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Ona nada furiosa hacia el bronce

La estrella española conquista su segunda medalla en los Mundiales frente a la magnífica Natalia Ischenko, que se llevó el oro en una actuación sublime

Diego Torres
Ona Carbonell, durante su ejercicio.
Ona Carbonell, durante su ejercicio.Clive Rose (Getty)

La natación sincronizada española, en otra época la maquinaria más aceitada de consecución de medallas olímpicas para el equipo nacional, lleva dos años abocada a exaltar la figura de Ona Carbonell. La nadadora de Valvidrera, de 25 años, es el centro de todas las estrategias que se tejen y destejen en la telaraña de mandos intermedios y superiores que ha configurado la federación en su afán por controlar esta disciplina. El resultado destiló ayer la segunda medalla de España en estos Mundiales. Un bronce que, por supuesto, se colgó la espléndida Ona en un solo libre ejecutado con el punto furioso que la caracteriza en su última versión.

La exhibición fue una maravilla interpretativa de bucles, figuras en apnea y desplazamientos técnicamente notables que solo oscureció el recuerdo de la rutina de la rusa Natalia Ischenko. La mejor nadadora de sincronizada de todos los tiempos, según la mayoría de los jueces, interpretó la música de la película El Violinista del Diablo de tal manera que parecía que flotaba en un límite impreciso entre el agua y el aire. A sus 29 años transmite mejor que nunca.

“Estoy emocionada porque ha sido un gran Mundial para mí”, dijo Ona, cubierta de gel brillante y aferrada a su metal. Ahora la duda que sobrevuela a la expedición de España es de índole estratégica. Porque las dos medallas de solo corresponden a una especialidad que no entra en el concurso olímpico. En los Juegos de Río solo se competirá en dúo y en equipo, y el cuerpo técnico debe plantearse cómo hacer para volver a canalizar el inmenso talento de su estrella hacia unas rutinas de conjunto que ha preferido no entrenar desde hace un año y que en la piscina de Kazán se ha dedicado a mirar desde la grada. El lapso suficiente para que el equipo español se estacione en una férrea quinta posición, por debajo de Ucrania, Japón, China y Rusia. En un deporte marcado por ciclos lentos, donde los jueces son extremadamente conservadores, España parece condenada a perder su posición en el podio olímpico.

Ona se mostró encantada con su actuación. “Estoy muy contenta porque he dado mi mejor versión”, dijo. “Sabía que no era nada fácil obtener una plata y un bronce en este Mundial. He mejorado mucho respecto del Mundial de Barcelona donde obtuve dos bronces. Y tanto Virginie Dedieu como Gemma Mengual me han dicho que han hablado con entrenadores que las han felicitado por la coreografía, por mi actuación y por la parte artística”.

Dedieu y Mengual, las dos solistas que innovaron la sincronizada en la pasada década, se pusieron a su servicio, contratadas especialmente por la federación desde hace tres años. El músico francés Rapäel Imbert compuso las notas de jazz en la coreografía. “Es una música muy dramática”, explicó la nadadora, “muy expresiva, con la que puedo intentar llegar muy adentro de los jueces. El objetivo ha sido captar la atención del jurado. Y creo que lo he conseguido”.

Las magistradas le concedieron 94.900 puntos. Una nota al borde de la perfección. Una calificación que solo se podía superar con más potencia y más corazón. La experta china Hueng Xuechen, dueña de un cuerpo esbelto, añadió esas gotas de emotividad para llevarse la plata con 95.700 puntos. Más allá, en el ámbito de lo sublime, se colocó Natalia Ischenko.

La mujer de Kaliningrado, reclutada a los cinco años para la natación sincronizada y triple campeona olímpica, regresó en septiembre de 2014 después de dar a luz a Simeón, el niño que concibió con el saltador Sergei Anikin. Su reaparición cuajó en Kazán una obra colosal. Agua bendita para que Ona, siguiente en la lista, se bañara, furiosamente perfecta, camino del bronce.

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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