La respuesta del delantero centro
Sin Messi, el equipo se vuelve más vertical, siempre con carreras por el costado y con Suárez como detonante
Digerido sobre el césped el susto y la lesión de Messi, el Barça trató de reorientar su forma de jugar. Y lo hizo con un fútbol más directo, con carreras por el costado y con pases que trataban de saltar las líneas de presión. Entre otras cosas porque ya no había la pausa que da el 10 cuando coge el balón desde el lateral y tira hacia el interior; ya no había la frontera exigida para componer el ataque del Barça. Tampoco los extremos bajaron a recibir, sino que pidieron el esférico en largo o en el ala para desequilibrar en velocidad. Munir no se salió con la suya y a Neymar lo ataron en corto con las ayudas, al menos al inicio. Por lo que Luis Suárez cobró el protagonismo que le gusta, el del delantero centro.
Luis Suárez ya no se prodigaba en los arrastres para originar huecos a las rupturas de la segunda línea, sino que se centraba más en una batalla en profundidad
Con Mascherano de mediocentro y Busquets de volante izquierdo, el equipo tenía músculo en el eje pero no andaba sobrado de llegadas desde atrás, ausentes también las incorporaciones de un Rakitic al que le preocupaba más guardar el sitio que robar el del contrario. Así, Luis Suárez ya no se prodigaba en los arrastres para originar huecos a las rupturas de la segunda línea, sino que se centraba más en una batalla en profundidad. Desmarques a las espaldas de sus parejas de bailes que dieron vida al Barcelona porque Las Palmas, valiente, situó su zaga bastante adelantada. Ocurrió, sin embargo, que Suárez no estaba fino con los pies porque malogró dos centros que hubiesen validado a Neymar una ocasión ante el portero. Pero a brega, intensidad y esfuerzo no le gana nadie al 9. Por lo que aprovechó una carrera de Sergi Roberto, que prolongó un taconazo de Munir y soltó en carrera un centro espectacular, tenso y con ventaja para el delantero, que Suárez atacó en lo alto para cabecear a gol. Balón a la banda, centro y remate, un manual que desempolvó el Barça, en desuso porque lo habitual es que los laterales la pongan atrás, a la llegada de Messi.
Con el resultado a favor, el Barça se desabrochó la camisa gracias al aburrimiento de Neymar, que buscó nuevas posiciones en el campo para entrar en contacto con el balón, y a la inteligencia de Busquets. Acostumbrado como está el 5 a maquillar las necesidades del equipo con su primer toque en ataque y con su posicionamiento en defensa, entendió que el duelo le reclamaba un paso al frente. Así, en una ocasión que Neymar bajó a tocar, el cuero llegó a la banda (Munir) y de ahí al punto de penalti, donde Busquets, en una floritura bien efectiva, dejó pasar la pelota por debajo de las piernas para que Luis Suárez, de nuevo de delantero centro, rematara a la red.
Ya había encontrado la vía el Barça —incluso Neymar falló un penalti—, acentuado el ataque en las bandas y las carreras de los extremos, también en los desmarques de Luis Suárez. Otro fútbol sin Messi, una respuesta de delantero centro.
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