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Argentina y la cátedra del sur

“Se aprende muchísimo de la derrota”, asegura Lavanini, presente y futuro de Los Pumas

Lavanini durante un entrenamiento de Argentina.
Lavanini durante un entrenamiento de Argentina. ADRIAN DENNIS (AFP)

En su valiente apuesta por competir contra los mejores, Argentina asumió con alegría la rutina de la derrota, aunque no por mucho tiempo. Su presencia desde 2012 en el Rugby Championship, junto a Australia, Nueva Zelanda y Sudáfrica, los gendarmes del oval, amenaza con tornarse en rebelión y, tras cuatro años, solo los All Blacks, que les esperan en Wembley esta tarde (16:45), mantienen un expediente inmaculado. La portentosa victoria en Durban ante los Springboks en agosto, junto al triunfo en 2014 frente a los Wallabies, da argumentos a un país que pelea por su sitio en la aristocracia. “Se aprende muchísimo de la derrota, y haber ganado estos partidos nos devuelve muchas cosas”, asegura el segunda línea Tomás Lavanini, pilar albiceleste con apenas 22 años.

Lavanini recuerda la victoria en tierras sudafricanas, la primera vez en la historia que doblegaban a los Springboks, como un hito. “Fue impresionante, entramos a la cancha con otra cabeza y supimos aprovechar cada error de ellos. Jugamos un gran rugby y llegamos en un buen momento al Mundial”. Los Pumas, que acostumbran a buscar marcadores bajos para imponer el físico de su delantera si logran un final apretado, mostraron un atrevimiento ofensivo desconocido. “Lo que más hemos mejorado estos años es la confianza entre nosotros, y se vio dentro de la cancha”.

El apartado más glamuroso del currículo de Lavanini lo vivió hace dos años, entrenando durante varias semanas en Nueva Zelanda con la plantilla de los Chiefs, entonces vigentes bicampeones del Super Rugby, el torneo de clubes más prestigioso del mundo disputado por franquicias australianas, sudafricanas y neozelandesas. “Fue un trabajo muy duro, sobre todo con Brodie Retallick [elegido mejor jugador del mundo en 2014] en la línea. Tienen entrenadores magníficos y aprendí muchas cosas”. El neozelandés definió a Lavanini como un jugador físico. “Recuerdo haber visto un video donde noqueó a alguien simplemente limpiando un ruck”, explicó en 2014. Su homónimo acepta el calificativo: “Yo no sé cómo me definiría. Sé lo que dicen, que soy un jugador muy físico, y voy a trabajar para que sigan diciéndolo”.

Lavanini vivió en primera persona la esencia del rugby tendencia. “Todos tratan de copiar a Nueva Zelanda, es un rugby muy dinámico comparado con el de Francia o Inglaterra. Salen a la cancha a divertirse, sin ningún tipo de presión, y les da igual quien haya enfrente”. No es tanto un aspecto táctico como de ejecución. “Ellos juegan un rugby que parece muy simple [ríe], pero tienen unos jugadores impresionantes y cada partido que los ves crecen en confianza”, explica el segunda línea, celoso del culto nacional a un deporte erigido en símbolo nacional. “Los Chiefs son como Boca acá, vivir allí para jugarlo debe ser increíble”.

El núcleo de la selección argentina asumirá el próximo año otro gran reto. Vuelven de las ligas europeas (Lavanini militaba en el Racing Metro francés) para el debut de la franquicia argentina en el Super Rugby, un refuerzo al rendimiento de Los Pumas. “Es lo principal, por eso se hace la franquicia, para estar todos juntos durante nuestra carrera como hacen Nueva Zelanda, Sudáfrica y Australia”. Países nada proclives a convocar a jugadores que compiten en Europa, por más que los Wallabies hayan corregido la tendencia este año llamando a Matt Giteau y Drew Mitchell. “Va a estar muy bien, hay jugadores y ojalá no tengamos que hacer lo de Australia”, explica Lavanini, convencido de que integrar el equipo nacional con gente de la casa supone un plus y no una limitación.

Todo ha ido muy deprisa para una pieza ya imprescindible apenas dos años después de su debut. “Empecé de muy chiquito, pero jamás pensé estar en los Pumas. Me ha sorprendido consolidarme tan pronto, fue todo muy rápido y muy lindo”. Como si fuera una consecuencia de esa fugacidad, no le gusta plantarse metas intermedias. Cuando se fija un objetivo en el Mundial, no duda: “Dar la sorpresa y ganar a los All Blacks en el primer partido”. A los gendarmes, que jamás han perdido un encuentro de fase de grupos, una presa que solo han cazado cinco selecciones en la historia. Los Pumas, cuanto menos, honrarán la letra de su himno y procurarán morir con gloria.

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