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Día 2. Salió el sol

El autor descifra las claves del buen juego de la selección española frente a Turquía, en su segundo partido del Eurobasket

Gasol entra a canasta ante Erden, de Turquía.
Gasol entra a canasta ante Erden, de Turquía. J. C. Hidalgo (EFE)

Son casi las doce de la noche y luce el sol. No es una anomalía meteorológica, pues no me refiero al cielo berlinés, sino a las caras iluminadas de jugadores y aficionados españoles después de la exhibición de juego y acierto dada ante los anonadados turcos. Quizás es que el sábado, después de la derrota ante Serbia, en lugar de repasar una y otra vez el vídeo del partido, el equipo español cambió de deporte y apartó penas con el España-Eslovaquia futbolero. Igual les resultó inspirador cómo en un momento delicado, los de Del Bosque recuperaron esencias olvidadas y volvieron a abrazar el credo que les mantuvo en la cima del futbol mundial durante varios años. Puede también que ni lo viesen y fuese casualidad, pero el equipo español, al igual que sus colegas que juegan con los pies en lugar de con las manos, tiró de memoria y nos mostró la cara sobre la que han construido su exitoso relato. La del equipo compacto, ágil, veloz, solidario defensivamente y con chispa suficiente como para aunar eficacia y estética. España fue de principio a fin un ciclón de juego y acierto que dejó al equipo turco en un sparring que sólo encajaba golpes y no podía responder ni a uno solo.

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El buen partido ha llegado en un momento muy adecuado. Nada resulta más dañino para un colectivo que las dudas. Las había antes de comenzar el torneo y se acrecentaron después de perder ante Serbia. Pero como muy bien decía Antoni Daimiel después del partido, hay una cosa que este equipo hace muy bien: reaccionar ante las derrotas. Basta recordar lo ocurrido en los Europeos de 2009 y 2011, en los que terminamos ganando el oro, y también en los Juegos de Londres, donde hubo más de un disgusto previo a la plata. Esta cualidad resulta impagable, pues impide que los debates y tembleques (internos o externos) crezcan y terminen afectando en demasía al equipo. Las penas duran lo justo, y el equipo se rearma con rapidez.

Ocurrió ayer, donde la situación exigía una actuación convincente, y el equipo estuvo a la altura de las circunstancias. Vimos la España que se pretende, con las virtudes que atesora y que Serbia, y ahí estuvo su mérito, no dejó traslucir. Jugadores básicos como el Chacho o Mirotic recuperaron sensaciones, Scariolo acertó en colocar a Pau Ribas en el quinteto y dejar a Sergio Rodríguez para tareas de agitación con el partido ya lanzado, tanto Ribas como San Emeterio o Hernángomez aumentaron la sensación de que se puede contar con ellos y los clásicos, Felipe, Rudy o Pau Gasol resultaron reconocibles 100%. Se defendió mucho y bien, y se corrió, hábitat donde los jugadores españoles sacan lo mejor que tienen. Hubo espacios para que Pau hiciese con facilidad lo que a la mayoría de los mortales resulta inalcanzable, se encontraron buenas posiciones de tiro (consecuencia, mejores porcentajes) y todo fluyó convenientemente. Una noche que podía amenazar tormenta se convirtió en plácida travesía de la que todo el mundo pudo disfrutar.

Queda mucho por andar, Turquía no es Serbia y esto no ha hecho más que empezar, pero el paso de las jornadas va dejando algunas pistas. Una cosa que seguro que habrán ya tomado nota nuestros próximos rivales es que a España, o le aprietas las clavijas defensivamente, o te hace un roto. Nada nuevo, pero que quizás este año, con menos físico que tenemos, resulta más notorio y crucial. De ahí mi optimismo, por ejemplo, de cara al partido ante Italia. Una selección talentosa ofensivamente pero a la que le cuesta baja el culo y flexionar las piernas.

Pero eso será mañana. Hoy solo queda relajarse un poco después del sofocón inicial y prepararse para lo que viene. España va a estar en la pomada pues hay material suficiente para competir con garantías. De eso ya no debe quedar ninguna duda, si es que en algún momento las hubo.

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