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EUROBASKET 2015
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Pliego de condiciones

Se acabaron las tardes y noches en las que te sentabas tranquilo delante del televisor

Pau Gasol, felicitado por Felipe Reyes
Pau Gasol, felicitado por Felipe Reyes Juan Carlos Hidalgo (EFE)

Pasado el monumental susto ante Alemania, donde se salvó por uno de los pelos rubios de Schroder, España sigue viva. El partido fue coherente con los nuevos tiempos, donde se han terminado las tardes y noches plácidas en las que te sentabas delante del televisor tranquilo y confiado. A punto de empezar la fase decisiva, la selección ha dado muestras de que es capaz de ganar a cualquiera (en un día discreto peleó la victoria ante la poderosa Serbia) pero también puede ser carne de cañón el día menos pensado. Como resulta inevitable la comparación con respecto a un pasado tan exitoso como el de este grupo, donde se nota el descenso en los recursos es en el número de condiciones que deben darse para que seamos competitivos ante rivales cualificados. Con el equipo al completo y dos o tres años menos, bastaba con cumplir tres o cuatro a lo sumo. Que Gasol fuese Gasol, que algún tirador desatascase el ataque, y que unos cuantos minutos de intensa presión defensiva permitiera explotar luego el juego en campo abierto que tanto nos gusta, era suficiente para doblegar a casi todos. Ahora, si nos ponemos a pensar qué debe hacer España para poder lidiar con equipos como los que están en el horizonte, Grecia, Francia o Serbia, la lista de exigencias es mucho mayor.

Se acabaron las tardes y noches en las que te sentabas tranquilo delante del televisor

En esta primera semana de competición hemos tenido pruebas fehacientes de que en cuanto alguna de las premisas básicas falla o se ausenta, el equipo lo acusa de forma evidente. Llámese Pau, el Chacho, Llull, la defensa en el perímetro de pequeños y grandes, el acierto en el tiro exterior o nuestra solvencia reboteadora, fundamental para darle velocidad a las transiciones. Si cogemos, por ejemplo, el último partido ante Alemania, España mejoró en su concentración defensiva, aparecieron los dos sergios para confirmar que son influyentes siempre, Pau Ribas y San Emeterio suben peldaños cada partido en la jerarquía y, sin llegar a la excelencia, ni mucho menos, la puntería de los tiradores fue algo más presentable. Se oyeron gritos de ánimo desde el banquillo, algún estallido de rabia contenida en la pista y en general hubo mejores caras, que ya se sabe que, salvo en el caso de Kimi Raikkonen, son el espejo del alma.

La limitada rotación acrecienta el peligro de agotamiento

Hace nada, con esto hubiese sido suficiente. Ahora ya no. Y según avance el campeonato, menos aún. Porque a los pros siempre les está acompañando unos contras que de no corregirlos (si es que se puede, pues alguno es estructural) terminaremos pagándolo caro. Entre otros déficits, seguimos con enormes problemas para defender lo que hoy en día es la quintaesencia del baloncesto, el bloqueo y continuación entre hombre bajo y pivot a siete metros del aro. Cada sí es no es, voy o me quedo, de alguno de nuestros pivots, termina en personal o canasta. La limitada rotación acrecienta el peligro de agotamiento para hombres que no se destacan por su físico. Y aunque la sangre no llegó al río, la forma en la que perdimos siete puntos a falta de un minuto resulta pecado mortal en estos torneos. En las tres ocasiones que los partidos llegaron abiertos a los minutos finales, Serbia, Italia y Alemania, hemos suspendido el examen.

Hasta ahora hemos sobrevivido, pero a cada paso del camino, a España se le exigirá cumplir cada vez mejor con el amplio pliego de condiciones, que, al menos hasta ahora, no ha logrado conseguir de forma simultánea. Esperemos que así sea, porque si no, no habrá otro pelo que nos salve.

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