La final de Copa de Kubala y Zarra
La final de Copa de 1953 la disputaron el Barça y el Athletic. La afición de toda España vio el partido como un duelo Kubala-Zarra, con la selección como fondo.
El Barça era el gran equipo de la época, gracias a la incorporación de Kubala. Había debutado en la Copa de 1951, que ganó. También ganó Liga y Copa en la 51-52, más la Copa Latina y los trofeos Martini Rossi y Duward, al más goleador y el menos goleado. El Barça de la Cinco Copas, se le llamó. Igualmente había ganado la Liga 52-53.
Zarra ya tenía 31 años. Había sido pichichi en la Liga, con 25 goles en 29 partidos, 0,86 de media. En la Copa había marcado 5 en 7. Sin embargo, había dejado de ir a la selección. Había parado varios meses en la 51-52 por grave lesión y aún no había regresado al equipo nacional. El entrenador en las fechas de esta final era Pedro Escartín, que en sus tres partidos previos no había puesto a Zarra. Probó con tres distintos: Escudero ante Bélgica, César ante Alemania, Venancio ante Bélgica…
El delantero del Barça era un astro internacional; el del Athletic era el hombre del pueblo
Ahora estábamos ante un viaje a Argentina y Chile y Escartín había dado lista antes de la final. En la convocatoria, de 18 jugadores, había 13 de los finalistas. Entre ellos, Zarra, sí, pero también ¡Kubala!
Húngaro, había llegado a España fugado del comunismo y fue acogido por el Régimen como lluvia de mayo. Se le nacionalizó a toda prisa, se le tuvo jugando en el Barça sin el transfer FIFA tres años (hasta el Mundial de 1954) se hizo una película, un panfleto anticomunista, titulada Los ases buscan la Paz. Jugador fabuloso, de técnica muy adelantada a su tiempo, su sola presencia elevó al Barça a un nivel intratable en nuestro fútbol.
Ahora le iban a llevar a la selección. A algunos esto les pareció mucho. Por un lado estaba su categoría, el salto que le podía hacer dar al equipo nacional, como se lo había hecho dar al Barça. Por otro lado, las reticencias a poner un foráneo. Vistas las que aún en esta época ha habido con Diego Costa, por ejemplo, es fácil pensar cómo se sentía aquello hace más de 60 años, en una España tan diferente. Y encima era uno más a competir con Zarra, el recuperado Zarra, el jugador noble, leal, querido por todos, héroe del Mundial de 1950 con su gol a la “pérfida Albión”.
Kubala era un astro internacional, era ídolo en el Barça. Zarra era la gran estrella nacional, el hombre del pueblo, querido por todos, figura de un Athletic del que todos los españoles se sentían orgullosos. Los dos venían de un percance. Zarra había superado su larga lesión de la temporada anterior, Kubala había superado una tuberculosis que le tuvo sin jugar desde octubre hasta febrero. Enfermedad muy difícil de tratar entonces, en principio se llegó a pensar que tendría que dejar el fútbol. Zarra era impecable en su conducta. Kubala recurría con frecuencia a una práctica detestada por todos los públicos menos el suyo: cuando el Barça ganaba y quedaba poco, se llevaba el balón a un córner y allí lo protegía, con su fuerte cuerpo, manejando los codos y sacando el culo para que no pudieran arrebatárselo.
Así que las vísperas de la final sólo se hablaba de Zarra y Kubala. De si Zarra había perdido salto o no, como algunos decían. De si un húngaro podía jugar en la selección.
El partido fue el 21 de junio, en el Bernabéu, aún llamado Chamartín entonces. Acudieron doce mil bilbaínos, en la clásica riada de autobuses y coches. De Barcelona vino una décima parte de esa cantidad. El resto del público era madrileño, neutral a medias. Más bien del Athletic, y sobre todo de Zarra. Empieza a las seis, justo cuando ha acabado la final de juveniles, Madrid-Barça, empate a cero. (Repetirán el martes, con nuevo empate, y ganará el trofeo el Madrid por más córners lanzados, 5-1).
El Barça, entrenado por Daucik, sale con Ramallets; Seguer, Biosca, Segarra; Flotats, Gonzalvo III; Basora, Bosch, Kubala, Moreno y Manchón. De la delantera que cantó Serrat falta César, duda hasta última hora. Bosch, medio, se adelantó una línea.
Al Athletic le entrena Barrios. Sale con estos: Carmelo; Orúe, Areta, Garay; Canito, Manolín; Iriondo, Venancio, Zarra, Panizo y Gaínza. Será el último partido de la célebre delantera, pues ese verano Iriondo pasará a la Real.
Los 13 finalistas convocados por Escartín son: Ramallets, Biosca, Segarra, Bosch, Basora, Kubala, Moreno, Garay, Manolín, Venancio, Zarra, Panizo y Gaínza.
Juega mejor el Athletic, el Barça acusa la mala colocación de Bosch, con cuyo cambio pierde la media y pierde la delantera. Pero atrás, Biosca puede con Zarra. Y Ramallets para lo que le llega. Al descanso aún no hay goles. Nada más volver del mismo, Areta se entretiene en el centro del campo, se lía, Manchón le quita la pelota, se escapa y ya ante Carmelo cede a Kubala que marca cómodamente. Es el 1-0. Sólo diez minutos después, una cesión defectuosa de Garay da lugar a otro ataque rápido del Barça; el balón llega a Kubala, cuyo chutazo repele como puede Carmelo y Manchón remata a gol. 2-0. La insistencia del Athletic en su ataque continuo alcanza por fin premio en el minuto 75, cuando Gaínza pasa a Zarra, y este a Venancio, que remata, rechaza Ramallets y el propio Venancio cabecea a gol.
Kubala hace más de una vez su jugarreta en el córner nordeste del Bernabéu. Un día me contó que se lo copió a Angelovich, compañero suyo en el Hungaria. La bronca es mayor cada vez que lo repite.
Y no hubo más: ganó el Barça, ganó Kubala. Gaínza se quejaría luego con una frase que quedó: “El húngaro es muy listo perdiendo el tiempo para ganar tiempo”.
Como todo el mundo suponía, el titular en Argentina y Chile fue Kubala. Zarra no volvería a la selección. En realidad, aquel curso fue su canto del cisne. En la 53-54, un joven Ignacio Arieta le desplazaría de la titularidad en el Athletic.
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