Juve-Barça: puro fútbol
Los escándalos de la FIFA dejan paso al Barça y la Juve, que dirimen el gran título europeo con Messi como gran figura. Las despedidas de Pirlo y Xavi cierran una época
Un inevitable escalofrío destempla aun cuando se avanza por la avenida de Jesse Owens hacia la fachada del robusto Estadio Olímpico de Berlín, por primera vez escenario de una final de la Copa de Europa de fútbol. Al fondo, la torre que sirvió de faro al Antílope de Ébano ante los ojos venenosos de Adolf Hitler. A sus pies, la campana reconstruida que también simbolizó los Juegos de 1936. Al frente, el cartel del Juventus-Barcelona, la fiesta anual de la Champions, convertida en el torneo de clubes por excelencia, revestida con toda su mística, de Di Stéfano a Messi.
Nada más evocador del puro fútbol en estos tiempos de cloacas en los cuarteles de los plutócratas de este tinglado. En su 60ª edición, el espectáculo promete. Juventus y Barcelona pertenecen a la alta jerarquía del fútbol mundial, como evidencia que se trata de la octava final para ambos, con solo dos victorias para los turineses y cuatro para los barcelonistas. En caso de derrota, la Juve se convertirá en el equipo con más subcampeonatos, uno más que el Benfica maldito de Bela Guttman y el imperial Bayern de Múnich. Para los azulgrana, en el mejor ciclo de sus 116 años de historia, supondría ingresar en el selecto reservado de los clubes que tienen la copa auténtica en propiedad. Por ahora, Real Madrid, Milan, Bayern, Ajax y Liverpool, los únicos en cantar bingo tres veces consecutivas o cinco de forma alterna, requisitos para la exposición del trofeo original.
Equipos españoles en 23 finales
23 finales de 60. Berlín acoge la 60ª final de la Copa de Europa. El torneo se disputa siguiendo el formato de Liga de Campeones desde 1992. Desde la primera edición, en la temporada 1955-56, los equipos españoles han estado presentes en 23 finales.
10 victorias de 13. El Madrid es el equipo español con más presencias en la final: conquistó 10 de 13. Le siguen Barça (4/7), Atlético (0/2), y Valencia (0/2).
Los verdugos. Benfica (2), Bayern (2), Inter, Liverpool, Steaua y Milan fueron los verdugos de los españoles en la última gran instancia.
El Barça no puede sacudirse el cartel de favorito. No cabe otra etiqueta, máxime para quien alinea a Messi, quizá el mejor Messi que se haya visto, el más versátil, el más imparable. Que con Leo haya que rebobinar a Di Stéfano no es por un asunto de paisanaje. De coronarse en Berlín, La Pulga, con su cuarto título en la última década, de alguna manera certificaría un gobierno solo comparable al de aquel legendario Real Madrid. Si marca, Messi sería el primero en lograrlo en tres finales desde que La Saeta lo hiciera en los cinco primeros capítulos del campeonato. Y el diez rosarino solo está a 18 días de cumplir 28 años. Cuando Di Stéfano ganó la primera de sus cinco finales conquistadas tenía 30 años.
Sobre Messi están todos los focos. Su equipo, más consistente en defensa, le blinda como nunca. Mejor enhebrado que de costumbre en faenas de pico y pala, este Barça se desboca en el punto final. El astro argentino, Neymar y Luis Suárez le han procurado 120 goles en lo que va de curso. Es el gran temor del Juventus, cómo tirar de las riendas de los trillizos azulgrana. Porque estos tres delanteros conectan y embisten como si se hubieran saludado ya en la cuna. La baja por lesión de Chiellini deja a la escuadra italiana todavía más a la intemperie. Barzagli, al que le cuelgan 34 años, es la principal alternativa.
Equipo bien estructurado, el Juventus, que llega a una final 12 años después, no solo ha presumido de su reputada armadura defensiva. No ha perdido en los últimos nueve retos de esta Copa de Europa y en cinco de ellos no ha encajado un gol. De la producción propia se encarga Tévez, en un momento espléndido de su bacheada trayectoria, y ha explotado Morata, que puede convertirse en el cuarto jugador de la historia en ganar dos Champions encadenadas con dos clubes diferentes. Le preceden Desailly (Marsella 93 y Milan 94), Paulo Sousa (Juve 96 y Dortmund 97) y Eto’o (Barça 2009 e Inter 2010). Tévez y Morata se sustentan en el violín de Pirlo, el dinamismo de Vidal y la energía colosal de Pogba, una manada en sí mismo cuando se despliega. El francés, codiciado por medio mundo, está ante su primer gran escaparate.
Si Pogba está de llegada, Xavi está de salida, otro de los ganchos de la final. Por última vez en la gran escena se podrá disfrutar del “tócala Xavi” como del “tócala Pirlo”. A ellos les debe el fútbol muchas de sus mejores pinceladas.
Si la Juve cruza los dedos porque el eterno Buffon —el único superviviente de la última final de los juventinos— levante la orejona, el Barça suspira por una foto de hadas para la despedida de Xavi. A uno u otro entregará la Copa Michel Platini, juventino de corazón, protagonista a su pesar de la final más infame que haya existido —el pasado 29 de mayo se cumplieron 30 años del drama de Heysel— y hombre de moda como guerrillero de Blatter y sus compadres. Pero esa es otra historia. Hoy, fútbol, solo fútbol, del auténtico. Y a disfrutar.
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