Hay vida tras Barça y Madrid
Por marciano que parezca hay algo más que Barça y el Madrid, cuya sombra infinita tantas veces reduce injustamente al camión escoba al resto de los equipos. Ahí está este arrebatador Sevilla, que no es un cometa fugaz. Hace una década que resurgió como nunca y circula por la elite europea como un club regio. Se ha entronizado como el de mejor palmarés en la historia de la Copa de la UEFA/Europa League con sus cuatro títulos, un broche más que Juventus, Liverpool e Inter de Milán, que no son teloneros en esto del fútbol. Se diría que ha convertido el segundo torneo europeo en lo que fue la gran Copa de Europa iniciática para el Madrid de Di Stéfano. Es en su torneo “Uefo” en el que ha construido su leyenda, su mística. En el que ha hecho bandera de la épica. Y no solo por sus noches mágicas con goles con la lengua fuera y hasta de sus porteros, sino porque ha tenido que sobreponerse a la inmensa aflicción por la tragedia de Antonio Puerta. También ha debido regatear el correctivo judicial a su presidente, José María del Nido, hoy en prisión.
El Sevilla resurgió hace una década y circula por la elite europea como un club regio
Por el camino, más espigas que rosas, lo que agiganta la obra de esta institución con casi 110 años de historia que hoy más que nunca es una caldera de pasiones, que hoy más que nunca es un tributo a Campanal I y su sobrino, a Alconero, Juanito Arza, Berruezo, Ruiz Sosa, Paco Gallego… Para tal homenaje, alcanzar el nirvana europeo ha sido un desafío colosal. La Liga Europa es un campeonato con mucho engorro, propicio para la distracción en otras batallas. Exige un largo recorrido, muchas veces por plazas de poco hechizo, y obliga a las alternancias constantes. Máxime porque se disputa los jueves, sin tiempo para el respiro antes de los envites domésticos. Para solventar el tránsito es obligado el apego al torneo, un sentido gremial de un vestuario sin grandes divismos, una plantilla con cuajo (Monchi) y un entrenador con precisión de cirujano para las rotaciones (Emery). A todo ello hay que sumar el puro ingenio. Un paradigma podría ser Sergio Rico, que en agosto se alineaba con el Sevilla Atlético por campos pedestres y nueve meses más tarde se ha proclamado campeón europeo como titular un día después de ser alistado por la selección española.
En un fútbol mercantilizado hasta el tuétano, el Sevilla se ha buscado las habichuelas con toda la imaginación del mundo. De la necesidad, virtud. Nervión mantuvo su vivero (de Sergio Ramos a Sergio Rico), pero amplió el caladero a todos los rincones del planeta, con un ojo clínico fuera de lo común. Hasta el punto de que no solo ha revalorizado jugadores nacionales e internacionales y entrenadores como Juande o Emery, sino que Monchi, un modestísimo exportero de la casa, es hoy la pieza más cotizada. O casi. No hay director deportivo con mejor cartel. Por su mirilla han emergido futbolistas sin apenas etiqueta que luego han disparado el bolsín. Ahí están los casos de Alves, Baptista, Adriano y tantos otros. El club ficha bien y sin dispendios, y vende muchísimo mejor. La pócima se reproduce con éxito curso a curso. El último caso es el de Bacca. El autor de dos de los goles en la final ante el Dnipro llegó del Brujas por siete millones de euros, la propina de cualquiera de los gigantes del fútbol europeo. Puesto en el mercado, su coste se quintuplicaría. O mejor dicho, es incalculable. Por no hablar de Aleix Vidal, reclutado del Almería por 3,5 millones, o ese polaco trabalenguas, Krychowiak, alistado desde el Stade de Reims por 5,5, el fichaje más caro de este año triunfal. Una temporada que arrancó con las ventas de Rakitic y Alberto Moreno por unos 18 millones cada uno.
Este Sevilla se ha convertido en un trampolín a las nubes, todo un gancho para los jugadores, que saben de los frutos de tal pasarela. No solo sirve de promoción para futbolistas sin previo caché. Con Unai Emery en el banquillo han renacido Banega, de vuelta a la selección argentina tras sacudirse cierta gandulería, y Reyes, que ha ganado poso cuando parecía liquidado después de tanto extravío final por Londres y luego por las plazas de Madrid. Sin olvidar a Tremoulinas, M”Bia, Carriço…
Nada es casual en este Sevilla. Como tampoco lo es que, pese a sus muchas impurezas, el fútbol español pueda presumir de ser el mejor de Europa en lo que va de siglo, pese a que provoque recelos en algunos como José Mourinho, empeñado en infravalorar la que fuera su Liga entre 2010 y 2013. Los datos son contundentes. En buena parte gracias a este Sevilla, España tendrá cinco equipos en la próxima Liga de Campeones si el Valencia supera la previa. No solo eso. En lo que va de siglo, entre Champions y Liga Europa, el fútbol español ha conquistado 13 títulos –Sevilla (4), Real Madrid (3), Barcelona (3), Atlético (2) y Valencia (1)- y seis subcampeonatos –Alavés, Espanyol, Athletic, Valencia (2) y Atlético-. En Inglaterra, las cuentas son 5/8, en Alemania, 2/6 y en Italia, 3/2.
Lo dicho, en España y en Europa hay algo más que Barça y Madrid. Larga vida al Sevilla y a muchos otros que puedan estar por llegar o no se hayan ido del todo.
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