El Barça se corona a lo grande
Los azulgrana logran la Supercopa en Málaga (62-80) con un festival dirigido por Ribas y Arroyo
El Barcelona necesitaba ganar un título 15 meses después de haber conquistado el último y lo consiguió en una Supercopa que dominó de una forma abrumadora. Con parecido estilo con el que dio cuenta del Gran Canaria, con la misma aparente sencillez, abrumó al Unicaja, al anfitrión del torneo, el mismo que había maravillado y había cortado la racha triunfal del Real Madrid un día antes. El Barcelona se impuso con todas las de la ley, de la mano de un Pau Ribas exuberante de forma tras su magnífico Eurobasket con la selección española, y muy bien acompañado por el griego Perperoglou, el estadunidense Oleson, el puertorriqueño Carlos Arroyo y casi todos sus jugadores, que acabaron actuando a beneficio de inventario en un partido tan decantado que dejó al Unicaja fuera de onda antes del final del tercer cuarto (43-57).
UNICAJA, 62; BARCELONA, 80
Unicaja: Markovic (3), Jamar Smith (2), Dani Díez (3), Will Thomas (9), Fran Vázquez (7) –equipo inicial-; Edwin Jackson (8), Alberto Díaz (0), Richard Hendrix (9), Carlos Suárez (0), Germán Gabriel (5), Nedovic (4) y Kuzminskas (12).
Barcelona: Satoransky (0), Pau Ribas (15), Perperoglou (13), Doellman (7), Lawal (6) –equipo inicial-; Abrines (4), Vezenkov (8), Eriksson (0), Diagné (2), Oleson (9), Arroyo (10) y Tomic (6).
Parciales: 15-22, 16-15, 12-20 y 19-23.
Árbitros: García, Pérez y Peruga.
Martín Carpena de Málaga. Unos 10.000 espectadores.
Quince meses suponían demasiado tiempo en el dique seco para un transatlántico como el que pilota Xavi Pascual, más aún cuando su eterno rival, el Real Madrid, iba al copo, con un póquer recién completado con la Intercontinental en Brasil. Las cejas de los analistas se alzaron ante la colección de nuevos cromos que aparecieron este verano en el Palau. Hasta siete. Y Navarro, lesionado. Pero el Barcelona necesitaba saciar su sed de títulos, aunque fuera con ocasión del envite de menos relumbrón.
La incógnita era cómo iban a mezclar tantas incorporaciones y la mitad de la plantilla que quedaba del curso anterior. Los dos partidos del Barcelona en el Martín Carpena recordaron a algunos de años anteriores, aquellos en los que arrollaba, en los que sus rivales acababan desarbolados y en los que Pascual parecía disponer de tal cantidad de recursos que no se adivinaba su final. La incipiente temporada no invita a exagerar las conclusiones, tampoco el hecho de que no se produjera el duelo entre el Barcelona y el Madrid. Lo impidió la magnífica actuación del Unicaja en la semifinal en la que se ganó el derecho a soñar con alzar en casa su primera Supercopa.
El Martín Carpena vibraba pasado el meridiano del primer cuarto. Las cuentas traducían el dominio malagueño. El lituano Kuzminskas campaba a sus anchas pese al implacable seguimiento al que le sometió Perperoglou, muy metido en el papel que le promovió al quinteto titular del Barcelona en lugar de Abrines. El Unicaja dominaba por 15-9 y los indicadores atestiguaban su estampida inicial, con cinco rebotes de ataque, cinco pérdidas del Barcelona y una defensa muy bien pertrechada en el interior de su zona. Lo daban a entender los cuatro fallos del nigeriano Lawal, que en esta Supercopa al menos, ha comparecido como titular en detrimento de Tomic.
En esas estaba el partido, ya en pleno carrusel de cambios. De repente, el estadounidense Oleson empezó a percutir a base de triples y el serbio Nedovic sumó tres faltas en menos de tres minutos. El marcador pasó de un 15-9 a un 15-22. El ya de por sí demoledor parcial se fraguó con algunas acciones que delataron la repentina desconexión del Unicaja y la efervescencia del Barcelona: dos tiros libres fallados por Carlos Suárez, tres triples blaugrana en un minuto y medio y un alarde de Arroyo con una penetración finalizada con un tiro apoyándose en la tabla que entró coincidiendo con la bocina del primer cuarto. El Barcelona marcó territorio.
El Unicaja dio un par de acelerones (28-30 y 42-45), cuando Fran Vázquez aprovechó su emparejamiento con el joven Diagné, Dani Díez anotó un triple y Will Thomas y Richard Hendrix cogieron una corta racha en los lanzamientos de media distancia. Pero el Barcelona siempre opuso una buena defensa y marcó distancias enormes, de más de 20 puntos, que le coronaron de antemano. Salió a relucir la muñeca de Perperoglou. Prosiguió Ribas su espléndida labor. Arroyo se encontró tan a gusto que brindó un recital al que se sumó el búlgaro Vezenkov. El Barcelona volvió a alzar un título 15 meses después. Con la Liga a la vuelta de la esquina, se anima su tremendo desafío ante el Madrid que, esta vez en Málaga, no pudo ser.
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