómo atacar?
R. Eso le hace especial. En las carreras es donde podemos ver de dónde saca las fuerzas, cómo toma las decisiones. Esta temporada está siendo consistente, regular, ha subido al podio en todas las carreras menos en dos, y ha ganado cinco. Sabe, por experiencia, que el campeonato se gana al final de la temporada. Y eso es lo que se debatirá en las próximas carreras. Valentino puede echar mano de las matemáticas, pero creo que sencillamente seguirá haciendo como hasta ahora y buscará ser consistente y tener controlado a Jorge, que es el que necesita ganar carreras. Tendrá que controlar todo lo que pase a su alrededor y asegurar el podio. Aunque también sabe que necesita alguna victoria. Será una lucha dura. Él quiere ganar el campeonato en Malasia, pero creo que el dónde no es lo más importante.
P. ¿Por qué está obsesionado con ganar en Malasia?
Los dos años en Ducato fueron un periodo muy difícil para él. Yo empecé a cuestionarme si realmente quería seguir en el paddock”
R. Porque Valencia nunca se le ha dado muy bien. Además, competirá contra tres españoles en España y contra el tiempo, que empieza a cambiar en Europa. Y tiene la sensación de que ganar antes de llegar a Valencia es mucho más seguro. Pero si necesita jugársela en la última carrera no será para tanto.
P. ¿Es el mejor en la guerra psicológica?
R. Es muy fuerte en el aspecto psicológico, pero cada cosa que hace se la enseña a los demás. Jorge lleva aprendiendo de él desde 2008. Y ahora ya todos pueden con Valentino Rossi, incluido Marc, que es el más joven, pero también es especial. Aún así, en cualquier final debes dejar la guerra psicológica a un lado y pelear en la pista.
P. Su gente dice que si Rossi es capaz de ganar todavía es por la pasión que pone.
R. Eso es lo que lo hace todo más fácil. Si amas lo que haces (y todavía físicamente puedes hacerlo), por qué no seguir. Esa es la clave. Valentino lo explica fácil: sigue divirtiéndose con los viajes, entrenándose en los circuitos, este es su mundo desde hace 30 años, se siente cómodo aquí.
P. Él fue quien decidió que usted ya no sería su jefe de mecánicos, pero siguen siendo amigos y se escriben a menudo, ¿qué se cuentan?
Cuando paseas por el paddock ves dos tipos de pilotos: los que vienen a las carreras y esperan que les vaya bien o los que, como Valentino, tienen la convicción de que les va a ir bien”
R. Poca cosa. Le digo: buen trabajo, o buena clasificación; o él me explica que Dani está muy fuerte aquí o allá... Tampoco hablamos cada semana, ni cada día de carreras. Puedo advertir, por los resultados y al verlo por la tele, cómo se siente.
P. ¿Le pide consejo?
R. No, Rossi sabe más de motos que nadie. Yo no llevaba la moto, solo trabajaba en ella, la ponía a punto según sus indicaciones, organizaba a los mecánicos... No era yo su fuente de motivación, Valentino se motiva él mismo. Cuando paseas por el paddock ves dos tipos de pilotos: los que vienen a las carreras y esperan que les vaya bien o los que, como Valentino, tienen la convicción de que les va a ir bien y trabajan para ello. P. A menudo, usted recuerda que André Agassi también cambió a su entrenador para volver a ser el número uno. Agassi lo logró.
R. Los deportistas, a menudo, cambian. Les ayuda a mantener la motivación. A veces, es como el matrimonio largo y duradero que necesita un poco más de emoción. En mi caso yo me hubiera quedado todo el tiempo que Valentino hubiera querido, pero tampoco quería seguir aquí 20 años más. Llegó un momento en que me di cuenta de que quería hacer otras cosas; llevaba en el Mundial desde 1980, y no me quedaban muchas más cosas por hacer después de haber ganado 14 mundiales y 160 carreras. Empezó a parecerme todo muy repetitivo. Estaba perdiendo el interés. No te das cuenta cuando estás ahí metido, pero sí cuando tomas distancia.
P. ¿Cree que Rossi lo notaba?
R. Nunca le dije que estaría ahí hasta que terminara su carrera. Quizá diez años antes lo hubiera hecho, pero nadie pensaba que su carrera iba a ser tan longeva.
P. ¿Qué fue lo más frustrante para Rossi de sus dos años en Ducati?
R. Fue un periodo muy difícil para él. Para mí fue el momento en el que empecé a cuestionarme si realmente quería seguir en el paddock en esas condiciones. Volver a Yamaha un año fue refrescante, me hizo sentir bien. Y a Valentino también. Pero él quería entrar en otra dinámica. Y necesitaba a alguien que quisiera seguir con él hasta el final. No le reprocho nada. Me alegro de su decisión y de que le fuera tan bien. Y yo dejé este deporte sin ningún reproche. Y con muchos amigos.
P. Si Rossi gana este Mundial...
R. Yo sería muy feliz. Mucho.
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