Vallejo, un estudiante del fútbol
El central recibirá hoy la nota de selectividad y capitaneará al Zaragoza en la final del playoff de ascenso ante Las Palmas
Durante el curso pasado, tenía molestias en el tendón rotuliano de la rodilla debido a su último estirón –dolencia que sigue teniendo y de la que se trata media hora antes de cada entrenamiento-, pero a sus 17 años no se planteó siquiera perderse las sesiones a las que fue citado con el primer equipo del Real Zaragoza. “Es que no te puedes perder una oportunidad como esa”, responde Jesús Vallejo (Zaragoza; 1997). “Cumplió a la perfección”, recuerda Víctor Muñoz, entonces técnico blanquillo; “se le veía que sería futbolista y sobre todo que quería serlo”. Transcurrido un año, el central no sólo se ha atornillado en el plantel profesional, sino que lo capitaneará esta tarde en la final del playoff ante Las Palmas (20.00 horas / Canal+ 1).
Convencido de sus posibilidades y también porque el equipo estaba en reconstrucción por la difícil situación económica que atravesaba el club, Muñoz se lo llevó junto a otros juveniles a la pretemporada. “Nos dijo que estuviéramos tranquilos y que tratáramos de ganar un sitio en el equipo”, señala Vallejo. “En el filial no había nivel y me centré en Jesús porque tenía una gran trayectoria, era internacional y sobre todo destacaba por su nivel de concentración”, apunta Muñoz; “es que escucha mucho y recibe cualquier instrucción para luego cumplirla a las mil maravillas”. Y se preocupa por cómo ejercer su profesión, hasta el punto de que no es raro que cuestione aspectos a sus compañeros y sobre todo a los diferentes técnicos que ha tenido. “Me gusta ser una esponja de todos, de los compañeros y del cuerpo técnico”, admite el central. “Es un futbolista que quiere aprender y preguntaba mucho por el inicio del juego, por cómo marcar, qué perfiles coger…”, explica Santi Denia, que lo tuvo en las categorías inferiores de la selección española. “Sí, siempre se cuestionaba el porqué de los ejercicios”, añade Muñoz. Y luego lo plasma sobre el césped porque en el año del debut ha firmado 30 encuentros. Circunstancia insólita en el Zaragoza, que desde hace muchos años no saca demasiado rendimiento a la cantera, más allá de Zapater, Cani y Ander Herrera. “¡Yo con su edad estaba en el filial! Me ha sorprendido mucho su personalidad; tiene muy buena pinta”, reflexiona Herrera, ahora en el Manchester United. “Ya sé que el club tiene fama de que nos cuesta salir a los canteranos, pero para eso estamos, para tratar de ganarnos un sitio”, replica Vallejo.
“Me gusta ser una esponja de todos, de los compañeros y del cuerpo técnico”, admite el central
Todos los que le conocen ven en él a un central mayúsculo, por más que esté por desarrollar. “Es un chico muy maduro, con carácter y liderazgo, además de una fiabilidad impropia para su edad”, le define Albert Celades, seleccionador Sub 21 que ya se llevó para jugar de titular en su última convocatoria. “Hablar de Jesús es hablar de compromiso”, interviene Denia; “es un defensa al que le gusta ser defensa, siempre concentrado, que se anticipa, tiene velocidad y puede llegar a ser contundente y agresivo. Y ha mejorado mucho en la salida del balón”. Así lo ve Herrera: “Sale con el balón jugado y asume riesgos. Creo que a día de hoy es fundamental para el equipo y ojalá pueda estar en el Zaragoza mucho tiempo hasta que el club pueda hacer caja con él y venderlo a un grande, ya que económicamente sería buenísimo para la entidad”. Y se suma Muñoz: “Marca muy bien, se pega al delantero, aporta agresividad, la saca con la derecha bien desde atrás… es muy completo”. Y Popovic, su entrenador que le dio la capitanía en el ecuador del curso, va más lejos: “Vallejo es un representante de las cualidades de centrales como Baresi o como Lucio. Estamos acostumbrados a ver a centrales pegados atrás, cubriendo, pero que cuando tienen que salir es como si tiraran una bomba en vez de una pelota. Vallejo no es de esos”.
El central, de padre camionero y madre auxiliar de enfermería, llegó al Zaragoza en edad alevín. “Cuando me llamó el club tuve mis dudas. No sabía qué iba a pasar y me daba cierto temor el cambio. Ahí intervinieron mis padres y también mi abuelo, ya fallecido, que me dio el empujón que necesitaba y me transmitió la confianza imprescindible para dar el salto. A él le dediqué el primer gol que marqué con el Real Zaragoza, en Tenerife”, explica. Pero no sólo se envuelve de balones, sino que también lo hace de libros, dado que ha estudiado Humanidades y Ciencias Sociales en el instituto Goya. “Esta semana hice la selectividad. No me salió demasiado bien, pero espero aprobar. Mañana [por hoy] me darán la nota…”, cuenta con ciertos nervios. Después, tiene claro que quiere empezar la carrera de Derecho. Pero mientras tanto, renovado ya su contrato en esta temporada –aumentaron su cláusula de 800.000 euros y percibe bastante más de los 1.500 euros mensuales que cobraba-, persiste en su sueño de ser jugador de Primera. “Lo difícil lo hicimos contra el Girona. Ahora debemos disfrutar y, claro, ir a muerte”. Las Palmas es el obstáculo.
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