Nadal crece sobre la hierba y logra en Stuttgart su segundo trofeo del año
El número 10 vence al serbio Troicki (7-6 y 6-3 ) en la final y alza el cuarto título de su carrera sobre superficie verde, el 66º en total, a dos semanas de jugar en Wimbledon
Detrás de ese trofeo, del dulce sabor del metal, o de ese flamante deportivo con el que le obsequió la organización tras levantar su tercer título en Stuttgart al batir a Viktor Troicki (7-6 y 6-3 en una hora y 26 minutos), una constatación: Nadal sigue ahí. Testarudo como lo es él, no se deja ir a las duras ni a las maduras, así que pese a las inclemencias y los avatares del último año celebró en Alemania su segundo título del curso (el primero fue en Buenos Aires), el 66º de su carrera. El primero que consigue sobre hierba desde que celebrase su segundo conquista en Wimbledon, allá por 2010.
Desde que ganase su segundo Wimbledon, hace cinco años, no celebraba un título sobre césped
El éxito en Stuttgart (de categoría 250) es una extraordinaria recompensa para Nadal, necesitado de buenos estímulos, de pequeños impulsos positivos, pero no tanto por el título en sí como por la forma de conseguirlo. En una campaña sembrada de irregularidades, de excesivas curvas, la semana en el Weissenhof Tennis Club supone un chute de optimismo para un campeón en crecimiento, que poco a poco vuelve a sentirse fuerte y que después de un buen puñado de torneos, por fin ha trazado una línea recta de juego.
La final contra Troicki fue una nueva demostración de que está recuperando la moral. Contra el serbio, como ya lo hiciera antes frente a Baghdatis, Tomic o Monfils, pocas cavilaciones. Determinación, confianza, buen tenis. Un objetivo claro: seguir elevando el tono y hacer una llamada a las mejores sensaciones. Y, poco a poco, estas llegan. Nadal, 10 del mundo, atropelló al serbio desde el servicio, con derechas liftadas, reveses cortados y subidas initmidatorias a la red. Magnífica carta de presentación a dos semanas de Wimbledon.
Troicki, pegador de 193 centímetros, muy fino en las jornadas previas, trató de imponer su servicio, pero Nadal supo amortiguar la embestida. Le costó coger temperatura al español en el bucólico escenario de Stuttgart, pero una vez que lo hizo todo fue rodado. El primer parcial fue equilibrado, pero ofreció un momento de incertidumbre (6-5 y 0-30 abajo) que el de Manacor supo solventar con el oficio propio de los buenos jugadores sobre césped. Nueve aces (11 en total) pusieron el sello al tie-break.
A partir de ahí, descompresión progresiva de Troicki e impulso anímico para Nadal, que sin ser un especialista sobre la hierba (aunque es el cuarto jugador en activo con más titulos sobre esta superficie, después de Roger Federer -14-, Lleyton Hewitt -8- y Andy Murray -5-) sabe adaptarse perfectamente a las exigencias del guion. Fiable con el saque (85% de puntos con primeros y 56% con segundos), alternó direcciones, buscó los ángulos y actuó con agresividad en los restos. Demarró para romper en el segundo set (3-1) y por mucho que se resistiera Troicki, ganador este año en Sydney, selló el pulso con un hermoso smash que certificó su cuarto título sobre una alfombra verde, en siete finales (antes logró Wimbledon 2008 y 2010, y Queen's 2008).
“Es un título muy importante para mí”, resumió antes de coger un cheque por valor de 104.600 euros y las llaves de su nuevo Mercedes. “Es positivo parami juego, para mi mentalidad y para mi confianza. Ha sido una semana muy emotiva para mí. Mis rodillas están en buena forma...”, zanjó Nadal, que ahora tiene una semana más de preparación en Queen's (ATP 500), estación previa al tercer Grand Slam de la temporada.
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