El Sevilla de Champions sí disfruta
Penalti a penalti, el conjunto andaluz se estrena con un estupendo triunfo ante el MGladbach, demasiado defensivo y sin pegada
Penalti a penalti, el Sevilla se estrenó en la Liga de Campeones con un magnífico triunfo, que le permite esbozar la mejor de sus sonrisas. No solo por la victoria en sí, siempre importante en un grupo endemoniado, sino por las formas. Con Nervión luciendo sus mejores galas, lógicas en el regreso del club andaluz a la máxima competición continental cinco años después, el Sevilla recobró el alma competitiva que se le había echado en falta en su gris inicio liguero.
Los de Emery no defraudaron y pasaron por encima de un Borussia que vive momentos de angustia. Banega tomó el mando muy bien escoltado por Krychowiak, Reyes y Vitolo disfrutaron del juego y, para colmo, el equipo despejó las dudas sobre su falta de gol. Eso sí, fueron necesarios hasta tres penaltis para que el Sevilla anotara. Los tres parecieron claros, como fluidas y excelentes fueron las combinaciones que los provocaron. Un esbozo del equipo que desea Emery, intenso, veloz y con talento para superar al rival.
Después de un primer tiempo donde le costó tomar el mando, el Sevilla, con espacios, destrozó al Borussia, que de tanto defender nunca encontró la fórmula para practicar otro tipo de fútbol. En los tres penaltis, Vitolo, un jugador superlativo, tuvo un papel destacado. Incansable, el canario combina, juega y remata. Su fútbol total fue muy bien aprovechado por este Sevilla que se pegó la primera fiesta de la temporada.
Sevilla, 3 - Mönchengladbach, 0
Sevilla: Rico; Coke, Andreolli, Kolo, Tremoulinas; Krychowiak, Nzonzi; Reyes (Konoplyanka, m. 83), Banega (Krohn-Dehli, m. 75), Vitolo; y Gameiro (Immobile, m. 70). No utilizados: Rico; Mariano, Iborra y Llorente.
Borussia Mönchengladbach: Sommer; Korb, Brouwers, Jantschke, Wendt; Hahn (Nico Schulz, m. 72) , Stindl (Dahoud, m. 67), Nortveid, Traoré; Raffael (Drmic, m. 85) y Hazard. No utilizados: Sippel; Christensen, Marvin Schulz y Hrgota.
Goles: 1-0. M. 47. Gameiro, de penalti. 2-0. M. 66. Banega, de penalti. 3-0. M. 83. Konoplyanka.
Árbitro: Roman Slysko. Amonestó a Brouwers, Sommer, Stindl, Reyes y Nzonzi.
Ramón Sánchez Pizjuán. Unos 40.000 espectadores.
Hay elementos que invitan a la esperanza en el equipo andaluz. Puede que la mejor versión de este equipo esté por llegar, pues conviene conjuntar muchas piezas y definir cuanto antes el nuevo plan, pero se atisban importantes brotes verdes. Mientras se persevera en la búsqueda de ese Sevilla demoledor, el que se estrenó en la Champions tuvo una virtud desconocida hasta ahora. El grupo de Emery se movió con intensidad y metió una marcha más en la velocidad de sus acciones.
Ese punto de presión y la vuelta al equipo de Banega fueron suficientes para meter en su área al Borussia, un equipo acomplejado por su posición de colista de la Bundesliga y muy diferente al que la pasada temporada pasó también por Nervión, pero en la Liga Europa. Apenas queda rastro de ese Borussia delicioso con el balón. Empujado por el tremendo ambiente de Nervión, la noche de Champions se abrió con una gran combinación del Sevilla que acabó con un balón al palo de Vitolo.
Sintió miedo el Borussia, que decidió cortar cualquier aventura en busca del área de Rico, otra vez en la portería en las grandes ocasiones. El Sevilla se convirtió en el dueño absoluto del juego, gustándose incluso en alguna jugada. Cuando Banega y Reyes aparecían y conectaban con Vitolo, el peligro se mascaba. En la definición, todos los caminos concluían en Gameiro, que le quitó el puesto a Llorente. Gameiro tuvo tres ocasiones, pero no definió, con lo que el empate mantenía las esperanzas del Borussia.
La tensión acumulada por Gameiro salió disparada en el penalti que lanzó el francés a los dos minutos de la segunda mitad. El meta Sommer contactó con Vitolo y Gameiro le pegó con el alma para hacer el 1-0 y desatar a su equipo. Voló el Sevilla con las incursiones de Vitolo, que provocó un nuevo penalti, ahora fallado por Gameiro. Luego fue Banega el que hizo el segundo, también de penalti. Todavía llegó un tanto de Konoplyanka en el primer balón que tocó. La fiesta se había instalado en Nervión, feliz en el regreso a la Liga de Campeones. Y con Llorente sin jugar ni un minuto.
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