Plaza y Froome, dos épocas del ciclismo se cruzan en el podio
Victoria del español del Lampre en Gap, donde el Tour descansará un día para abordar los Alpes el miércoles
Entre Chris Froome y Rubén Plaza hay cinco años de diferencia, varios kilos y un mundo. Uno, el español, ha atravesado en sus 15 temporadas de profesional los años más turbios del ciclismo, y su limpieza, hasta el momento actual. El otro, el británico de amarillo, encarna la renovación, el futuro que siente hipotecado por la herencia del pasado.
Cuando Froome, de 30 años, comenzó a ser ciclista de verdad en el Barloworld, en 2008, la carrera de Plaza pasaba por un momento crítico. Corre en un equipo portugués de segunda, lucha por recuperar una carrera que le prometía lo más grande. En 2005, después de terminar quinto en la Vuelta y de ganar a Roberto Heras una contrarreloj en Alcalá de Henares a más de 55 por hora, Plaza era uno de los ciclistas españoles llamados a ser el futuro junto a su compañero en el Kelme Alejandro Valverde. Golpeado de pleno por la Operación Puerto y el fin de Eufemiano, y rescatado por el Caisse d’Épargne en 2007, Plaza había tenido que dejar el equipo de Eusebio Unzue, que temía la mancha que podría suponer.
Sus pasos se cruzaron brevemente en el podio de Gap: el británico subía para recibir su undécimo maillot amarillo del año; el español, como ganador de la etapa. No era muy complicado discernir quién estaba más contento bajo el sol achicharrante, su luz multiplicada por la claridad de los Alpes tan cercanos. Por sus gestos y sus miradas, la felicidad de uno y la lasitud del otro podían pesarse con la precisión de una balanza de orfebre. Por sus frases, también.
“Seguramente ganar una etapa del Tour a los 35 sabe distinto que ganarla a los 20. No sé a que sabe ganarla a los 20, pero a los 35 puedo decir que sabe a gloria”, dijo Plaza. “Es la recompensa a todo el trabajo que he hecho para prepararlo, con concentraciones en Sierra Nevada, competiciones… En los últimos cuatro meses solo habré estado seis días en casa. Les debo a mi mujer y a mi hijo, de dos años, muchos días de ausencia”.
“Es frustrante. A ningún otro líder del Tour antes de mí le han dado tanto la vara preguntándole por sus valores de rendimiento, sus vatios y su consumo de oxígeno. Qué paliza. No sé si me he perdido algo, pero no lo entiendo”, dijo el líder, quien solo sonrió con cierto alivio suspirando porque había demostrado una vez más que era un galés con la cabeza durísima su querido Geraint Thomas, ileso tras ser arrollado en una curva del temido descenso de Manse por el temerario Warren Barguil, quien se creía Marc Márquez haciendo un trompo interior. “Mis datos son propiedad intelectual del Sky, y si el equipo los da, yo estaré encantado. Solo puedo decir mi peso, que fluctúa entre 67 y 68 kilos según la ingesta de fluidos que haya efectuado en el día”.
Superado el purgatorio portugués, y como campeón de España, Plaza volvió a correr en España de nuevo de la mano de Unzue en el Movistar. Formando parte de ese equipo, en la última visita del Tour a Gap, en 2013, Plaza brindó con champán por la victoria de etapa de su compañero de equipo y amigo Rui Costa, quien con la victoria se recuperaba de la frustración de haber perdido sus posibilidades para la general en un abanico. No podía, por supuesto, Plaza adivinar, porque nadie lo habría podido suponer, que dos años más tarde él estaría de nuevo corriendo en el mismo equipo de Rui Costa, ahora el Lampre, y que sería él, imitando la fuga larga y el ataque osado del portugués antes de coronar Manse, quien acabara con la tristeza del Lampre, en busca de objetivos nuevos después del abandono inexplicable de Costa de este Tour.
La etapa de Plaza es la tercera del ciclismo español en el Tour del 15, tras las dos de Purito. Un cuarto de hora después llegaron agrupados nueve de los 10 primeros de la general, quienes, salvo Nibali, obligado a un número en el descenso, no quisieron arriesgarse.
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