Djokovic gana la batalla mental a un Nadal más frágil
Con tendencia a dispersarse en temporadas anteriores, el serbio domina ahora el territorio psicológico ante el español. El serbio se mide en semifinales a Murray (16.00)
Si la cara es el espejo del alma, Novak Djokovic debe ser ahora mismo uno de los hombres más dichosos del planeta. El serbio, referencia absoluta del circuito, 28 años, camina estos días por las instalaciones de Roland Garros con la sonrisa en la boca y andares parsimoniosos, como aquel que está en paz consigo mismo. Lo mismo bromea, que regala selfies o invita a su amigo Ibrahimovic a su palco. También juega, eso sí, y lo hace como ninguno. Es el nuevo Nole, padre feliz, gamberrete, como siempre, pero reconducido en muchos de sus hábitos sobre la pista. Se nota la mano de Boris Becker, tenista genial y bon vivant, ahora orfebre y patrón del número uno.
Está tenso, ya lo dijo él. Tiene ansiedad por no haber ganado ningún título en tierra en 2015" Juan Carlos Ferrero, extenista
Contrasta el presente del serbio con el de Rafael Nadal, batido en los cuartos un día antes y que ayer se embarcaba en un vuelo desde el aeropuerto de Orly, con dirección a casa. La noche antes había celebrado en un céntrico hotel de París su 29º cumpleaños, rodeado de su equipo y su gente. Sin embargo, no fue un aniversario feliz. Al campeón de 14 grandes, nueve de ellos en torneo francés, todavía le escuece, y mucho, la derrota. De ahí que este año –10 resultados adversos– resulte complicado arrancarle una mueca amable, al menos de puertas hacia afuera. La realidad de Nadal es difícil, mientras que para Djokovic los actuales son días de vino y rosas.
Dos tendencias invertidas, sintetizadas en el último punto en juego del último duelo entre ambos. Con dos sets abajo y 5-1 en su contra, Nadal estrelló dos veces consecutivas la pelota contra la red en el saque. Doble falta como epílogo. Una escena que ya se había producido un año antes, pero al revés. Nole servía en la final y un inoportuno ¡Hala Madrid! desde de la grada le hizo enviar el segundo servicio a la malla. No era la primera vez que pasaba. Dos años antes, también por el título, el serbio también se inclinó con una doble falta como broche, y ese mismo año ya había sellado la final del Masters de Roma con otro fallo sacando contra Nadal.
Las tornas, pues, han cambiado. Hoy día rige Djokovic y el español lucha consigo mismo para volver a ser el que era. “No juega tan suelto como jugaba antes y jugadores tan buenos como Nole, que juega tan dentro de la pista, se nota mucho”, explica Juan Carlos Ferrero, campeón de Roland Garros en 2003. “Empezó muy mal y luego recuperó un poco, pero porque Djokovic se ensució un poco, no por méritos propios. Viene estando tenso, ya lo dijo él. El hecho de no haber ganado ningún título en tierra le ha generado mucha ansiedad, y encima un cruce con Nole tan pronto…”, prolonga el valenciano, presente este año en París para disputar el torneo de leyendas.
“Le está pasando algo que a él no le había pasado nunca, pero a todos, todos, todos los jugadores les había pasado”, prosigue Carlos Moyà. “Se siente un poco extraño en esa situación, pero tiene que aprender a negociar con ella. Ha superado retos mucho mayores que este, así que solo es cuestión de tiempo que supere este”, dice el mallorquín, vencedor en la Chatrier en 1998; “el partido reflejó el estado de los dos. Djokovic está en un momento increíble, le sale todo, y Nadal vino con las dudas lógicas por no haber hecho la temporada de otros años”.
El partido reflejó el estado de los dos. A Nole le sale todo y Rafa vino con algunas dudas" Carlos Moyà, extenista
Son dos mentes inversas, la fluctuación psicológica. El uno, con tendencia a la dispersión y a deshacerse ante la adversidad en el pasado, ahora manda con vara de hierro. El otro, paradigma de la fortaleza mental, de puños duros y mollera de titanio, encuentra interrogantes donde antes lo los había. La confianza de ambos se ha transformado y eso se plasma sobre la pista. Tal es la seguridad de Djokovic –semifinalista hoy contra Andy Murray (16.00); la otra mide a Stanislas Wawrinka y a Jo-Wilfred Tsonga (13.00, también en Eurosport) –, que le lanzó a Nadal 14 dejadas. El serbio dominó desde la línea de fondo (59 de los 100 puntos disputados en la final), la raya desde donde antes castigaba su rival, y también en la red (69%).
“Pero ahora empieza una fase nueva”, interviene Moyà; “en los próximos meses no tiene que defender puntos y Rafa jugará más tranquilo. Siempre que se ha caído se ha levantado con más fuerza. De aquí va a ir para arriba, sin duda”. Suscribe Patricia Ramírez, psicóloga deportiva: “Debe ser positivo y disfrutar del tenis, recordar cómo consiguió los éxitos y confiar en su trabajo”. Y remata Ferrero: “Dicen que está muy mal, pero está haciendo cuartos, semifinales, finales… Ya nos gustaría a muchos”.
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