El Madrid marca territorio ante el Barcelona en el primer partido
Los blancos, liderados por Rudy Fernández y Sergio Rodríguez, se hacen con el primer punto de la final tras contener la exhibición de puntería y clase de Mario Hezonja
Los precedentes no juegan partidos pero descifran intangibles. Cuenta la hemeroteca de las tres finales anteriores que el vencedor del primer partido acabó conquistando el título y la primera batalla de la reedición concentró emociones y bravura en busca del punto crucial de la serie. El Madrid llegaba a la cita tras haber perdido su último partido en casa, en semifinales ante el Valencia, y el Barça después de caer dos veces a domicilio en su eliminatoria ante Unicaja. Ganaron los de Laso con un ejercicio de firmeza liderado por su núcleo de jugadores nacionales. Rudy Fernández, Sergio Rodríguez y Felipe Reyes resguardaron la fortaleza del factor cancha y contuvieron la exhibición de clase de Hezonja, que prolongó la incertidumbre hasta la orilla con un sobresaliente 5 de 6 en triples. El bloque madridista derrotó al llanero solitario.
Con la reconquista del campeonato liguero en 2013 tras seis años de sequía, el conjunto madridista pareció precipitar un derrocamiento que, en la práctica, está siendo un progresivo cambio de ciclo. Desde la llegada de Laso el balance de títulos es ya de 8-4 a favor de los blancos, pero el Barcelona ha resistido el envite del mejor Madrid de las tres últimas décadas haciéndose fuerte en la Liga (cuatro títulos en seis temporadas). Los triunfos en las semifinales de la final four de Londres y Milán y, sobre todo, el el definitivo eureka de la Novena sirvieron de contundente autoafirmación ante el enemigo indeleble, pero el 1-3 en la pasada final de la Liga Endesa permitió a los azulgrana discutir la abdicación. En este tiempo, el equipo de Xavi Pascual ha sostenido el pulso haciendo de su orgullo una oda a la supervivencia, con frialdad y cuajo, frente a un Madrid más pasional, condicionado por sus biorritmos. Así afrontaron los dos púgiles el combate de apertura de su enésimo enfrentamiento, mezclando estrategia, músculo y talento.
Madrid, 78-Barcelona, 72
Real Madrid: Rivers, Rudy (17), Reyes (12), Ayón (10) y Llull (9) —equipo inicial— Carroll (8), Rodríguez (12), Nocioni (5), Maciulis (3), Mejri (2) y Slaughter.
Barcelona: Satoransky (7), Thomas (4) Oleson (2), Lampe (9) y Tomic (2) —equipo inicial—, Hezonja (18), Marcelinho (9), Doellman (7), Navarro (7), Abrines, Pleiss (6) y Nachbar (1).
Tanteo por cuartos: 27-20, 20-20, 12-13 y 19-19.
Árbitros: Antonio Conde, Benjamín Jiménez y Carlos Cortés. Sin eliminados.
Primer partido del playoff final de la Liga, al mejor de cinco, disputado en Madrid.
Del cuerpo a cuerpo inicial salieron mal parados Tomic y Lampe que, con dos personales por barba, dejaron cojo el juego interior de Pascual a las primeras de cambio. La circunstancia precipitó la participación de un cándido Pleiss y un destemplado Doellman. Para entonces, Ayón era un titán en la pintura (seis puntos, tres rebotes, una asistencia y un robo en los primeros ocho minutos) y el relevo entre Felipe y Nocioni había resultado mucho más efectivo que el de las torres azulgrana.
En un clásico, un cuarto es un mundo en el que cada equipo puede tener varias vidas y la del Madrid tomó impulso con la salida a pista de Sergio Rodríguez. El Chacho desenredó la madeja, desató a su equipo, descubrió el interruptor del 6,75 (le siguieron Rudy y Nocioni) y abrió un contundente parcial de 11-0 que propició el primer estirón de la tarde (27-17, m. 9). Perdió el paso el Barça y aceleró el líder con la hiperactividad de Llull y Rudy. Solo un arrebato de puntería de Navarro y Hezonja arrimó a los azulgrana en el marcador, pero mientras el croata lucía descaro sus compañeros titubeaban. Lo descubrió Nocioni que, con un tapón de videoteca sobre Tomic y el correspondiente grito para arengar a las masas, entendió que había llegado el momento de marcar territorio. Apareció Huertas en escena para discutir la gestión del tiempo, pero la defensa de Maciulis y Rivers, los puntos de Rudy y los rebotes de Ayón consolidaron la renta de los locales (50-40, m. 22).
Después de siete enfrentamientos en la temporada y 35 en los últimos 44 meses, el desgaste de la convivencia añade rutina y resta sorpresa. Pero en los clásicos no se agota la emoción ni la intriga. Sin carrete para Abrines, volvió Hezonja para revitalizar a un Barça que sufría para no perder la rueda conforme se empinaba la pendiente (56-51, m. 29). Los azulgrana lograron atajar las carreras del Madrid y comenzaron a explorar la contención como único plan de actuación. La intensidad defensiva creció varios puntos y el tercer cuarto concluyó con une escuálido 12-13. Los dos funambulistas se emplazaron a jugarse el triunfo en la cuerda floja. Se descolgó Navarro, que abandonó el partido cojeando, y el Madrid hilvanó un parcial de que pareció sentenciar la contienda (68-58, m. 35). Pero la puntería febril e inmutable de Hezonja ensayó una remontada inverosímil (70-68, m. 37).
En el territorio del miedo, el Barça resbaló de la cornisa y apareció la firme convicción de un equipo que tras reconciliarse con el anhelo de la Copa de Europa busca abrazar la historia con una Liga y un póquer que le daría pasaporte a la eternidad de su enciclopedia. Este domingo, también en el Palacio (12.30, La1/E3), el segundo episodio del clásico interminable.
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