El gran día del fútbol femenino español

Detrás de las 23 jugadoras españolas que hoy van a hacer historia cuando disputen el primer partido en un Mundial de la selección femenina, contra Costa Rica (22.00, Teledeporte), hay varias dobles vidas que sustentan su sueño en el fútbol. Junto a profesionales que triunfan en el extranjero hay estudiantes de medicina, empleadas de tiendas de deportes, una trabajadora social o una dependienta de una pastelería. Doble vida y doble lucha para certificar un éxito logrado a pesar de las circunstancias.

España debuta en el escaparate más importante que ha tenido nunca. Un torneo cuya séptima edición fue inaugurada el sábado por el anfitrión, Canadá, y China, ante más de 53.000 personas que ocuparon el estadio. Es un ambiente completamente desconocido para un grupo de jugadoras, las españolas, acostumbradas a competir ante menos de 1.000 personas en la grada. En la Eurocopa de 2013 alcanzaron los cuartos. El objetivo en Canadá pasa por quedar entre las tres mejores selecciones europeas para lograr el billete a los Juegos de Río.

El equipo de Ignacio Quereda, el eterno seleccionador —lleva 27 años en el cargo— y capitaneado por Vero Boquete, una de las mejores futbolistas del mundo y desde hace unas semanas la única española que ha ganado la Champions, tendrá que demostrar que no le tiemblan unas piernas que apuestan por el toque. Esa es su arma frente a la superioridad física de sus rivales.

En la selección hay dos bloques. Están las que han hecho las maletas para competir y ganarse la vida en ligas profesionales, como Vero Boquete, que acaba de fichar por el Bayern de Múnich, Natalia Pablos o Vicky Losada (ambas en el Arsenal). El resto deambula por la raquítica Liga española, con sueldos que rondan los 8.000 euros anuales en el mejor de los casos. Por eso, algunas se ven obligadas a compaginar su carrera en el fútbol con algo que les dé de comer ahora o en el futuro.

Priscila Borja (30 años), delantera de la selección, trabaja por las mañanas en la pastelería de Lola Romero, presidenta de su club, el Atlético de Madrid Féminas. No es la primera. Una de sus compañeras en este establecimiento es Susana Guerrero, exjugadora rojiblanca y de la selección, a la que también dio empleo Romero tras ficharla del Levante. Cuando dejó el fútbol se quedó en la pastelería.

Así llegó España a su primer Mundial

La temporada que viene el equipo rojiblanco ofrecerá contratos profesionales a todas sus jugadoras. Hasta ahora ninguna lo tenía. “No hay salario mínimo porque no hay sindicato ni patronal”, explica Romero. En España están registradas 40.885 licencias, cuatro veces más que hace 10 años, pero solo 31 mujeres tienen un contrato profesional.

En la selección, Ainhoa Tirapu (Athletic), portera, ha estado trabajando por las mañanas en un Decathlon; Amanda Sampedro (Atlético), delantera, entrena dos veces por semana a un equipo alevín femenino del club; Silvia Meseguer, centrocampista, estudia medicina, y Natalia Pablos prescindió de la selección durante unos años para estudiar Magisterio. Ella es la máxima goleadora de una selección que se plantará en el Estadio Olímpico de Montreal ante otra debutante. Aunque llega más rodada, Costa Rica es el rival más accesible de un grupo que completan Brasil y Corea. “Tenemos que salir a morder”, exclamó la defensa Marta Torrejón.