Villar, a perpetuidad
El fútbol español está de enhorabuena. Ángel María Villar, presidente de la Federación, ha decidido presentarse a las próximas elecciones. Dentro de 10 días cumplirá 27 años al frente de un organismo que para toda una generación resulta inconcebible sin él. Que le investiguen el FBI y la fiscalía de Suiza no deja de ser una minucia. Que toda la basura que está achicharrando a la FIFA, con su amigo Sepp Blatter al mando, le salpique hasta la náusea, como vicepresidente que es de la máxima entidad del fútbol mundial, no pasa de anécdota. De aquí a 12 meses habrá comicios y allí se presentará él, con el apoyo de todas las federaciones territoriales, dueñas de 102 votos de los 180 que componen el censo. Le elegirán, como llevan haciendo desde el pleistoceno, en un admirable ejercicio democrático. Lo harán a cambio de quién sabe qué prebendas. Todo limpio, reluciente, ejemplar. Cuando papá Blatter mendigaba votos para vivir y morir al frente de la FIFA, mandaba a un emisario a este o aquel país, y el sujeto preguntaba: “¿Ustedes qué quieren?”.
Algo parecido hace el dueño del fútbol patrio, que ya habrá tiempo para ver la manera de dar explicaciones a las autoridades gubernamentales en el engorroso asunto de las cuentas. Y si alguien, el CSD digamos, aprieta con el dinero que puntualmente recibe el fútbol español, ya inventaremos algún pretexto, una persecución judeo-masónica, como decía aquel inquilino del palacio de El Pardo que pasaba las noches en vela cuidando de los españoles. Eso hace Villar. Cuidar del fútbol (pronúnciese con una t delante de la b). Y lo hace desde hace 27 años en su chiringo favorito, la Federación, desde hace 23 como vicepresidente de la UEFA y desde hace 15 como ídem de la FIFA. Sabiendo como saben todos los aficionados de bien que el gol de Iniesta lo marcó Villar, por qué preocuparse de que algunos fiscales de aquí y allá duden de su papel en la elección de Rusia y Qatar como sedes de los Mundiales de 2018 y 2022. O de la conexión de su hijo con parte de la dirigencia de la FIFA que hoy vive en la cárcel. El fútbol (pronúnciese con una ele al final) español está a buen recaudo. Y de enhorabuena, además, por mucho que algún mal pensado considere que la Federación que presidirá Ángel María Villar por los siglos de los siglos tenga una estructura tan corrupta como la FIFA.
Alonso apaga la tele
Especialistas de cualquier pelaje y condición, y sobre todo españolía (que diría Luis Aragonés), no se cansan de pregonarlo. Fernando Alonso es el mejor piloto de fórmula 1 que existe. Lo mismo da que Sebastian Vettel sea cuatro veces campeón del mundo y él, dos. O que Lewis Hamilton haya ganado seis grandes premios más con seis años menos de carrera. Por alguna razón desconocida, el mejor es Alonso. Al que no fue bien las últimas temporadas por culpa de ese coche que conducía (qué se puede esperar de un Ferrari). Tampoco en el curso actual están funcionando las cosas allá en McLaren. Preguntado al respecto, el piloto asturiano ha declarado: “El que se aburra o esté frustrado que apague la tele y no la encienda hasta el año que viene”. Es una solución, cierto, si no fuera porque miles de aficionados a ese pseudo deporte que él practica, unos con españolía y otros sin ella, están encantados de ver cada 15 días una exhibición de Hamilton, quizá, solo quizá, el mejor piloto de fórmula 1 que existe.
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