Finaliza el rastreo bajo las aguas de la reina de la apnea Natalia Molchanova
Tras tres días de búsqueda cerca de Baleares, la Guardia Civil espera que su cuerpo emerja
Ha cesado en la isla de Formentera la búsqueda submarina del cuerpo de la plusmarquista mundial de apnea, Natalia Molchanova, de 53 años, desaparecida bajo el mar durante una inmersión el domingo día 2 de agosto. No han dado resultados las repetidas zambullidas, de hasta 60 metros de profundidad, a lo largo de tres días, de los especialistas de la Guardia Civil. Tampoco resultó efectiva la ayuda de un robot de profundidad con cámaras de vídeo que la familia de Molchanova contrató a una empresa privada de Ibiza. Ahora se otea la superficie del mar. Se espera que la mujer pez, la reina de la apnea, aparezca flotando en algún lugar.
El mar que se tragó a la reina mundial de las inmersiones a pulmón libre reflotará probablemente su cadáver lejos del punto donde se lanzó a las profundidades y no retornó. Es la hipótesis de los expertos de la Guardia Civil y de Salvamento Marítimo, especialistas en búsquedas y rescates. Otros acreditados submarinistas, como Manu San Félix, experto submarinista de Formentera y colaborador de National Geographic, especulan con que pudo perecer al emerger, al quedar inconsciente y ahogarse, víctima de un síndrome de hipoxia.
Ni los buzos ni un robot acuático han dado con el cuerpo de Molchanova bajo las aguas
Esta mujer era capaz de nadar como un pez, sin respirar, durante más 3 minutos en una piscina, aguantar hasta los nueve minutos en apnea y sumergirse hasta 101 metros bajo el mar. No reapareció tras lanzarse a las profundidades mientras adiestraba a tres jóvenes nadadores en las muy claras y turísticas aguas protegidas de Ses Illetes, a dos millas de la costa de Formentera. Según el relato de sus compañeros, Natalia Molchanova, de 50 kilos de peso, usaba un cinturón de lastre de seis kilos, para bajar más rápido, sin tanto esfuerzo. Era plusmarquista de este deporte, presidenta de la Federación de Apnea y trabajaba para una universidad de Rusia.
El límite de los descensos educativos del domingo en Formentera estaba en 35 metros, pero el fondo marino se sitúa a 80 metros en el lugar donde ancló el barco nodriza desde el que actuaba el grupo de la accidentada. Aquel día, Molchanova no usaba un cabo guía, una línea fija entre la superficie y el fondo que ayuda a marcar las operaciones de descenso, ascenso y descompresión y que puede guiar en caso de accidente.
En los minutos posteriores a la pérdida de contacto visual con Natalia Molchanova -que no retornó a la barca tras su ejercicio-, se perdieron las esperanzas de hallar con vida a la deportista. Sufrió un accidente cuyos detalles se ignoran, ya que no tuvo testigos cercanos.
El efecto de las corrientes puede desplazar un cuerpo sobre el mar lejos de donde se produjo el accidente
La familia de la víctima asumió de inmediato que se trataba de un caso mortal en un deporte de alto riesgo, contra los límites del cuerpo. Un fallo fatal entre decenas de miles de inmersiones en décadas de actividad. El portavoz familiar fue el hijo, Alexey Molchanov, quien posee la sexta marca mundial de apnea, alcanzando los 101 metros con ayuda de peso de lastre.
Ahora, lanchas del servicio del mar y del grupo de actividades subacuáticas de la Guardia Civil navegan en una zona ampliada alrededor del lugar de los hechos. Peinan y otean una vasta superficie marina de decenas de millas, alrededor de Formentera. Cada día, entre el puerto de Ibiza y Formentera, cerca del lugar del accidente, pasan unas 15.000 personas a bordo de los transbordadores y barcos de línea.También son miles los navegantes que usan sus propios barcos de recreo en Ibiza y Formentera.
Los restos de la estrella internacional de este deporte individual de gran riesgo pueden aparecer lejos del lugar de donde acaeció su accidente mortal. Con ocasión de otros siniestros de buzos y submarinistas ahogados, sus cuerpos han sido hallados a cientos de millas, en otra isla e incluso en el continente, al cabo de semanas. El efecto de las corrientes marinas y de superficie y el oleaje que mueve el viento pueden arrastrar un cuerpo a la deriva hasta 25 millas por día, según Manu San Félix, experto submarinista de Formentera y colaborador de National Geographic.
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