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“¿Pero qué horas son estas?”

El trasnoche de Murray y los retrasos de los partidos descubren fisuras en la programación horaria del torneo

Alejandro Ciriza
Andy Murray, tras finalizar su partido de madrugada.
Andy Murray, tras finalizar su partido de madrugada.D. O. de Olza (AP)

Jugaba en la pista central Rafael Nadal, a las tres y media de la tarde, con un sol incisivo y una brisa agradable, pero la comidilla del día entre los asistentes en la Caja Mágica era otra bien distinta. Noqueó el español a Simone Bolelli (doble 6-2 en 72 minutos) sin mayor apuro que un arranque un tanto dubitativo, resuelto después con un ejercicio de constancia y la renuncia temprana del italiano, que a la que hincó la rodilla en el primer set dimitió de antemano en el segundo. Pocas conclusiones, pues, más allá de ese “otro pequeño paso” y esa nueva inyección de “energía positiva” que requiere el de Manacor, citado en los cuartos de Madrid (no antes de las 15.30, La Sexta) con el imprevisible búlgaro Grigor Dimitrov (7-6, 3-6 y 6-3 a Stanislas Wawrinka), para volver a ser competitivo y encarar en unas condiciones óptimas el desafío de reconquistar Roland Garros.

Pero el tema, ayer jueves, era otro. Si uno se acercaba a cualquier corrillo aún se comentaba la jornada anterior, o más bien dicho la sesión golfa de un día antes, la del miércoles. Solo Nadal (74 minutos) había sido respetuoso con el cronómetro. Por una concatenación de circunstancias, de que Maria Sharapova (2h,34m) y Serena Williams (2h,44m) se apuntasen a un maratón, de que Nick Kyrgios y Roger Federer (2h, 37m) disparasen de un lado a otro de la trinchera, de que Svetlana Kuznetsova (2h, 43) rizase aún más el rizo, o de que Andy Murray (1h, 47m) remolonease para batir a Philipp Kohlschreiber, la noche se prolongó hasta las tres de la madrugada en el recinto localizado en el barrio de San Fermín.

Es probable que los doctores te digan que no puede se competir al máximo a esas horas”

A esa hora, cuando parte del personal que colabora en el torneo y no pocas personas habían claudicado ya para irse a sus hogares, pensando ya en el despertador y el tajo del día siguiente, el escocés daba el último pelotazo. Por eso, ayer todavía le costaba digerir al público semejante ingesta de tenis y, sobre todo, que el atracón fuese a esas horas en las que una cena copiosa suele pasar factura. “Fue una locura. No es normal que en un torneo del Masters 1.000, no en un Grand Slam, se baje la persiana a esas horas”, lamentaba Alejandro, un joven desplazado desde Pozuelo para presenciar los encuentros. “¡Venga hombre, las tres de la mañana! ¿Es una broma? ¿Pero qué horas son estas? Se va Murray al tercer set y luego le casca un 6-0. ¡Venga ya!”, se quejaba Alberto, vecino de Chamberí.

Había ayer, por tanto, una cierta sensación de resaca y mucho personal con ojeras por el trasnoche que originó la distribución del menú. Quien más lo pagó, está claro, fue el propio Murray, que solo 14 horas después tuvo que volver a saltar a la arena para vencer (6-2 y 6-0) a Marcel Granollers. “Me acosté a las cuatro y media y a las nueve me levanté”, detallaba Andy anoche, extenuado. “¿Crees que deberían fijar un límite para que nadie jugase tan tarde?”, le preguntaron. “Sí, eso creo. No sé cuántos deportes se practican después de medianoche… Me encanta el boxeo y es tarde, pero nunca más allá de las doce. Si consultas a los doctores probablemente te digan que un deportista no puede competir al máximo a esas horas”.

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El caso es que a las tres de la madrugada aún alumbraban los focos de la Caja Mágica y la jornada del Masters de Madrid se solapó incluso con los playoffs de la NBA. Malas caras y enfados, por tanto, entre los jugadores implicados y los aficionados. “Fue pura coincidencia, una situación excepcional”, argumentan desde la organización del evento, que alude a que a la hora de confeccionar la planificación de todos los partidos deben tener en cuenta tres aspectos: el trato equitativo entre los dos cuadros, el masculino (ATP) y el femenino (WTA); el ajuste a la programación televisiva de las cadenas (en este caso La Sexta y Teledeporte, las dos que emiten el Madrid Open), así como la reserva de los satélites, dos meses antes; y respetar la división comercial entre el turno de mañana y el de tarde.

“Fue un poco duro, la verdad. Es una pena, porque el cartel era el propio de un Grand Slam”, admiten desde la organización. “No es normal que ocurra esto. Barajamos varias soluciones, desde trasladar los partidos de las chicas a otras pistas hasta pasar el de Murray… Pero pensamos que no era lo mejor, porque la gente paga un determinado precio por ver según qué partidos, y si llevábamos este último a una pista de un aforo más limitado muchos se quedarían fuera. La verdad, no estábamos preparados para afrontar esta situación y pedimos disculpas por ello. Eso sí, también nos perjudican los tres torneos de la semana previa (Múnich, Estambul y Estoril) y hemos trasladado nuestro malestar a la ATP”, expresan los responsables.

"Es una pena, porque el cartel era propio de un Grand Slam”, admiten desde la organización del torneo

El retraso fue un patinazo, pero no el primero esta edición en Madrid. En su estreno, Carla Suárez ya criticó que se proyectase en los videomarcadores el encuentro de la Champions entre la Juventus y el Real Madrid durante los descansos. “Cuando voy yo al fútbol no ponen tenis en las pantallas”, lamentó la canaria. “No se puede empezar a jugar a las nueve de la mañana, pero tampoco es bueno jugar a la una de la madrugada para nadie. Fue una casualidad, mala suerte”, zanjó de forma diplomática Nadal, que este año censuró una sesión golfa en Río, pero que en casa no quiere hacer sangre.

Y eso que ayer, de madrugada, en San Fermín todavía se oían los pelotazos de un partido de dobles. Inexplicable.

Resultados

Cuadro masculino: Ferrer, 5-7, 6-3 y 6-4 a Verdasco; Nishikori, doble 6-3 a Bautista; Raonic, 6-4 y 6-3 a Mayer; Berdych, 7-5 y 6-2 a Tsonga; Isner, 6-3, 6-7 y 6-4.

Cuadro femenino: Serena, 6-1 y 6-3 a Carla Suárez; Sharapova, 6-1, 3-6 y 6-3 a Wozniacki; Kuznetsova, 5-7, 7-6 y 4-6 a Safarova; Kvitova, 7-5 y 6-3 a Begu.

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Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.

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