Clase magistral y triunfo de Márquez en Alemania
El de Honda, que ha ganado los últimos seis años en el trazado germano, se reencuentra con su moto y con la victoria. Pedrosa, segundo por delante de Rossi
Sabía Márquez que no había gozado de oportunidad como esta en toda la temporada. Volvía a sentir la moto, se veía capaz de dominarla, incluso en esas pocas curvas, la octava y la duodécima, que se le complicaban en frenada. Había pasado tantas carreras peleándose con su Honda que no tenía claro si, como dos semanas atrás en Assen, podría concentrarse en pelearse con sus rivales. Y eso que no ha habido piloto más rápido en esta pista en todo el fin de semana que él. Tenía claro que no hay muchos circuitos como Sachsenring, pequeño, revirado, con curvas lentas, un buen puñado de ellas a la izquierda (como esos circuitos de dirt track que tanto le gustan) y apenas un par de frenadas exigentes. Sachsenring es el escenario en el que ha ganado los últimos seis años, siempre de la pole, y en todas las categorías, desde 125cc a MotoGP. Era cuestión de no fallar. Y no lo hizo.
Aprovechó la última curva para adelantar a un Lorenzo excelso en la salida –adelantó a las dos Honda, por fuera, en el primer viraje–, pero incapaz de seguir el ritmo con el paso los minutos. Y se colocó en cabeza (vuelta cinco) tan pronto como pudo. Nadie tenía mejor ritmo que él, de modo que debía evitar que ningún rival ralentizara una carrera en la que confiaba en demostrar que no se ha olvidado de ganar –lo hizo en Austin, la única victoria del curso hasta ahora–. Y abrió distancias casi sin que sus perseguidores se percataran. Se sacó seis décimas de un plumazo. Y dijo adiós, muy buenas.
Lorenzo cedió tres puntos respecto a Rossi, el líder del Mundial, que todavía no se ha bajado del podio desde que ganara la primera carrera del año en Qatar
Gestionó la segunda parte de la prueba con inteligencia, cuidando de los neumáticos y afinando su trazada. Nadie le ponía en apuros, así que no era tan difícil para alguien como él. Además, la elección del equipo Honda justo antes de dejar el pasillo de garajes para dar la vuelta de reconocimiento tuvo su recompensa en la pista. No había subido tanto la temperatura en todo el fin de semana como lo hizo al mediodía de este domingo de carreras. Así que tanto Márquez como Pedrosa se arriesgaron con una elección valiente: calzaron el neumático delantero más duro (por primera vez podían escoger entre cuatro delanteros), fueron los únicos en toda la parrilla. El calor apretaba. Y siguió haciéndolo. No les salió nada mal la jugada, pues coparon las dos primeras posiciones del GP de Alemania merced a unas gomas que resistieron de maravilla el paso de las vueltas.
Al campeón del mundo le acompañó con el champán su compañero de equipo, que ya suma dos podios en un año en el que a punto estuvo de tirar la toalla. Hoy el síndrome compartimental (del que se operó por tercera vez en abril) ya no le impide controlar la moto. Así que vuelve a ser el piloto delicado y preciso que aparece por sorpresa en las segundas partes. Lo hizo este domingo.
No pudo Rossi con él, a quien adelantó, clásico movimiento en Sachsenring, en la frenada de la decimosegunda curva, al final de la bajada (a 13 vueltas del final). Y mucho menos Lorenzo (a quien había adelantado en la primera curva, tras diez giros), que se alejó del podio demasiado pronto: su rendimiento cayó drásticamente al cabo de once giros. El neumático asimétrico delantero funcionó para su colega Valentino, pero él no se entendió con la goma trasera (más dura en el flanco, como en Assen), ni resistió el envite de las Honda. Y como nadie le acechaba por detrás, se contentó con terminar cuarto. Cedió así tres puntos respecto a Rossi, el líder del Mundial, competitivo incluso en circuitos que no están hechos para que brille una Yamaha. Todavía no se ha bajado del podio desde que ganara la primera carrera del año en Qatar. Y se va de vacaciones pensando en la décima.
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